Mi experiencia parece mostrarme que hay culturas agradecidas y otras orgullosas y muy incapaces de expresar sus plácemes a aquellos que les han hecho bien. En estas últimas, la vida es más dura, y uno tiene que «ganársela» todos los días, y difícilmente acaba siendo «profeta en su tierra». Sin embargo, el poder suele ser más jerárquico que en las que yo llamo culturas agradecidas, que tienden a compartir y a saber hacer las cosas con otros.
Pero agradecer también es un aprendizaje de «buenos hijos y/o discípulos». Todos tenemos maestros, muchos, el agradecimiento a ellos nos hace más aptos para llegar a alcanzarlos o hasta superarlos, siendo distintos. Igual que el agradecimiento a los padres, o a los que nos han ayudado a aprender, o a aquellos compañeros que nos han enseñado de su propia experiencia, y con sus actos.
Entiendo el agradecimiento como algo explícito más que implícito. Muchas personas no saben expresar su agradecimiento, mirar a los ojos y expresarlo. Mejor decirlo, o escribirlo, y sobre todo, sentirlo, sentir que «sin muchos, no somos nada».
Parece que esto de agradecer no tiene «buena prensa» en el entorno en que me muevo, porque no ha impactado para nada el precioso proverbio chino que reproduje.
Los agradecimientos se hacen, si puede ser, en público y para que se oigan, y se aprenda a hacerlos. El agradecimiento en privado parece que no es suficiente. Si es posible, muchos han de enterarse, porque al tiempo que lo hacemos, enseñamos. Y enseñar a agradecer es muy importante.
El agradecimiento nace del hecho mismo de vivir y de tener una oportunidad, en gran medida privilegiada, como los que hemos aprendido malamente a escribir o a pensar, hemos tenido. De acuerdo, probablemente existes por casualidad, y eres como eres, en gran medida, por una combinación azarosa, hasta caótica, que ha dado lugar a ti, pero tus padres te han cuidado, como no cuidarían a nadie más; tus maestros te han intentado ayudar, y a veces lo han conseguido; todos aquellos que lees están escribiendo para ti, porque tú ahora lo lees, y eso te hace pensar, y es porque está escrito que piensas lo que ahora piensas; y asi …….. Luego, hay padres que son más extraordinarios que otros; hay profesores que se hacen maestros en ti; hay lecturas que te impactan más, tal vez por el momento, por la oportunidad o por la capacidad del autor para llegar a tí y a muchos; hay descubrimientos que te hacen vivir y pensar; ….. hay …. tantas cosas que agradecer.
A más: cuando agradecemos nos sentimos, por un lado, pequeños, más pequeños que el otro, es decir, nos ponemos donde tenemos que estar para pensar mejor, para vivir mejor, desde abajo; y por otro lado, nos hace sentir bien con nosotros mismos, porque no hay nada mejor que decirle a unos padres: «gracias» …. casi llorando de felicidad.
Celtic Woman es un grupo irlandés, maravilloso en su canto y en sus formas, determinado religiosamente, pero la belleza de sus canciones bien merece una diletancia ideológica.
Mi experiencia parece mostrarme que hay culturas agradecidas y otras orgullosas y muy incapaces de expresar sus plácemes a aquellos que les han hecho bien. En estas últimas, la vida es más dura, y uno tiene que «ganársela» todos los días, y difícilmente acaba siendo «profeta en su tierra». Sin embargo, el poder suele ser más jerárquico que en las que yo llamo culturas agradecidas, que tienden a compartir y a saber hacer las cosas con otros.
Pero agradecer también es un aprendizaje de «buenos hijos y/o discípulos». Todos tenemos maestros, muchos, el agradecimiento a ellos nos hace más aptos para llegar a alcanzarlos o hasta superarlos, siendo distintos. Igual que el agradecimiento a los padres, o a los que nos han ayudado a aprender, o a aquellos compañeros que nos han enseñado de su propia experiencia, y con sus actos.
Entiendo el agradecimiento como algo explícito más que implícito. Muchas personas no saben expresar su agradecimiento, mirar a los ojos y expresarlo. Mejor decirlo, o escribirlo, y sobre todo, sentirlo, sentir que «sin muchos, no somos nada».
Parece que esto de agradecer no tiene «buena prensa» en el entorno en que me muevo, porque no ha impactado para nada el precioso proverbio chino que reproduje.
Los agradecimientos se hacen, si puede ser, en público y para que se oigan, y se aprenda a hacerlos. El agradecimiento en privado parece que no es suficiente. Si es posible, muchos han de enterarse, porque al tiempo que lo hacemos, enseñamos. Y enseñar a agradecer es muy importante.
El agradecimiento nace del hecho mismo de vivir y de tener una oportunidad, en gran medida privilegiada, como los que hemos aprendido malamente a escribir o a pensar, hemos tenido. De acuerdo, probablemente existes por casualidad, y eres como eres, en gran medida, por una combinación azarosa, hasta caótica, que ha dado lugar a ti, pero tus padres te han cuidado, como no cuidarían a nadie más; tus maestros te han intentado ayudar, y a veces lo han conseguido; todos aquellos que lees están escribiendo para ti, porque tú ahora lo lees, y eso te hace pensar, y es porque está escrito que piensas lo que ahora piensas; y asi …….. Luego, hay padres que son más extraordinarios que otros; hay profesores que se hacen maestros en ti; hay lecturas que te impactan más, tal vez por el momento, por la oportunidad o por la capacidad del autor para llegar a tí y a muchos; hay descubrimientos que te hacen vivir y pensar; ….. hay …. tantas cosas que agradecer.
A más: cuando agradecemos nos sentimos, por un lado, pequeños, más pequeños que el otro, es decir, nos ponemos donde tenemos que estar para pensar mejor, para vivir mejor, desde abajo; y por otro lado, nos hace sentir bien con nosotros mismos, porque no hay nada mejor que decirle a unos padres: «gracias» …. casi llorando de felicidad.
Celtic Woman es un grupo irlandés, maravilloso en su canto y en sus formas, determinado religiosamente, pero la belleza de sus canciones bien merece una diletancia ideológica.