Optimismo interesado

Moisés Naim es un economista venezolano, miembro del World Economic Forum. Escribe un artículo en la prensa de hoy: «Cinco razones para el optimismo». Él mismo indica que «los optimistas son …. ingenuos y por ello más propensos a ser sorprendidos por las malas noticias». Pues resulta que hace de ingenuo en su alegato y nos indica cinco razones para ser optimistas en este momento, después de haber estar asistiendo a Davos. Todas las razones son razonables como veremos, pero se empeña en sólo cinco razones, cuando tal vez existan cien en contra de esas que, aún así, pudieran también ser noticias pesimistas. Me explicaré siguiendo su escrito.

La primera razón esta expresada como un buen slogan: «los infartos ayudan a cambiar hábitos». O sea que estamos infartados, pero no importa, así dejaremos de fumar y otras cosas y hasta podremos comer mejor de lo que lo hacíamos. Saber que uno puede infartar, tenerlo en mente, según el autor, «moderará el riesgo de que retome las malas costumbres que casi lo matan». Pues no, se equivoca el autor, entre otras cosas porque no hay mucho que ver entre infartados y su comportamiento y el que conlleva el sistema capitalista. Hace menos de dos años, si alguien hubiera dicho que íbamos a estar tan mal como estamos, nadie lo hubiera creído en el sistema, y por supuesto, el que lo dijera, pasaría por ser un loco más, de esos que sólo quieren que nos vaya mal. El sistema se olvida de la historia, porque vive un presente cortoplacista, y ni le interesa la historia ni le interesa el futuro. Mejor dicho, a muchos de los que tienen que vivirlo puede que les interese la historia o el futuro, pero al mercado como tal no le importa un pito. Todo está montado para que la última transacción nos dé la realidad del sistema. Por ejemplo, en la bolsa no se calculan medias del día, sino la última cotización; en cualquier mercado, lo que importa es como acabamos el día o como estamos en cada microsegundo, y no como estábamos hace media hora o como vamos a estar dentro de una hora. Por tanto, el sistema se infarta y durante tiempo hace como los malos pacientes de infarto, y sólo cuando se sanea suficientemente, empieza a pensar que vale la pena recuperarse y olvidarse para siempre de que ha estado infartado.

La segunda y tercera razones para el optimismo del insigne economista es que «se está produciendo una renovación política» y vienen «nuevos líderes», y él mismo lo dice, está pensando en Obama. O sea que se ha producido una renovación política en América Latina desde hace casi diez años, una renovación de izquierdas, significativa, profunda, que casi alcanza a todos los países, y esa «no es una renovación política», pero ahora gana Obama y se va a producir una revolución. Lo siento, pero el Sr. Naim está totalmente equivocado otra vez. Hace propaganda, dice lo que espera que les guste oir a los que lo leerán. Pura propaganda. Para él, y gracias a lo de Obama, «se abrirán posibilidades de cambios políticos positivos que no hubiesen sido posibles sin la crisis». ¿En quién y en qué estará pensando este hombre? ¿Estará pensando en su país o en Cuba o en Brasil o en Bolivia o en Paraguay, o en Uruguay …….? Si tienen que cambiar estos países será para «seguir el modelo de ….. lo que ha cambiado», o sea Obama. ¿Para quién escribe? ¿Para sus amos?.

La cuarta al principio me gusta, pues dice: optimismo porque habrá «más innovación que nunca». Creí que por fin iba a estar de acuerdo con él, pero como todos estos señores sólo sabe hablar de tecnología, y en último extremo, las fuerzas tecnológicas reducen nuestra posibilidad de seguir siendo humanos, dependizándonos de sus avances. Dice: «estamos en el comienzo de una oleada de profundos cambios tecnológicos …» ¿Por qué hacer ideología de la tecnología? ¿De qué tecnologías hablamos?. En fin, prefiero no seguir. Ni idea de lo que significa y es la innovación social, la innovación local, la innovación a partir de personas y grupos. Esa innovación de la que habla sólo nos llevará a una peor distribución de la renta y de la riqueza. Es lo que hasta ahora ha conseguido.

Y por último, el hombre acude a un nuevo idealismo de signo contrario: entramos en una sociedad «más generosa que nunca», último motivo para el optimismo. ¿Adónde mirará este hombre? ¿Han sido generosas las clases dominantes en USA durante los mandatos de Reagan, en gran medida de Hilton y sobre todo, de Bush? ¿Ha aumentado o ha disminuido la pobreza y la desigualdad? ¿Han pagado más o menos impuestos? ¿Tienen esas clases desfavorecidas derecho a una sanidad pública como la que disponemos en cualquier país europeo, aún el más atrasado, como demuestra Michael Moore en su último documental? No, las clases dominantes no son generosas, ni dan un buen ejemplo de tales. Es más diría que entre las clases de las que hablaba Thorstein Veblen en su «Teoría de la clase ociosa» y las actuales no hay muchas diferencias, y si acaso, diríamos que ha ido a peor. Son supuestamente el ejemplo, pero son un mal ejemplo, y toda regla tiene sus excepciones.

Por tanto, Sr. Naim, propagandista de Davor y del World Economic Forum al que pertenece, no hay muchas razones para el optimismo. Aunque ya puestos, yo le daría algunas, pero lo haré en las próximas entradas: razones de peso, y no propaganda del sistema.

Les pongo otro tramo del video de Michael Moore, sobre todo para que se vea la realidad y no las fantasías optimistas. En este corto, vean como los británicos dejan «sorprendido» a Moore en sus investigaciones.

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