Me refiero al capitalismo globalizador y particularmente, a las exigentes necesidades del sistema financiero desde el punto de vista del beneficio. Los beneficios han sido tan impresionantes en esta última década (¿o casi dos décadas?), tan sorprendentemente crecientes, que todos se han acostumbrado mal, se han acostumbrado a la abundancia, y pasar de la abundancia a aumentos «sólo» del 11,5% medio de la banca española de sus beneficios, reconocerán que es poco, cuando «lo normal» era aumentarlos en más de un 30% un año sí y otro también. Al amparo de esos resultados, reales o ficticios, porque habría mucho que hablar de los sistemas de auditoría y control, la bolsa se ha empinado hacia las alturas y en muy poco tiempo ha duplicado su nivel de cotizaciones. Para hacernos una idea, por el 2002-03 andaba por los seis mil puntos. En 1995 superaba por poco los 3.000 puntos. Del 95 al 2000 (cinco años), se multiplicó por cuatro; luego decayó hasta los 6.000 en 2002-03 y de ahí se fue a los 16.000 de finales del año pasado. Si tomamos como base 1995, en 2007 la bolsa había multiplicado por cinco y medio su precio (¿valoración?). Ahora multiplica por tres la evaluación de hace 13 años. Los PER de las acciones se multiplicaron locamente, o lo que es lo mismo, las cotizaciones dejaron de tener que ver con los activos reales, y el patrimonio, sino con los «intangibles», de la «esperanza» (sic) de que los beneficios siguiesen creciendo a ritmos tal vez hasta más frenéticos.
(Innovación – Aldebaran Innovation)
El Ibex35 ha corrido similar a otros muchos índices europeos, asiáticos y americanos, o sea que no es un caso único de los últimos años. Si tomo su referencia es sencillamente porque no me interesa tanto la exactitud como las tendencias. Este ciclo financiero de 1995 a 2008, con dos subciclos, ha elevado el precio de las acciones a más del triple de lo que se «valoraban» en el punto inicial. ¿No está mal, verdad?. ¿A qué se ha debido? sobre todo, a la acentuación del proceso globalizador, con el efecto explotador y redistribuidor desde el punto de vista de rentas y salarios, por una parte; y por otra, en muchos de esos países y particularmente en España, al ciclo inmobiliario, evidentemente especulativo -y cuando digo especulativo, digo «básicamente, no productivo»- que se ha fomentado desde todas las instancias, desde el poder y por supuesto, desde las oportunidades de negocio que generaba y sus agentes.
Todo este tinglado ha llevado a un capitalismo «malcriado», acostumbrado a la abundancia, y al «querer más». Como decía Marx, el capitalismo sólo se justifica si el dinero al final del proceso es mayor al que se tenía cuando se decidió la inversión. El famoso D prima. Sin embargo, el proceso de los últimos años, sólo tiene un cierto parangón -y es todavía más- con lo que pasó en los U.S.A. en los años veinte con bolsa e inmobiliario combinados, con las consecuencias que todos conocemos. Pero este proceso ha sido mucho más acentuado, entre otras cosas, porque en los años veinte afectó en primer lugar y casi único a Estados Unidos, que era la única economía que se mantenía viva después de la I Guerra Mundial. Europa, en esos años, estaba «de capa caída». Los alegres veinte eran norteamericanos, no europeos. Aquí vivíamos en paro, en conflicto, en tensiones y en pagos por la guerra, con sus múltiples consecuencias. Por tanto, en los veinte el problema fue U.S.A. y se extendió algo a otros países, a partir de la reducción del comercio mundial, acentuando las penurias que ya tenían, y otros, los países menos adelantados, tuvieron su buena oportunidad de sustituir importaciones por industrias nacionales, como ocurrió en Latinoamérica, por ejemplo.
Por tanto, abundancia-malcrianza, es un par de conceptos que van siempre juntos y cebándose mutuamente. Y esto nos ha pasado. Ahora bien, ¿cómo podemos ahora «renunciar» a la abundancia y a su «malcrianza»? Será difícil. Sabemos que cuando nuestros hijos se malcrían ….. por las razones que sean, que pueden ser muchas internas y otras externas, es difícil reconducirlos, muy difícil. Y al final, como hacía la burguesía gallega, y supongo que otras, enviaban a los «malcriados» a una institución represiva educativa que intentaba «ponerlos en orden». Es el caso del famoso «Peleteiro». Pero claro, había que tener dinero, por una parte, y decisión, por otra, para mandarlos a la famosa institución; y además, no siempre mejoraban. Bueno, pues el mercado ahora nos tratará a palos como si fuera el Peleteiro y «a ver» si nos reconduce, que no queremos, y sobre todo, no quieren los causantes del embrollo, que siguen pensando que ellos no son responsables de nada de nada.
Realmente, «no he descubierto nada», ni siquiera inventado nada, solo ha sido una «nueva» (¿vieja?) interrelación. Cuando terminé pensé en «El chico». Evidentemente tiene poco que ver con el tema, pero la cara del niño quedó para siempre impresionada en mi mente, su expresión, sus movimientos. Y por una rara asociación neuronal, de pronto me acordé de una película inolvidable.
De «bolsas», «cotizaciones», «valor», «precio», «naturaleza del dinero», etc… ando un poco perdido. Y a esas voy, a intentar enterarme un poco «cómo funciona el mundo».
Pero hasta el día en que entienda lo que está pasando y cómo funciona la economía, me conformaré con mirar videos «tan instructivos» como el posteado. No se si aclaran demasiado mis dudas, pero lo que es reírme, y «aprender ciertas cosas básicas»… que no falte.
Saludos Roberto 😉
Josué.
Gracias, Josué por tus comentarios. Ya veo que has empezado un nuevo proyecto. Intentaré seguirte. Un fuerte abrazo
¿Quiza esto tiene que ver con los Fondos de Pensiones que los que los administran los invierten en la Bolsa?. Y los que los dirigencobran unas sustanciosas sumas. Claro utilizando «la polvora del rey», asi se malcrian pero eso si en la abundancia.
¿y esos directivos? que son nombrados por los grandes accionistas (El fondo de pensiones de los trabajadores de General Motors,…)que a su vez son los administradores malcriados de estos Fondos, nombran a otros malcriados que su objetivo no es producir algo, sino producirse algo para si mismos, con esos sueldos supemillonarios, e indennizaciones astronómicas, (que más dá que la organización se hunda si ellos se lo llevan crudo…) que mantienen su malcrianza para varias generaciones y de forma absolutamente legal…
Estamos en sus manos luego ¿como se va a poder innovar?, se les acabaria el chollo, el que piensa diferente es un peligro para ellos, y el montaje hace que no dependan de nadie, aunque el dinero sea de otros (por eso si se estrellan las empresas, no importa, ellos se salvan como los niños malcriados…