Dice el informe del Banco de España que: «el frenazo del consumo, debilitado por el repunte del paro y la escasez de crédito» son las razones por las que se ha entrado en recesión. Consumo, Paro y Crédito, son palabros que parecen referirse a cosas, porque están cosificadas en el lenguaje económico y en el de los mass media. Parece que los culpables de la recesión son «los consumidores» por consumir poco, «los parados» por estar parados y «el crédito» por ser escaso.
Todo se cosifica. Ya le decía Marx, con mucha razón. En realidad, es una forma de «encubrir» la realidad. Y la realidad no es la inflación, sino los que la provocan, y eso tiene que ver con relaciones y con personas; la realidad no es el mercado, sino las relaciones de intercambio que se desarrollan entre los agentes que participan; la realidad no es el consumo, sino los que consumen y cómo lo hacen; la realidad no es el paro, sino el empleo, la oferta de empleo; la realidad no es el crédito, sino quienes controlan los resortes de su administración; …….. No hacen más que esconder los delitos -¿defectos?-, los delitos del sistema, los delitos flagrantes que tienen que ver con relaciones de poder, con relaciones de colaboración para inflar los precios o controlar mercados, con relaciones interdependientes entre Estado y Grandes Corporaciones, en fin ….. tiene que ver con lo que está detrás de esos palabros, que no dicen nada, porque si uno los interpreta literalmente, y es lo que normalmente se hace -y así se habla-, al final los malvados de la película son los consumidores que no consumen, ……….
Una forma de hablar que no sólo es una forma de hablar, es una forma de «despejar» -¿huidas hacia adelante?- los temas para que no se hable de lo principal. Y lo principal, se ponga el Banco de España o cualesquiera experto a disertar, es que la recesión va a venir muy bien a quiénes controlan el mercado y saldrán de ella, controlándolo aún más; a quiénes tienen la propiedad porque se van «a quitar de encima» a un montón de trabajadores -para ellos inservibles- y sustituirlos por otros más baratos y con menos capacidad para protestar …… en definitiva, la depresión va a venir extraordinariamente bien para «hacer limpieza» en las grandes empresas y en otras muchas también y sobre todo, para bajar la tasa de salarios por unidad producida, es decir, el punto esencial del sistema.
Si lo globalización ha servido para hacerlo, para bajar la tasa de salarios, mostrando mercados de trabajo donde los salarios pueden ser muy inferiores, ahora se trata de sanear las organizaciones y aquellas que salgan más saneadas, podrán mantener el nivel de competitividad requerido en el nuevo ciclo económico, que todavía no se vislumbra, porque remontar el ciclo va a costar mucho más de lo que todavía siguen pensando los expertos, pero mucho más.
Como todo esto es muy triste …. podemos acentuarlo con Vivaldi y su invierno.
Me fastidia especialmente que estos expertos me achaquen, como parte integrante de ese consumo que también Zapatero quiere que hagamos, casi culpabilidad por no gastar. Si no gastamos es porque tememos lo que puede ocurrir y lo que ya está ocurriendo a muchos. Si no gastamos es porque «no está el horno para bollos»; si no gastamos es porque no queremos, porque total gastar por gastar no nos soluciona los problemas de trabajo y de empleo que ha generado este sistema alocado.
Porque parece que nadie quiere buscar el origen de los problemas, y el origen desde luego no está en el consumo, ni en los consumidores, sino en la oferta, y en concreto en los propietarios de los medios de producción, que «se han puesto las botas» en los últimos diez-veinte años, y ahora «nos pasarán la factura» a los de siempre. Ya está bien de chorradas y de pseudo-verdades, más o menos bien vendidas en términos de marketing y publicidad, a ver si alguna vez somos capaces de hablar claro: esto es un atropello, en el que siempre pagan los mismos. Y el neoliberalismo ha conseguido que los avances sociales se vayan diluyendo, después de desmontar la credibilidad de los sindicatos y descafeinar los partidos políticos. Y que aún encima digan que las cosas van mal porque los «gastadores» no compramos, es para superar los niveles de indignación que puede resistir una persona equilibrada.
Soy empresario y quiero dar mi humilde opinión sobre el tema que nos ocupa.
Estoy físicamente alejado del mundo universitario, pero siempre atento e interesado por los temas que aquí se tratan y que es como volver a mi época de estudiante en el Magíster de Innovación.
Pienso que no deberíamos generalizar y sí distinguir, entre empresarios y especuladores.
Cuando hace unos años el metro cuadrado era un negocio claro y sin riesgos, (comprar, vender y obtener plusvalías), muchos seguimos invirtiendo en maquinaria para aumentar las capacidades productivas y aumentando las plantillas, (por supuesto con el interés de aumentar los beneficios, pero en la mayoría de los casos reinvirtiendolos en el propio negocio para seguir apostando y progresando).
Ahora que el fututo es oscuro, no tiro la toalla, pero tengo la sensación de que nado contracorriente.
A los bancos, que tienen beneficios y que son muy culpables de la crisis por conceder alegremente, préstamos de dificil justificación, (sin un previo estudio de viabilidad), ahora les dan más dinero para sostener sus sistemas piramidales, (dan mucho más interés por el dinero, que lo cobran por el préstamo y si a todos nos da por sacar nuestros ahorros, pasa lo del corralito argentino).
A Empresas grandes, (con muchos recursos por su globalización), les conceden ERES sin justificación y miles de ayudas que luego pagan largándose a países de bajo coste.
A los ayuntamientos, (otros de los grandes culpables de la especulación del suelo a través de las concejalías de urbanismo), se les facilita dinero para proyectos puntuales que son, pan para hoy y hambre para mañana.
Lo que yo creo es que se debería crear motores económicos, (verdaderas fábricas que creen tejidos industriales y generen puestos de trabajo y de investigación).
Si la Universidad fuera de la mano de las Empresas, con el apoyo de la inversión, todavía habría esperanzas, (buscando ideas innovadoras que sean atractivas para ser demandadas).
Exigir trabajos bien hechos y documentados y no carteles propagandísticos, (mera política que no sirve nada más que para gastar).
Que es lo que no creo que haya que hacer: Seguir aumentando el funcionarado y las administraciones, No flexibilizar y ajustar las plantillas al nivel de trabajo actual, Aumentar los impuestos, etc..
Por último, sé que es muy difícil y muy utópico, pero apartarse de las guerras políticas, apretar los dientes, ajustarse el cinturón y cogerse «todos» de la mano para tirar en una sóla dirección.
Estoy muy de acuerdo con muchas cosas que dices, sobre todo en el nivel personal. Conozco algunas personas, empresarios, de una gran calidad humana y con una gran proyección social en sus negocios.
Pero eso en conjunto no es así. Lo cierto es que la búsqueda del máximo nivel de beneficios que conlleva una competencia acentuada en todos los momentos, pero mucho más cuando hay crisis-depresión, conlleva implícitamente que las buenas intenciones si se quiere sobrevivir han de dejarse en un segundo plano, y acabar jugando a las reglas de la mayoría, sino como decía Marx, dejarían de ser lo que son.
Personas como tú, o como otros amigos empresarios, que he tenido el gusto de conocer muy de cerca, son la parte más interesante de todo el colectivo, y habéis descubierto, en buena medida, que haciendo las cosas bien no se hará uno millonario y hará el gran negocio, pero se mantienen mejor las relaciones interpersonales, profesionales y de relación con el cliente, que haciéndolas como es tradicional en el mundo empresarial, lo que se ha dado en llamar el downsizing, es decir, lo primero es sanear la empresa en términos de empleados y luego ya veremos.
Hasta esas situaciones que, a veces, son obligadas, se pueden hacer de muchas maneras. Sin ningún tipo de cuidado ni forma, o buscando la manera de evitar el trauma que significa para los trabajadores quedarse sin nada en los peores momentos. Los países nórdicos y centrales europeos han experimentado multitud de fórmulas para reducir esas tensiones y transiciones tan duras para todos.