Manifiesto para cambiar, para innovar

Hace casi dos años, escríbia lo que sigue a este texto, justo en febrero de 2007 -en cursiva- , aseverando mi idea de que los cambios no son buenos en sí mismos, sino que las cosas tienen que evolucionar a partir de una reforma y contraste continuo, de lo que se ha dado en llamar mejora continua, aprendizaje continuo, formación continua.

Parece que no, pero ha pasado «mucho tiempo» desde hace dos años, y ha aparecido nuevamente la idea de «change», como ganadora de las masas democráticas, esta vez en manos de otro político de nuevo cuño, de Barack Obama. Esto no significa que las cosas vayan a cambiar, sino que necesitamos de esas imágenes para superar la continua frustración -y esta si que es continua- en que nos movemos, que finalmente acaba convirtiendo nuestras pequeñas neurosis en perpetuas y ampliadas un día sí y otro también. Que alguien nos proponga el cambio parece que «nos cambia», y aunque no sea más que un placebo socio-político, pues funciona, funciona para inspirarnos nuevas alegrías y utopías.

Saben mis lectores que no me gustan las utopías, me parecen fuera de contexto. Una cosa es tener horizontes, saber adonde queremos ir, y otra es idealizar lo que queremos hacer o llegar. Ese «change», como el «cambio» de Felipe González o el mismo de Aznar, son idealizaciones, idealizaciones que sirven como marketing, que sirven al marketing político y que «producen» ganadores. Pero nadie nos va a dar el cambio que deseamos. Ni siquiera la lotería -supongamos que ganamos, y ¿en qué cambiamos?, para peor, porque nos acostumbramos a la suerte y esperamos que nuevamente «alumbre» nuestro camino, ¡chorradas!-, tampoco los mensajes políticos. Son, como dicen los psicoanalistas, «como si»: «como si pudiéramos tener cambios», o hasta «como si fuera realmente posible el cambio». Porque una cosa es lo que anhelamos y otra muy diferente lo que nos prometen y lo que es posible.

Si queremos cambio, si queremos innovación, hay que currársela, hay que trabajarlo, hay que llegar a partir del autodesarrollo, del compromiso, de la responsabilidad, de la cooperación, del intercambio, del desarrollo de nuestras competencias, de nosotros mismos.

Sólo nosotros podemos cambiar las cosas que no nos gustan. Los otros, como mucho, lo harán a su favor o en su favor, o se olvidarán de lo que nos han prometido. El cambio o es interior o no es cambio. Y a eso yo le llamo autodesarrollo o autogestión. Y ….. les aseguro, es más que posible.

Sólo se requiere necesidad realmente sentida, voluntad, y método.

La necesidad ha de vivirse, ha de ser en uno mismo, es casi preciso sentir el cabreo de lo que nos rodea, indignarnos, indignarnos con amplitud, sin ambages, o sufrir de la escasez, de la miseria extrema, de la pobreza de cosas y de espíritu, …….

La voluntad sale del esfuerzo continuado, que nos hace enfrentarnos a las dificultades convirtiéndolas en oportunidades, de la superación -no para ganar a otros, sino para ser más uno mismo-, pero sobre todo, de una competencia actitudinal de primer nivel, el esfuerzo, el trabajo, el gusto por hacer las cosas bien hechas, la perseverancia en el propósito y sobre todo, saber que más que por nosotros, trabajamos para los demás, por los demás, por el otro, porque como dice bien Sabato: «es el otro el que nos salva».

El método se aprende a partir de la experiencia misma, o con ayuda de quiénes han llegado a él no sólo con la innovación científica sino y sobre todo, con el «know how» propio del sentido común, convirtiendo lo técnico y gnoseológico, en vital y experiencial, en un método que «nace de nosotros mismos».

Tres ingredientes a los que hay que sumar un cuarto, también muy necesario si se tienen los otros tres, y que a su vez supone una antesala de ellos, la sensibilidad. Yo la imagino en las yemas de nuestros dedos. Tenemos que sentir lo que ocurre, no sólo hacerlo cuando estamos impactados por la desgracia propia o ajena, sino cuando sentimos al otro, sentimos la «montaña de la pobreza», como un horizonte que es preciso variar, que requiere de esfuerzo y trabajo y que no podremos conseguir nosotros solos, sino acompañados con la mayor cantidad de personas posible, sobre todo con aquellos que han de acabar superando los obstáculos actuales, los mismos que viven más intensamente esa escasez, esa miseria, esa injusticia.

Porque no dudo que esa distribución es injusta, que las cosas no se distribuyen con igualdad de oportunidades, que existen muchas, pero muchas injusticias en el mundo, y que entre todos, tenemos que hacer un esfuerzo no tanto por superarlas, como por regenerar el tejido social y las personas y grupos que las integran y hacer posibles así múltiples y diversos espacios de vida, que llamaremos espacios de innovación, que nos permitirán a partir de la intercomunicación y de la cooperación, superar los problemas, abordándolos como problemas, sin evitarlos y mejorar el estado de la distribución de la renta y de los bienes para todos.

Este también es mi deseo, pero no sólo es mi deseo. Es mi convicción de que es posible, siempre que sepamos movilizar/dinamizar y hacer autoresponsables a los grupos sociales que más intensamente necesitan modificar su «punto de partida».

Disponemos de método, ya testado y que funciona; disponemos de voluntad y ganas de trabajar. También es evidente que es el momento de cambiar las cosas, la indignación social, acentuada por la peor distribución que se derivará de esta nueva gran crisis económica y social, nos va a permitir movilizar a muchas conciencias para responsabilizarse de su propia emancipación económica y social. Y por supuesto, tenemos sensibilidad y experiencias como para saber, porque lo hemos vivido, que tenemos que hacer las cosas por los otros y para los otros, que nuestra mejor aportación será DAR, y que sólo dando, es decir, aportando a los demás lo que tenemos, será posible que todos nos des-alienemos de este sistema injusto, incapaz, explotador y excesivamente primario. No nos lo merecemos como seres humanos, no, no nos lo merecemos.

Pero para cambiarlo, tenemos que movernos, que construir recursos asociativos y cooperativos, que fomentar los grupos no sólo de análisis y diagnóstico, sino también de acción, de action-research, de innovación permanente. Las cosas que consigamos serán primero para el otro, y luego también para nosotros mismos. Si todos actuamos en esa línea, las cosas serán de otra forma, y no necesitaremos más pensar en «changes»-mensajes políticos y despertar en nosotros lo peor de nosotros mismos, aquello que nos lleva a soñar en vez de a cambiar. Nuestros sueños serán perfectos si el cambio está en nuestras manos, y se hace solidariamente para todos.

No, por favor, cambios, no
Jueves, 22 Feb 2007

Hay algunas, sobre todo procedentes del sector público privatizado, que los integrantes de la misma suelen temer la llegada de las vacaciones, sobre todo las de verano, porque normalmente es cuando se fraguan, quizás al rumor y estímulo del calorcito, los cambios de organigrama …. esos que luego tendrán que acomodar a todo el mundo otra vez durante meses y a la organización la tendrán “tiesa” también durante meses.

He vivido más de uno, y alguno de mis hijos me cuentan las preocupaciones que todavía suscitan este tipo de cambios en las organizaciones. Se dice: cambiar todo para no cambiar nada …. y en eso consiste, cambiar los perros, pero dejar los collares, total que todo casi queda igual al menos en términos de rentabilidad corporativa -bueno, eso no es cierto, porque toda regresión suele producir estancamiento de la productividad por incertidumbre y por tanto, la rentabilidad se resiente. Entonces, y vistas las circunstancias, los nuevos perros tienen que “forzar la máquina”, presionar más no sólo para hacerse acreedores del ascenso, sino también para “recuperar el tiempo perdido”.

En eso suelen consistir los cambios, res de res, como dicen por los paises catalanes. Por eso hace tiempo que he llegado a la seguridad de que es mejor ser reformista, porque promoviendo la reforma dentro del paradigma, hay un momento en que el paradigma no resiste, y como dice muy bien Kuhn “damos el salto”, rompemos el paradigma, pero para ello no hemos ido por la línea recta del cambio, sino por la línea sinuosa y sin duda más gallega, de las retortas y las curvas más pronunciadas, las idas y venidas, que encuentran el mejor camino para llegar a entregar la antorcha al siguiente.

Bueno, pues todo eso, lo escribí y lo coloqué en un blog que estoy construyendo en http://parmenides.ictnet.es/ y ahora lo retomo y pienso algo más sobre él …. y aquí queda. Veamos lo que he aportaba:

Las culturas nos producen más de un automatismo, tanto que muchas veces pensamos que lo que pensamos es “lo natural”, como si no hubiera otras formas de plantear la vida o las cosas.

Y uno de nuestros tics más acentuados, quizás por la desidia de la que hablaba ese olvidado que es Lucas Mallada, y que yo no me olvido de señalar, uno de esos tics es lo que cambiarlo todo.

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Yo tengo la hipótesis de que queremos cambiarlo todo, porque hemos estado durmiendo en los laureles y creyendo que hacíamos las cosas bien, sin hacerlas, durante mucho tiempo, y cuando el rio nos ha rebasado y ya no podemos llegar a la corriente, y no queda casi más remedio, entonces, en vez de mejorar dia a día, no nos queda más remedio de “cambiar”, y claro, el cambio produce resistencias, produce callos, produce enfados, produce también oportunidades para los que saben ubicarse y apoyarlo, en fin, revuelve todo, y no cambia nada.

Porque si no hemos trabajado el tema científica, concienzuda, sistemática y continuamente, seguro que cuando queramos cambiar ni siquiera sabemos como hacerlo, porque hasta el cambio exige disciplina, seriedad, continuidad, trabajo continuo y otras muchas cosas ….. porque al “sorprendernos” todavía es más difícil de digerir.

Aquí quiero llamar la atención una vez más con la “manía” -porque es un tic o una manía cultural, digamos más acentuado en el mundo latino- de plantear cambios, en lugar de practicar una política de mejora continua y de perfeccionamiento y prueba y error. Por eso pienso, que quizás pocas personas han podido percibir la importancia de esa expresión que contiene el artículo: cambiar, no, ….. innovar, si ….. y que es central, porque los tics y las manías culturales se pueden mejorar si uno al menos es consciente de los defectos y de las desviaciones y problemas que originan, pero si no quiere saber que son tics o manías …… malo, y nunca se corregirán.

Espero que los que lean esto, puedan corroborar/debatir no sólo la manía de cambiar y cambiar, en vez de innovar e innovar; y que también es un tic cultural que se puede superar. Bueno, todo se puede superar, menos ya saben ….. Y todo se puede aprender …. claro, lo que sea aprehendible, porque los dogmas sólo se pueden aceptar o rechazar, y como decía Buda si es cierto que el sufrimiento es algo que siempre se presenta y es preciso abordarlo, lo primero es conocer sus causas, y después de estudiarlas buscar las terapias adecuadas, y una vez encontrados los antídotos, lo más importante es aprender, para estar prevenidos ante nuevos sufrimientos, que vendrán, seguro, vendrán, no se preocupen, que en eso nunca nos faltan.

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4 comentarios en «Manifiesto para cambiar, para innovar»

  1. Como tu bien dices en ese manifiesto navideño:»el futuro es de aquellos que queramos contribuir a reconstruirlo y cambiarlo». Pero el momento de incertidumbre que vivimos respecto a ese futuro incierto recuerda mucho lo que decía Bertrand Russell: «Un pesimista es un imbécil antipático y un optimista, un imbécil simpático». Al final ninguno de los dos sabe lo que va a pasar.
    Pero lo que afirmas sobre el cambio:»Sólo nosotros podemos cambiar las cosas que no nos gustan. Los otros, como mucho, lo harán a su favor o en su favor, o se olvidarán de lo que nos han prometido. El cambio o es interior o no es cambio. Y ….. les aseguro, es más que posible.»
    Aunque tienes razón, no siempre es posible ese cambio, muchas veces hay voluntad,esfuerzo, responsabilidad, compromiso y todas esas cosas que dices, pero sólo las pequeñas cosas que están a nuestro alcance tienen una posiblidad de modificación y a veces ni siquiera, nos lo proponemos y a veces conseguimos pequeñas píldoras que no son suficientes para satisfacer nuestro deseo, ni para cambiar nuestro entorno. Es posible, pero muy complicado, yo me siento muy pesimista ante este mundo que se nos presenta para el 2009. Somos como una gota de agua en un gran océano, aunque claro muchas gotas pueden desarrollar un gran potencial. Seguiremos aprendiendo conjuntamente. Gracias.

  2. Estoy muy de acuerdo con tus observaciones, pero yo que soy persona de ver el vaso de agua medio vacio, algunas veces, sobre todo cuando la indignación sube de tono por las circunstancias colindantes, necesito ver el vaso medio lleno. No es optimismo, es la confianza de haber vivido muchas experiencias, en las que cuando ha habido realmente necesidad de aprender, de hacer o de cambiar, se ha logrado con relativa facilidad. Un abrazo y felices fiestas. Eres muy amable.

  3. A thousand years of nonlinear history

    Para cambiar el futuro, creo que deberíamos ser sensatos y plantearnos las cosas a largo plazo (1.000 años) un plazo enorme para nosotros los mortales, pero si nos basamos en la interdependencia generacional pronto habrá surgido el germen contaminante de buen sentido, ese que todo el mundo tenemos y no desarrollamos por el virus invasor del sentido común. Así conseguiríamos ser inmortales perpetuando la especie del buen sentido.

    Si estudiasemos la historia de la humanidad desde una perspectiva no lineal como postula Manuel de landa nos dariamos cuenta que esta disciplina (la historia) no se desarrolla de manera uniforme como si siguiese una línea en el tiempo que tiende hacia lo óptimo. La historia se da de manera diversa, con varias líneas o direcciones que corren paralelas entre sí, y las interrelaciones que se dan entre éstas, determinan el modo de vida actual.

    De landa plantea una visión distinta del estudio de la historia. Pues la mayoría de las investigaciones siguen el modelo de las escuelas europeas, la historia gira en torno al viejo continente. De la forma que plantea de Landa, se abre la posibilidad de realizar estudios a partir del Islam o la milenaria filosofía china.

    El pensamiento de Manuel de Landa lleva consigo una visión analítica de la ciencia, de la creación social como la historia de la tecnología y del urbanismo, la simulación de ecosistemas, el estudio de las nuevas tecnologías y los recientes procesos creativos del arte contemporáneo.

    A partir del pensamiento no lineal de Manuel de Landa y de su conocimiento, proporciona nuevas herramientas para pensar y trabajar en términos de procesos intensivos, virtuales y actualizaciones, así como descubrir nuevas propiedades de la realidad como la auto-organización, las máquinas abstractas, la emergencia del orden y la creatividad inmanente a la materia.

    Lo único que nosostros hemos de hacer es empezar a crear el ambiente o caldo de cultivo, para que el germen a lo largo de 30 generaciones desenvuelva el cambio alojado en nuestro pensamiento y en nuestro hacer cotidiano, con ánimo de cambio, no instantaneo, pues los pasos atrás se dan prestos, no así los que progresan, los que nos llevan hacia el futuro inexorable. Por eso hay que caminar, sin prisa pero sin pausa, sin descanso…hacia un futuro tan satisfactorio como nosotros queramos que sea.

    P

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