Ya sé que no es tema de gusto en este momento, pero quiero recordar lo que era la emigración para los españoles …… ahora que cada vez tendemos más a perder nuestras señas inmediatas de identidad, de pobreza, de´búsqueda de vida y de supervivencia, que acabamos casi de vivir.

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A muchos con esto de ser «nuevos ricos» se les ha olvidado. Y aunque parezca que no, todo eso tiene que ver con la innovación, porque innovar es atreverse a irse a un país desconocido para sobrevivir y sacar adelante a los tuyos, y muchos de nuestros emigrantes se hicieron hombres y mujeres respetables, algunos hasta ilustres y todos fueron unos grandes sacrificados, porque otros muchos se quedaron, y sencillamente se aprovecharon de haberse quedado.

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7 comentarios en «Emigracion»

  1. Me sorprende negativamente la falta de abstracción de muchos, tal vez esos que tu llamas «nuevos ricos»
    Con mi edad no viví las grandes búsquedas de una vida mejor en el extranjero, no he vivido grandes cambios políticos, ni puedo contar que viví una guerra o compartí cáscaras de patatas con mi única hermana.
    Sin embargo, a pesar de la comodidad vivida si leo el desgarro en las caras de aquellos que no conocen la palabra crisis porque siempre han vivido en ella.
    El mundo no tiene puertas, a pesar de que nos empeñemos en poner barreras.
    ¿Quién se ha comprado este trozito de mundo?¿porqué puede alguien decidir quién entra o no en ese lugar al que sueña llegar?
    Pero con más o menos hambre la gente sobrevivía e incluso vivía, más feliz que muchos de nosotros, no se adaptaban al cambio, hacían del cambio su forma de vida.
    Tal vez aquello que tu llamas innovación y de la cual, es la comodidad, su peor enemiga.

  2. Casi todos los gallegos temenos antepasados que a principios de siglo XX emigraron a: America del Sur,Alemania, Francia etc.
    Creo que si tuviron VALOR para innovar tanto al irse como al volver y que gracias a ellos, sus descendientes tenemos una calidad de vida mejor.

    Marisa Alvarez

  3. Los «impuros», es decir, los que no podemos ni queremos ser «puros», ni arios, ni españoles, ni italianos, ni nada, sino que somos lo que somos, y no está mal; pues bien, los impuros no tenemos problemas de xenofobia, más allá de pequeños deslices derivados de una incomprensión poco acentuada de cómo son otros.

    Los que se llaman a sí mismos «puros» o no mezclados, suelen ser los que más sufren con esto de la emigración, siempre les parece el otro un enemigo, un enemigo potencial, y cuando no están a gusto, los expulsan, los masacran o los persiguen. Cuando el otro, el distinto, sirve a sus propósitos, se le aguanta, pero cuando molesta porque ya no hay trabajo para él, y además, hasta puede tener mejor disposición y hasta conocimiento que el puro, es cuando aparecen los brotes y a veces, las persecuciones de los puros. Lo que antes era necesario, y soportable, ahora se convierte en delicuente, competitivo e insoportable. Así son las cosas.

    Y los que sufren son siempre los mismos, los que sólo quieren sobrevivir, sólo sacar adelante su familia y a ellos mismos, los que curran sin preguntar, porque son buena gente, gente que ha querido encontrar un paraíso allí donde casi siempre sólo había posiciones interesadas, y el nuevo país resulta poco recomendable, sobre todo cuando se ve de cerca. Para el emigrante, no hay paraísos, aunque él los busque; como mucho hay sitios donde pueden aportar su trabajo y su conocimiento y construir algo interesante para todos, pero siempre hay vigilando, alerta grupos de «puristas» que encotrarán a la primera de cambio una oportunidad para devolverlos a sus países de origen, porque «no son de los nuestros». O les dirán: «si no te gusta o no estás de acuerdo, vete»: el emigrante siempre se sentirá un extraño, y no sólo donde reside, sino también en su tierra de origen, porque acabará perdiendo contacto y pronto sus ex amigos le llamarán «francés» o «cubano» o cualquier otra cosa, que no corresponde con lo que él se siente.

    En el parque de la Herradura en Santiago hay un monumento a Rosalía de los emigrantes, y allí ésta habla por ellos a través de su poesía. Pero muchas veces el mismo emigrante siente que Celso Emilio Ferreiro tenía razón cuando decía: «Nunca virá de fora remedio ou esperanza, si o noso pobo morre, quedámonos sim patria, pois patria e pobo son o mesmo en duas palabras. Pechái toda-las portas e que xa ninguen saia». El drama está servido, el nacionalismo también, el nacionalismo extremo aún más. La crísis y la falta de políticas auténticas de emigración, nos llevan a lo que empieza a vislumbrarse en Europa, y también en la península. Penoso, pero cierto.

  4. El drama de la emigración es el drama de un sistema de mercado que probablemente es lo mejor que hemos encontrado, pero que es profundamente injusto, sobre todo, con los débiles. El mercado necesita mano de obra y si puede ser barata, lo más barata posible, precaria, neo-esclavizada o esclavizada, mejor. El mercado demanda esa mano de obra, y para encontrarla, hace un efecto llamada hacia «los disponibles», aquellos que no están bien donde están, que les gustaría hacer otras cosas, tener otras oportunidades, emprender alguna aventura que cambiase y mejorase algo su vida. Además, a veces son expulsados por la propia xenofobia, por las guerras, por las incomprensiones religiosas o políticas. Al final, el mercado hace su llamada, y los «disponibles» responden. Y cuando el mercado llama, siempre lo hace exageradamente, porque en el fondo cuanta más mano de obra disponible se manifieste como tal, más fácil será negociar o imponer condiciones de trabajo mejores para quién ofrece el empleo. Y ahí empieza el drama. Unos años de crecimiento, y los emigrantes llegan y llegan y llegan, llegan tanto que llegan de más, siempre de más, y el efecto llamada sigue y todavía llegan hasta por otros medios no legales, incorporándose a una dinámica de la que «saldrán mal parados», seguro. Pero mientras tanto las cosas tienden a lo mismo, a bajar la tasa de salarios, a aprovechar a esa mano de obra precaria, esclavizada y provisional, que necesita de esas ofertas de trabajo para seguir viviendo. Pero ….. el mercado es cruel, y la oferta entra en crisis, no vende todo lo que le gustaría vender, y las tasas de beneficio empiezan a reducirse, y entonces, ya no podemos seguir empleado a emigrantes, pero es que además, muchos ….. sobran, y aquí aparece el drama en toda su intensidad, como se está manifestando en toda Europa, y especialmente en Italia, también en España. El plano de supervivencia se transforma en el plano social de la discriminación y de ahí a las expulsiones, a los campos de refugiados y de concentración, va nada, nada, está ahí al lado. ¿No recuerda esto lo que se hizo con los judios? Siempre, cuando los gobiernos no pueden dar lo que necesitan los pueblos, se acuden a «buenas» (sic) disculpas que sirvan para que el pueblo no se desmoralice demasiado, y los líderes sociales sigan siéndolo. ¡Malos tiempos para la democracia! ¡Malos tiempos para la razón, malos para la vida! Se han desencadenado los elementos, me temo lo peor. Esto es sólo el principio. No es que esté viejo, es que sólo hay que distanciarse un poco para empezar a divisar un panorama nada agradable para el ser humano.

  5. Ser inmigrante es ser «EMPREDEDOR»
    nadie puede negar que para ser emprendedor en algún proyecto o empresa es necesario ser arriesgado y ese es un carisma que nadie pude quitar a los inmigrantes que llegan de otros paises en donde no encuentran oportunidad para iniciar algún negocio.
    Al dar un paso tan trascendental como emigrar es el sueño y busqueda de realizar sus proyectos y lograr a toda costa algún dia volver a su patria para enseñar lo que ha aprendido, para dar trabajo a su gente, dar la oportunidad que se le nego un dia y para que no vuelvan a migrar otras personas que buscan sus mismos sueños.
    atte. el inmigrante indigena
    hans perez

  6. Galicia en particular, pero toda España en general ha sido hasta los años 80 país de emigrantes. Yo misma fui una emigrante «intelectual» que buscaba aires nuevos en el sofocante ambiente de la dictadura. Los jóvenes de todo el mundo deberían poder emigrar libremente y abrirse paso en otros países, para poder volver ricos de experiencias, si no de dinero. A España la enriquecieron los emigrantes, antes con la colonización, después durante la depresión, y más recientemente durante la postguerra civil. Si Europa ha construído un nuevo espacio de libertades (el espacio Schengen), gracias al desarrollo conseguido tras siglos de guerras y colonias ¿no es incívico e injusto cerrar sus puertas a los emigrantes que por primera vez recibe en vez de enviar? No sólo españoles, sino irlandeses, italianos, ingleses, eslavos… han producido ríos de emigrantes en el pasado. Resulta irónico que Italia se convierta ahora en xenófoba tras haber expandido su población a los cuatro puntos cardinales.
    Dice Richard Straub en «Elerningpapers»

    «En el mundo empresarial actual, todos los días experimentamos lo que significa la apertura y los beneficios que aporta. La apertura se asocia con valores como la tolerancia, la libertad individual, el aprendizaje a lo largo de toda la vida, la participación, la capacitación y la cooperación, frente a los valores típicos del mundo cerrado, como son el mando y control, la gestión descendente, la gobernanza centralizada y burocrática, la regulación excesiva y el dominio colectivista por encima de la libertad individual. Los monopolios o cuasi monopolios son ejemplos del mundo cerrado, como también son manifestaciones típicas las jerarquías tradicionales con su gran burocracia y sus divisiones inconexas.»

    En Europa hemos inventado el estado burocrático y también una nueva visión del comercio abierto. En España, los del interior tendimos a visiones del mundo más cerradas que los del litoral (quizás este fenómeno sea general). Gracias a los emigrantes hay más comunicación y más apertura social y mental. ¡Gracias!

  7. Se poco acerca de todo, cada año que pasa dudo mas y tengo mas problemas con las certezas, mis dudas abarcan tambien a la emigración, pero con los sentimientos no tengo tantas dudas y lo que sé es lo que me apena, el dolor que me produce escuchar, y ver ciertas actitudes hacia los hombres y mujeres que todo lo dejan para no perderlo todo. Gracias.

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