¡¡No hay crédito!!! Nada quizás sea peor para el sistema capitalista y su estabilidad. La ampliación sucesiva y continua del crédito ha sido el sustento de este sistema desequibrado, que sobreproduce, en la medida en que genera producción muy superior a la renta disponible para comprarla, y su gran problema, su problema histórico-estructural es vender. Si, tal como suena, vender.
(Innovación)
Y si no genera suficiente renta, y además tiende a concentrar el capital, con lo que tenderá también a aumentar los precios y los márgenes-beneficios, si no genera renta para comprar lo que produce, el resultado es un gap, un desfase estructural, un desfase que hay que cubrir. Las crisis de superproducción no son algo nuevo, lo que si es nuevo es la dimensión de las crisis y depresiones. Las crisis de superproducción son estructurales en el sistema capitalista, que muchos quieren seguir llamando de mercado. Por supuesto, se pueden intentar compensar de muchas formas, pero la mejor, al menos en el corto y medio plazo, es la ampliación del crédito. De esa forma, las personas compran lo que no pueden: adelantan sus compras, y de esa forma, el sistema se equilibra dinámicamente. El crédito, además, acostumbra a otra forma de ser y de vivir, a una forma muy bien representada por las expresiones de los niños pequeños.

Una niña de ocho años oía una conversación entre dos adultos, en los que su madre decía que no había dinero para nada, que todo estaba cada vez más caro. La niña la interrumpió y le dijo: pero mamá, si sólo hay que ir al cajero automático, allí siempre hay dinero. En época de mis abuelos, comprar a crédito era algo excepcionalísimo; en época de mis padres, era raro y normalmente compraban si tenían dinero efectivo, si habían ahorrado; en mi época, ya disfrutábamos de créditos para comprar un coche, más o menos dos años o así. Ahora se venden con seis y siete años de crédito, igual que las propiedades inmobiliarias con 25, 30 o hasta 50 años de crédito hipotecario. Sin duda, teniendo en cuenta que los empleos son menos estables que en época de mis abuelos, de mis padres, o aún de la mía, es indudable que los jóvenes han de pensar de una forma muy distinta a como pensaban esas generaciones anteriores.

El crédito modifica las formas de comportamiento y reacción de masas enteras de gente. Y ahí ha estado el formato por el que se han montado negocios, se han comprado casas, se ha emprendido y se ha vivido. Estamos en esto. Yo sigo teniendo sólo dos tarjetas de crédito, pero si preguntase a mis hijos, seguro que, aún siendo prudentes, disponen de al menos cinco o tal vez alguno de ellos, diez o más. «Tirar de tarjeta ….» es básico para seguir …. pero el sistema vive de eso. Los bancos quieren que te endeudes. No eres un buen cliente, como ocurría hace veinte años si depositas dinero, sino si lo pides prestado. Es cierto que ahora en la etapa que pasamos de escasez de capital interbancario, nos ofrecen tipos de interés altos porque hagamos depósitos, pero eso es excepcional. Lo normal es que quieran que nos endeudemos. Endeudarnos es beneficio para ellos, y también, parece ser, para los que pueden seguir viviendo así. Se necesita, sin duda, ya ser de otra pasta. Yo no podría comprar sabiendo que no tengo para pagar.

El sistema nos ha metido en otra forma de pensar, para solventar su gran problema estructural, su necesidad de vender. El crédito se ha ampliado de forma inmensa, pero en el siguiente ciclo -que lo habrá- todavía se ampliará más, mucho más. De alguna forma, para mi es como una esclavitud, porque pensar que tiene uno que pagar la vivienda donde reside durante treinta o cuarenta años, es decir, toda la vida laboral, me parece terrible, me agotaría. Pero ….. las cosas son como son. Y si quieres casa, ya sabes, a hipotecarte.

Pero a lo que iba: el crédito, su ampliación, se ha convertido en un gran placebo para el sistema. Y precisamente esto es lo que ahora pasa: que las empresas y los particulares que viven del crédito, porque con sus rentas serían incapaces de seguir al mismo ritmo, se encuentran con que las dificultades son mayores, al menos coyunturalmente. En esas condiciones, la necesidad desorbitada conducente a más crédito, conlleva una elevación de su precio, del tipo de interés, que hace más difícil «pagar lo que uno ha recibido», se suele decir que entramos en un círculo vicioso, en realidad, entramos en una espiral que acaba en un agujero negro. Si fuera un círculo seguiríamos más o menos igual, pero lo cierto es que podemos caer en el hoyo.

Al crédito le sigue el crédito del crédito, y a este el crédito del ……. -no me voy a repetir-, lo que se llaman derivados en términos financieros, y uno de esos muchos derivados han sido las llamadas subprime, pero no se queden en los detalles o no entenderán el tema de verdad. Las subprime son detallitos. Lo importante es la sobreproducción, no lo olviden. Y eso, que en los últimos años hemos tenido la ayudita de los países emergentes, pero ni con esas, porque además, muchos de ellos se han puesto a producir y a unos costes mucho menores, con lo que nosotros nos dedicamos a los derivados, y ellos a sobreproducir. En fin, sería largo seguir. Hay un artículo muy interesante de Walden Bello en Sinpermiso, que vale la pena leer por aquellos que sean más viciosos con los detalles económico-financieros. Lo recomiendo: «Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo»

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