La capoeira es una manifestación cultural de esas que no pueden dejar de gustarte, no sólo por su plástica, sino por su significado humano, social y cultural. Una especie de danza, de danza, semiguerrera, de enfrentamiento, pero que no produce ni enfrentamiento, ni el desagrado del contacto, sino sólo un intercambio de formas, de imágenes, de ritmos, todos entrelazados en una danza singular, que imita al conflicto, pero que es cooperación y vida. No hay capoeira sin berimbau, instrumento también peculiar, distinto, rústico, pero singular en sus tonos. La danza resulta artística, es como un canto a la vida, al intercambio, a la cooperación, a la competencia de los danzantes, a la búsqueda de maneras de no agredir, de estar cerca, pero nunca tanto ni con tanta intensidad que el otro pueda siquiera sufrir ni un rasguño. Preciosa, del pueblo, en realidad, del pueblo negro y esclavo, hoy bailada por todos aquellos que como en el chi-kung o en el reiki quieren disfrutar de la vida cooperando, sintiendo al otro al lado, pero no para matar, sino para sentirse acompañado y mejor. Una danza-cultura para disfrutar.

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