Ayer estuve haciendo limpieza y ordenando libros y documentos. Me queda todavía mucho, sobre todo los documentos que son más difíciles de ubicar. Siempre que se hace, que yo no soy muy propenso a ello, se encuentran cosas que uno había olvidado en el baúl de los recuerdos. He «encontrado» varias novelas sin leer, lo cual me da material para mis noches.

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Igualmente he encontrado «7 domingos rojos» de Ramón J. Sender, que tantas veces he «re-mirado», sobre todo, su introito, el del Camarada Villacampa en las Cortes constituyentes de la II República, que es genial. Siempre recomiendo a Sender a mis alumnos. Entiendo que ha recogido o novelado muchas partes de nuestra historia, de esa historia que no se aprende en los colegios e institutos y universidades, porque «no es políticamente correcta». La historia oculta: el llamado «desastre de Annual» de su Imán, la sociedad desde la dictadura de Primo de Rivera hasta el fin de la guerra civil en «Crónica del Alba», esta gran historia romántica sobre la revolución obrera «7 domingos rojos», nacida de Casas Viejas, por sólo citar las que más he conocido y remirado.

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(Resulta curioso que cuando se busca Imán en google, la primera reseña de biblioteca sea la del Instituto Cervantes de Fez, y cuando se busca «Crónica del Alba» el Instituto Cervantes de El Cairo, y cuando se busca «7 domingos rojos» en un blog que se titula «Fraternidad Universal» e igualmente el instituto de El Cairo)

Es uno de esos novelistas olvidados, tal vez por su posición totalmente independiente de los poderes, sean cuales sean, en alguna medida, denostado. Y que hacemos olvidar a nuestra juventud, obviándolo, como se hace por los grupos dominantes con tantas cosas molestas o «políticamente incorrectas». Asi nos va. Sea esta entrada en su homenaje.

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Y reproduzco una pequeña parte de lo que dice el camarada Villacampa:

«Anduve por allí, estuve en el salón de sesiones. Todo era rojo y amarillo. Miré a ver quién mandaba en aquello y fui a uno que dicen que ra el presidente de la Cámara -a aquél salón le llaman Cámara-. Le pregunté qué significaba aquél acto, se puso muy serio, me observó, como las mujeres cuando no quieren nada de uno, y por fin me dijo que era «la apertura de las Cortes». Le hubiera preguntado más cosas, pero iba vestido todo de negro y blanco, igual que en los escaparates de las sastrerías, y parecía que si le hacía una pregunta más le iba a manchar la pechera. Arriba, en los balconcillos, había obispos y señoras. Abajo, filas de bancos y buenos manojos de bombillas. Por todas partes, fotógrafos. Cuando veía el palo del magnesio levantado iba disimuladamente y me ponía delante. He salido en todas. Hablé otra vez …….»

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2 comentarios en «Sender»

  1. De su época de lector en USA, exiliado español, me encanta una novela jocosa y bien avenida: «La tesis de Nancy», aunque es claro que no es el Sender del que hablo en la entrada, pero me gusta también.

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