Cuando terminó el partido entre España y Alemania, ganado merecidamente y marcando estilo por los jugadores españoles, estuve media hora oyendo entrevistas y es curioso, todo el mundo aludía al grupo, al grupo, al grupo, y nadie aludió a lo más tradicional de equipo. Grupo y Equipo son explícitamente dos formas de entender las asociaciones que hace tiempo intentamos hacer los que nos movemos en estos campos, pero con poco consenso y pocos resultados. La confusión entre grupo y equipo hace daño, lo mismo que ocurre entre innovación y creatividad, son cosas que parece que no importa, pero el lenguaje si que importa y mucho. Cuando hablamos de equipo nos referimos a una estructura más bien piramidal, en la que hay unas jerarquías marcadas y donde los que forman el equipo se alinean en las estrategias de los que mandan; cuando hablamos de grupo o grupo de trabajo nos acercamos a una estructura horizontal o casi, donde además, el que coordina está al servicio de los coordinados. En consecuencia, cuando hablamos de equipo implícitamente estamos aludiendo a formas de autoridad y de jerarquía, en tanto cuando hablamos de grupo nos aceramos más a formas de cooperación y de interrelación sobre planos más horizontales y roles hasta intercambiables.
Y así, sin profundizar mucho, parece que es lo que ha ocurrido con la selección española; los roles se han intercambiado con relativa facilidad; los jugadores han asumido su responsabilidad y se les ve que no excluyen a nadie, sino que se refuerzan mutuamente; y su forma de juego es grupal, es asociativa, es cooperativa, es de gran intercambio entre ellos, sin que sea fácil decir: «este es el que organiza, o este es decisivo o este es el que ha ganado». Eso es un grupo.
Chocaba positivamente oir en las repuestas que «habían cumplido con su trabajo», «habían hecho bien su trabajo» o «habían hecho lo que debían». como indicando que era algo normal, no tenía nada de extraordinario -lo cual es cierto, pero que eso se diga en situaciones de euforia es sintomático de que algo ha pasado que les ha «cambiado la mentalidad», y no era cualquier forma de humildad, sino un saber que las cosas se habían hecho bien, pero no era algo extraordinario, sino que era normal-.
El entrenador no mostraba protagonismo, más que el que le daban los periodistas, y se mantenía en un segundo plano, lo que indudablemente en formato de liderazgo grupal facilitaba el desarrollo y el protagonismo de los miembros del grupo. El entrenador estaba, pero no era el lider, era uno más que facilitaba las cosas para que el grupo hiciera su trabajo: eran los jugadores los que jugaban, aunque él no eludía la responsabilidad.
Todo eso forma un grupo. El orgullo se guarda, la prepotencia se aparca, las palabras no levantan ampollas, sino que son realistas, el trainer es un facilitador de los procesos internos de cooperación y comunicación. Los que juegan, los que hablan, se sienten bien porque aportan; pero no desprecian a los que no juegan o no hablan; sino que aprecian que hacen una buena labor, necesaria para que otros digan o expresen lo que saben; saben acordarse de los mayores o de los «muertos», saben respetar a los que no han podido disfrutar como nosotros. Los que juegan se sienten privilegiados por jugar, pero saben que otros podían sustituirlos, porque todos quieren participar. Es bonito ver un grupo de trabajo en un campo de futbol.
Todo eso se hubiera modificado y hasta tal vez roto con liderazgos entre los jugadores, con líderes demasiado líderes, porque habrían producido conflicto potencial de difícil solución, probablemente «bandos» o «pandillas» y cierta desautización de líder oficial, del entrenador.
Es una selección sin líderes. Cada uno hace su trabajo, y sabe asociarse, combinarse, interrelacionarse con el otro. «Uno para todos y todos para uno». Excelente. Un lenguaje urbano emergente, grupo, grupo de trabajo. Me gusta, es innovador para nuestra sociedad. Tal vez pueda el futbol influir en nuestro exagerado individualismo, e ir incorporando nuevas formas de lenguaje y de expresión y de acción más propias del grupo de trabajo, y de la cooperación, de la asociación, del intercambio y de la interrelación.
Ayer estuve viendo el «recibimiento» a los campeones y los comentaristas en todas las cadenas coincidian con tu comentario: grupo y humildad.
Marisa Alvarez
Bueno, ahora vendrá la fase interna, aquella en que se pasa del éxito y el acostumbramiento a ser felicitado …. a una fase en la que poco a poco, no se manifiestan los demás con la misma intensidad. En ese proceso, los jugadores dejarán de lado la humildad y poco a poco, pensarán que son los mejores, han sido los mejores, y lo ganarán todo otra vez. Son las consecuencias del éxito, normalmente lo digerimos mal. De hecho, el primer «ataque de éxito» ha sido reclamando intensa y profusamente la continuidad del entrenador. No es que me parezca mal, es que es un evidente acto de poder ….. en función del éxito obtenido. Todo esto: pasa en las mejores familias.