Estoy que alucino. Ayer no tuve tiempo de leer el suplemento de New York Times de El País. Hoy comiendo lo estuve leyendo, porque se me había olvidado comprar el periódico de hoy. En cualquier caso, primera página: titular a cinco columnas, «¿Un banco de EE.UU?»; un artículo de análisis de un tan Sanger que titula: «La nacionalización acecha a los capitalistas».
No me lo podía creer, me froté los ojos y seguía sin concentrarme en leer de la excitación y escepticismo que por partes iguales me inundaron. Se figuran, después de toda la vara que nos han dado con la mezcolanza de neoliberales -pensamiento único y anatema salirse de él- y neocom -dominación global desde lo ideológico-, ahora se han metido en tal lio de crisis-depresión, que los norteamericanos, repito, por si creían que eran los ingleses o los suecos, los norteamericanos empiezan a pensar que nacionalizar a los grandes bancos es una solución, porque ¿qué sentido tiene que los que pagan los impuestos, no reciban nada a cambio de las grandes sumas que son necesarias para reflotar a esos grandes bancos, que a pesar de los dineros, siguen a peor y a peor?.
Pues si, lo menos que se contempla es que el Estado federal participe de manera directa en la gestión de esos bancos. El articulista se pregunta también asombrado: «¿Quién podía imaginarse que llegaría un día en que usaríamos esa terminología, «nacionalización» de los bancos?». Lo dicho, muy sorprendente. Pero lo cierto es que han hecho las cosas tan mal y tan suciamente -los bancos U.S.A., me refiero-, han querido ganar tanto dinero engañando, que no saben ni tan siquiera cual es el volumen del agujero que han provocado, o no lo quieren decir, aunque ya se habla de dimensiones -que se quedarán cortas como siempre- de más de 2 millones de millones de dólares.
Nos dice también el articulista que «muchos banqueros son reacios a cancelar las deudas impagadas y a absorber las pérdidas, a menos que primero puedan ampliar el capital lo suficiente como para amortiguar el golpe. Pero -y esta es la contradicción- no pueden atraer ese capital sin antes limpiar sus balances de activos tóxicos». O sea más o menos, que la salida es muy difícil. ¿Puede convencer Obama al pueblo que lo ha votado, que va a sanear los bancos, sin ninguna contrapartida para ellos, y si para los accionistas y directivos de los bancos?. Sería políticamente incorrecto, pero sería posible, claro que con un coste tremendo de popularidad en un líder que se ha llegado adonde está, precisamente por el apoyo popular. Ese apoyo se sentiría fuertemente defraudado.
Por eso, parece que la única salida es participar en la gestión de los grandes bancos, sobre todo de aquellos que como el Bank of América, o el Citigroup están «en las últimas». ¡Que curioso!, me quedo perplejo, pero pienso que justamente en estos momentos es cuando es más necesario dar un buen salto de paradigma.
El capitalismo neoliberal, que es como la máxima profundización del sistema de explotación capitalista, ha conducido al sistema a un caos financiero y productivo. Después de habernos influido de la forma en que lo han hecho durante los últimos años, es indudable que no tienen excusa, han tenido todo el poder, o casi todo, en sus manos, nadie se ha atrevido ni a rechistar contra lo que hacían, y los que han seguido rechistando, quedamos recluidos en aulas o en pequeños foros, donde no llegábamos a la gente que tenía finalmente que cambiar las cosas votando.
Repito, no tienen excusa, y si no nos damos cuenta de lo que está pasando, o queremos pasar hoja sin mirar para atrás, las cosas van a seguir igual de mal que hasta ahora. La crisis no se resuelve con palabras, sino con un cambio de paradigma, es decir, con alternativas sociales y económicas a lo que ha venido ocurriendo en los últimos doscientos cincuenta años, y lo que se ha acentuado en los últimos veinte años de forma tan exagerada. No sabemos lo que tanto liberalismo de tercera -como todos los neo, un tanto fascistoide- nos ha acarreado, pero intuimos que el agujero es más que negro, y nos va a absorber mucha energía para salir de él, si es que salimos. Tendremos que salir con una nave bien repleta de nuevos instrumentos: ecología, altereconomía, foros sociales, cambios climáticos, ….. han de conformar instrumentos que nos permitan pervivir en condiciones menos míseras y desequilibradas a las que hemos vivido hasta hoy. Ese es el reto. Las nacionalizaciones no son más que una anécdota.
El último movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak puede ser oportuno.