Estos primeros días del año, estoy combinando mi trabajo de investigación y docente con un poco de relaciones públicas. Llamo a conocidos, y veo que la mayoría responden muy positivamente, y entonces me alegro de dedicar tiempo a esto, y «tomamos» unas copas por teléfono juntos, y es agradable, hasta muy agradable. En otros casos, no es así. Precisamente de aquellos que podías esperar más, se muestran distantes o desinteresados y creen que les vas a invadir …. cuando lo que tu quieres es ayudarlos y colaborar, aprender y transformar.

Me he encontrado con dos tan agobiados que no eran capaces ni de aguantar el teléfono en su oreja …… y desde un plano que yo conozco muy bien, porque lo he vivido cuando dependía de personas así en grandes organizaciones, rechazan todo sin conocerlo. Antes de que les puedas explicar, ya han dicho no. Estos me resultan cabreantes, pero como mi memoria esta flojita …. no me acuerdo de que eso mismo ya me lo han dicho hace tres o cinco años ……. y entonces, me fastidia haberme equivocado otra vez con la misma gente. Me pregunto como estarán sus «subordinados» y formulo la hipótesis de que o son unos burócratas insoportables o sino unos frustrados «de tomo y lomo». O las dos cosas, que es lo más probable. Ese tipo de personas no quieren escuchar, no quieren salirse de sus raíles, sólo si los nuevos raíles se los ponen otros de más arriba, y a los que aspiran a suceder. Hay casos de esos muy patéticos, porque en el fondo hay que reconocer que la gente asciende porque no tiene algo más interesante y gratificante que hacer, porque les gusta y «a falta de pan, buenas son tortas», que decía el refrán castellano.

Me han hecho pensar mucho estos dos personajes, que ellos creerán que son «personalidades», pero no son más allá de personajillos. Esas voces engoladas, distantes, metálicas, sin tonalidad sensible; esas pausas exigentes porque es como si les faltara el aire porque tu les dices cosas que no quieren oir, y se nota su respiración entrecortada, ya que no quieren tampoco callarte, pero no quieren oir; ese pensamiento implícito de personas imprescindibles -que no son más que en su propia mente y en la palabra de los colaboradores más inmediatos que les hacen la pelota-, de «personas que salvan la patria», que están esforzándose por los demás cuando ya deberían estar descansando, porque se lo han merecido; …. en fin, dan casi para una novela, aunque no sé si alguien se interesaría por ellos, y en todo caso, sería muy aburrido novelarlo. Me vino a la mente un libro de Kets de Vries: «Priosioners of leadership», donde Manfred estudia los casos de refamados personajes, estos sí que lo eran en todos los casos, a través de «sentarlos» en el diván psicoanalítico -más o menos-. ¿Alguno de estos personajillos analizaría o podría analizar su vida con un experto? ¿Quién los podría bajar de su nube endiosada? Ninguno de ellos se atrevería a analizarse detrás de un experto, se ocultaría detrás de la cortina y escucharía las cuitas de otros, como se ha hecho parece en Madrid, pero no se sentaría y pensaría sobre sí mismo y sobre como lleva sus cosas, eso de la dirección, de la cual tan poco saben, pensando como piensan que todo lo saben.

Me fijo en estos personajes, de los que no se podía hacer una obra de teatro, unicamente una pantomima tipo Els Joglars, y no darían para tanto, tal vez, pero me fijo en ellos porque son los que «tienen» potencialmente la capacidad para decidir y toman decisiones que menos mal que las organizaciones hacen bien poco caso de ellas, porque sino me pregunto donde estaríamos.

Frente a este personaje opaco, casi siempre directivo y encumbrado, que maneja el dinero de otros, y las vidas de muchos seres humanos, estan aquellos que se la juegan, porque viven lo que han hecho, lo que hacen, y piensan constantemente en el futuro suyo y de los suyos. Que son capaces de mirar más allá que la mayoría, que se adelantan a las necesidades, que buscan nuevas maneras y rutas para el saber, para el conocimiento y para su aplicabilidad, y veo el contraste con como, cuando hablo con ellos, me tratan. Tienen poco tiempo, pero escuchan, es cierto que más rápidamente que otros, pero escuchan, atienden, te preguntan más, se interesan, te piden cosas para ver, ……. porque saben que se aprende de los demás, como yo también aprendo de ellos. Uno de estos auténticos personajes, en todos los sentidos, es José María Fernández-Sousa, presidente del Grupo Zeltia y de su joya más preciada: Pharma-mar. Son personas, es decir, siguen siendo personas a pesar de la institución que han creado y que representan. Son personas apasionadas, personas que quieren hacer cosas por los demás, y que por tanto estan dispuestos a aprender y vaya si aprenden. Pharma-mar fue una de las seis empresas que califiqué de innovadoras en mi libro «En la espiral de la innovación» y sigue intentándolo y como me dijo hoy José María, «lo conseguiremos», de alguna forma ya han conseguido el aprecio de la comunidad internacional en la que se mueven, con sus descubrimientos de fármacos para combatir diversos tipos de carcomas y cánceres. Y van a seguir. Son líderes, pero tienen que conseguirlo y lo conseguirán. He conocido a algunas otras personas como Fernández-Sousa, y también he conocido a otras que no son presidentes y empresarios, sino que se mueven en otros niveles, y da gusto tenerlos como conocidos y amigos. Son buenos segundos, esas personas que saben de su importancia, pero prefieren tener a otro delante, porque así pueden ser más ellos mismos. Eso decía mi maestro Piedrabuena: ser subordinado es para gente inteligente. Pues bien, voy a citar a tres profesionales «como la copa de un pino»: Manuel Zahera, subdirector en Cotec, Ernesto Herrero de Desarrollo Institucional, y Santiago Rivero que trabaja con otra gran persona, Fernando Sucunza, en Human. Por suerto conozco muchos más de este estilo, muchísimos más. Los primeros son la excepción de mis conocidos y buenos amigos. Gracias por ser como sois. No sabéis lo que os lo agradezco, y seguro que aunque no lo sepan, lo que todo el mundo os agradecerá.

He querido dar cinco nombres de las personas con las que he hablado estos días, porque pienso que cuando uno habla bien de alguien, hay que dar el nombre. Y cuando habla mal, no tendría sentido, porque aún encima le haríamos publicidad.

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Un comentario en «Estos días …..»

  1. Con los «metálicos» me quedo como el gato, «quieto parado», «confundido» …..; con los auténticos personajes, doy saltos de alegría, me alegran la vida, como si estuviera viendo a los Monty Phyton.

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