Cuando nos encontramos con fenómenos de innovación en zonas geográficas especiales nos solemos preguntar por qué se ha producido ahí y no en otros sitios, o por qué han innovado unas empresas y no otras. La mayoría de las veces no tenemos una respuesta convincente y decimos que son una multiplicidad de factores que han “concurrido” en ese espacio. Nos cuesta profundizar en esos factores y puede quedarnos, por nuestra incapacidad par dar una explicación a un fenómeno tan complejo, que ha sido una casualidad, que ha ocurrido por azar. Obviando la dificultad de dar una explicación global, que no tenemos si se puede tratar de observar algunos factores que trabajan” en las cajas negras de la innovación y que la hacen posible.
Una de las variables estructurales que incide es el entramado, la telaraña de relaciones y su calidad en términos de confianza en los otros, lo que hemos denominado comunicación o estructura de las relaciones. Una red tupida de relaciones favorece la fluidez de la información y sobre todo, facilita la derivación de un espacio de confianza, de ayuda y de intercambio.
La realidad es que la mayoría de las organizaciones empresariales o no, según van adquiriendo un mayor tamaño, se van encontrando con dificultades de comunicación en su interior, existe más bien una tendencia hacia la fragmentación y departamentalización, que deteriora el sentido global de la empresa y reduce la calidad de la red relacional, produciendo fenómenos contraproducentes de conflictividad, situaciones en las que unos ganan y otros pierden. Un espacio de estas características tiende a ver al cliente como algo que hay que cuidar porque es inevitable, con lo que la comunicación externa también llega a deteriorarse.
De ahí la importancia de mantener el “setting” de comunicación y para eso es preciso hacer un esfuerzo consciente, de un método de trabajo que favorezca la conservación y creación de espacios de interrelación hacia la tarea y el cliente. Estas cuestiones hay que trabajarlas en pequeña escala; los grandes planes de comunicación no suelen dar resultado, si no se apoyan en acciones programadas que inciden sobre las unidades operativas y usan una metodología que favorezca la participación en el proyecto común.
El grupo de trabajo es el método más oportuno para desarrollar espacios de comunicación, telarañas complejas de las que se deriven resultados de mejora. La creación y desarrollo de grupos de trabajo no es posible si no se produce un trabajo de cultivo, de mantenimiento, de reforzamiento de su actividad. Mi experiencia en este campo me permite proponer ciclos productivos de los grupos, ciclos de cinco a ocho sesiones en las que se dota de instrumentos de trabajo para iniciar y desarrollar su actividad en el grupo. A partir de ahí, formados en la experiencia de trabajo, pueden aplicar esa experiencia con una mínima supervisión en la creación y desarrollo de otros espacios de comunicación. También es posible aplicar un método grupal mediante un shared learning interno o interempresarial. Esta última técnica desarrolla las capacidades internas de comunicación, concluyendo proyectos que en paralelo trabajan con otras empresas.
En fin, existen muchas maneras de desarrollar la red de relaciones comunicativas en las organizaciones, pero en todo caso, lo que sí es importante resaltar la correlación entre comunicación (y calidad de las redes) e innovación empresarial. Ser capaces de desarrollar posibilidades de las empresas para anticiparse a las necesidades del mercado y derivar una actitud flexible y adaptativa al cliente.
Este video representa muy bien lo que suele ser la comunicación en los espacios informales, y buena parte de los formales.