Por un lado, es una materia transversal, es un área de conocimiento por desarrollar, es una materia donde los investigadores hasta ahora sólo se han preocupado de la llamada “innovación tecnológica”, es un área compleja de conocimientos, intersección de otras muchas, es un reto, y sobre todo, es algo nuevo, y eso siempre me ha interesado. Hablar de innovación para mí es como hablar de dinámica estructural, de sistemas de transformación con cierta autorregulación, como diría Jean Piaget.
Por otra parte, siempre me han aburrido las definiciones y me han motivado acciones y soluciones. No entiendo el saber por el saber, sino el saber para hacer y el hacer para saber; no tiene sentido hacer sin saber, pero menos hacer sin aprender. La acción-investigación y si puede ser en grupo, pienso que es una fórmula tantas veces ilustrada por antepasados, y tantas veces olvidada.
Estas dos motivaciones personales: complejidad y reto, y acción-investigación están en el origen de mi trabajo sobre Innovación.
He construido un modelo de innovación, o lo que prefiero llamar, un modelo para innovar. Es un modelo con variables críticas, interrelacionadas y jerarquizadas entre ellas, un sistema, un modelo, una totalidad interdependiente, en definitiva, una estructura.
He encontrado rutas estratégicas para acercarme a diseñar y desarrollar espacios de innovación. Es decir, creo estar en posesión de la “pócima mágica” para diseñar espacios que creen condiciones para la dinamización de procesos innovadores. Por supuesto, es preciso saber donde tocar y con qué insistencia y énfasis, para poner en marcha resortes que luego se autodesarrollan con cierta facilidad. Pienso y he vivido que es posible el desarrollo endógeno, siempre y cuando el setting metodológico sepa preparar las condiciones de autoorganización. Y eso es muy importante, porque significa que los pueblos necesitan encontrar sólo un pequeño punto de palanca (metodológico) para impulsarse por sus propios medios.
Por supuesto, hay situaciones y entornos, y hasta personas o grupos que son más aptas para desarrollarse como innovadores/as, pero en general, y aun cuando el efecto no sea tan amplio, siempre es posible diseñar espacios innovadores.
“La estructura es lo que dura, lo demás es ….. coyuntura”. Esta es una cita oral del prof. José Luis Sampedro, de esas que se repiten y se mantienen vivas en la mente de muchas generaciones de economistas, hasta de muchos que no han tenido el gusto de deleitarse con sus clases. La estructura sigue durando, y sigue siendo importante determinar sus leyes y sus formas de desarrollo y evolución, sus dinámicas. Podíamos admitir que la dinámica de la estructura es la INNOVACIÓN y el gran descubrimiento por hacer es cómo generarla conservando y sustentándose en estructuras que acepten el peso de las modificaciones continuas. Porque Innovar no es cambiar, aunque también lo puede ser. “Vísteme despacio que tengo prisa” es otra frase famosa atribuida a un rey español del XVI.
He explicado en ocasiones al ser preguntado por qué me dedicaba a la innovación, y no precisamente a la tecnológica, he contestado que no me interesan en lo básico los artefactos, cachibaches o gadgets como ahora se les llama, pero me interesan las personas. Me interesa su interacción, porque he experimentado que su interrelación, cuando más tupida mejor, es antesala de cosas importantes, de nuevas perspectivas.