No es pesimismo, es realismo. Pero todos queremos alterar el curso de lo real, modificarlo según nuestro saber y entender ….. y es tan difícil …. tan difícil ……..
Para cambiar se necesitan condiciones …. y aún así, y con ellas, seguimos pareciéndonos básicamente al original o tendemos a «encontrarnos» nuevamente en el prototipo.
Harpo Marx lo destroza todo, es su carácter, su personaje, pero mantiene lo básico, siempre conserva algo, que luego sale de sus grandes bolsillos. Aquí se carga el piano, pero conserva la línea básica de la obra de Rachmaninov y del piano se saca de la manga un «arpa». Es como somos.
Los actores suelen sobre-representar sus perfiles o defectos, y si son cómicos, nos hacen reir. Pero nosotros hacemos cosas parecidas, a veces, hasta la realidad supera la representación. Somos pertinaces en lo que llamamos «nuestras convicciones», e incidimos una y otra vez, a veces hasta inconscientemente, en ellas. Las modificaciones las apoyamos mejor en el otro que en nosotros mismos.
Recuerdo un pequeño empresario que asistió a un programa de redes interempresariales que yo lideraba, llevaba años asistiendo a cursos de formación para aprender a delegar, lo aprendió todo muy bien, pero nunca se atrevió a delegar. Pero, lo contó él mismo en público, se encontró en la Red con otros empresarios que delegaban en otras personas y no tenían problemas, ellos «le enseñaron» a delegar. Por fin, el hombre consiguió irse por una vez con su esposa de vacaciones. Estaba realmente contento. Los otros le habían ayudado a cambiar.
Mi experiencia me dice que no son los seres humanos los resistentes al cambio, sino los poderes que lo quieren manejar. Los caprichosos poderes que «quieren cambiar» todo, menos su propio poder, son los que hacen «reaccios» al cambio a las personas, que no sienten ningún placer en ser manipulados por la dinámica de otros, sin haber sido ni siquiera consultados.