Esperpéntico, más que en los tiempos de Valle Inclán. ¡Vaya país! De acuerdo que eso de Eurovisión es una mierda, pero es sintomático de otras cosas similares: programas televisivos basados en personajes lamentables y desquiciados, que alaban a un público que como en los circos romanos, pide más situaciones extremas y lamentables. Parece que están todos drogados, ¿lo estarán?.
Resulta de pena, esperpéntico, siquiera acercarse por uno de esos programas rosas lamentables, hablando de chorradas que no tendrían que interesar a nadie en un país mínimamente desarrollado, pero ya sabemos donde estamos, al sur de los pirineos. El personaje este de Eurovisión -del cual no quiero ni recordar su infausto nombre- es para morirse, para morirse de vergüenza, pero parece que todos quieren sacar «tajada» de su popularidad evidentemente injustificada. Es un personaje que solo puede tener éxito aquí, y que nadie se sienta ofendido, porque tendríamos que comprender que estamos incapacitados para entenderlo.
Hoy venía en el tren y el periódico -claro- hablaba de este personaje y de eurovisión como si alguien se jugase algo importante, o si lo fuera. Tres páginas dedicadas a este asunto. Se hablaba de bloques de poder, de alianzas entre países, de tendencias ….. era de locos.
Pero claro ayer estuve con gente taurina, y también era de locos. No es posible, de verdad, no es posible. A finales de la dictadura, parecía que los toros estaban arrinconados, que ya sólo era un tema de turistas, para mostrar lo brutos que somos, y de algunos trasnochados más; pero resulta que desde los años ochenta nuevamente hemos visto renacer, e impulsado por el poder político, la «fiesta» -para quién será la fiesta, supongo que no para el toro-, ese mundo dieciochesco, burlesco, ruín, payaso, de lenguaje agresivo como corresponde, …. al que se le han añadido otras fiestas por doquier para torturar más y más animales, bien toros o cabras o lo que sea.
¡Esperpéntico! Más que eso, desacreditador, destructivo, monstruoso, …. y de lo que se habla como si tal cosa, y con un alto grado de apasionamiento. ¡Estamos locos y aceptamos nuestra propia locura! Porque eso es una enfermedad social, porque ni siquiera podemos compararlo con la caza del zorro, porque a fin de cuentas esa es una crueldad de clases altas, de aquellos que pueden tener y disponer de caballos, jaurías y criados, en un equivalente a nuestra caza de coto o las que por desgracia hay en todo el mundo, sino que es una monstruosidad en la que participan las clases altas, medias y bajas, y donde no existe ni siquiera un pequeño apunte de intelectualidad que ponga coto o avergüence estas actitudes, sino más bien unos pseudo-intelectuales que las respaldan.
Eurovisión, toros ….. menudo fin de semana que llevo. Menos mal que al menos me puedo desfogar en el blog. Menos mal …..
Pues ayer vi eurovisión, con el único interés de ver el contraste de la “no canción” del tal chiquilicuatro con las demás. Pocas horas antes había estado con tres sobrinitos de 3 a 5 años, entusiasmados con la canción. No os ofendáis con mi opinión, los que os guste la música, yo no tengo ningún criterio musical, me llama mucho más la atención lo visual que lo auditivo. Pues resulta que me gustó, me hizo sonreír. Ninguna de las otras canciones me hizo sonreír.
Lo que me preocupó, fue que los tres primeros ganadores fueron los considerados más guapos. No sé si sus canciones eran además buenas, reconozco que no entiendo de eso. Pero, ¿no coincidirá con ese aumento progresivo del aprecio de la belleza (externa)?. Se me ponen los pelos de punta cada vez que paso por el Corte Ingles y compruebo como la zona de cosméticos se amplía progresivamente, como si fuera una mancha de aceite, ahora ya necesita dos pisos. El parecerse a un determinado canon externo es considerado bello y por lo tanto, bueno. Y sin embargo están confundidos, es más bello o bella quien te hace sonreír. Seguro que mis sobrinos no se confunden con eso, puedo asegurar que verán más guapo al chiquilicuatro que a cualquiera de los otros ganadores.
Mucho más esperpéntico resulta tomarse Eurovisión en serio, como si siguieramos en blanco y negro.
Por fin conseguimos que hacer el ridículo en Eurovisión pase de ser la vergüenza anual a ser lo que se pretendía.
Yo prefiero esto, si en el fondo todavía somos un país de pandereta, que manía con intentar dar una imagen que no sería real.
Somos de panderetea…pues a disfrutarlo!