Reflexión Innovación en Administraciones

UN CAMINO HACIA LA INNOVACIÓN (ROBERTO CARBALLO)
Este post bien pudiera estar en el blog grupal, ya que nace de reflexiones sobre el artículo de Roberto Carballo, pero he preferido dejarlo más escondido en nuestro blog de e-learning.

Quería hacer sólo dos reflexiones compartidas sobre dos aspectos básicos de lo que podemos llamar innovación y administración.

1) Dice Roberto que cuando una empresa es monopolista actúa en la abundancia y despilfarra recursos… y tiene poco interés por la innovación. «El mercado y la competencia hacen posible que aun en situaciones de abundancia sea necesario pensar que eso no va a durar para siempre… ponerlas en posición de competencia y, por tanto, de escasez, es un gran dinamizador del progreso empresarial».

¿Y la Administración, no es por definición la institución monopolista, capaz de decir a su cliente vuelva usted mañana, porque en efecto, el cliente no tiene otra opción más que regresar al día siguiente? La falta de competencia es en este caso una situción consubstancial a su misión que, indudablemente, no facilita ni impulsa los procesos de innovación. Mencioné en alguna intervención hace ya años, como esa cierta competencia viene de la comparación con el servicio que prestan otras administraciones con análogas competencias; los benchmarking entre comunidades autónomas están a la orden del día, y, a falta de competencia real, pueden estimular un poco la misma.

En algunos países como Estados Unidos, determinadas tareas consideradas como no esenciales para las administraciones empiezan a ser presentadas en régimen de competencias por entidades privadas, bien directamente bien como mediadores ante la propia administración (expedición externalizada en distintos puntos o agentes del carnet de conducir podría ser un ejemplo). Esto nos mete en un debate aún mayor que no pretendía aquí abordar, porque entonces seguramente no sean funciones de la administración.

Sin embargo, hay ejemplos más cercanos. ¿podemos considerar un cierto proceso de competencia el que se genera entre educación privada, concertada y pública? En cierta medida sí; de hecho hay indicadores que las comparan en términos de rentabilidad educativa, económica, etc.

Podríamos también aplicar aquí innovación en nuestras organizaciones para que este fenómeno de competencias fuera más visible? Quizá los que se van a pagar impuestos a Luxemburgo sí han efectuado un claro proceso de vea, compare y si encuentra algo mejor, córmprelo.

2) Aporta también la valiosísima afirmación de que una empresa sin eso que ahora se ha dado en llamar visión y valores, sin un proyecto a largo plazo, sin horizonte, sin sentido de pertenencia, sin sentido de nuestras organizaciones, el camino hacia la innovación resulta especialmente dificil.

Y en este segundo elemento parece que por contra las administraciones si estamos mejor posicionadas que las entidades de ámbito privado. ¿O tal vez sólo lo parece?

Me atrevo a cuestionar ese sentido de pertenencia (que no de status funcionarial) en cuanto a la identificación de las personas con los proyectos de las organizaciones a las que sirven. Y parece que eso debería ser más sencillo cuando nuestras organizaciones no están presididas por el afán de lucro, sino por el de servicio al ciudadano. No debemos estar haciéndolo muy bien para no ilusionar a nuestra mano de obra en proyectos tan ilusionantes como deberían ser los nuestros.

«Todos los seres humanos necesitamos de un cierto grado de pertenencia»; es cierto que ese sentido he podido vivirlo en algunas organizaciones (universidades) más que en otras (determinados departamentos autonómicos o estatales).

Quizá en el desarrollo grupal, al que Roberto dedica tanto hincapié, podamos encontrar una de las claves para la mejora, también, de este positivo sentido de pertenencia.

Javier

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