Desde muy pequeño, me recuerdo jugando al futbol en la calle o en un prado o en los portales o en la playa. Siempre una pelota, a veces de goma, otras de trapo, otras una lata que golpeabas con tus pies, otra cualquier cosa que pudiera parecerse. En aquella época no había pelotas de plástico, ni casi de las de «reglamento», o no las había o eran demasiado caras para nosotros.

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Tengo dos recuerdos muy vivos:

uno, jugando de portero -de muy pequeño, jugaba siempre de portero- en un prado que había a doscientos metros de mi casa, en un sitio que hacíamos partidos entre nosotros. Me tiré a los pies de un delantero rival, me dió una tremenda patada y estuve algo conmocionado, tal vez hasta perdí el conocimiento, pero seguí defendiendo la portería de mi equipo;

otro, en la calle, en la calle vizcaya, a la altura del frutero, había dos portales casi juntos, en el medio de ellos estaba unas tuberías de desagüe del agua cuando llovía, y la portería iba de uno a otro portal, el suelo era de pavimentado de acera, y yo no llevaba rodilleras -eso era un lujo-, pero igual me tiraba. Los demás jugaban a «los pases» y fraguaban jugadas y me tiraban muchas veces a bocajarro. Casi siempre los que jugaban eran más mayores. A los mayores les gustaba jugar y no parar. Pero yo me «hice» un nombre con eso de parar entre los dos portales.

En verano, mi padre «me entrenaba» en la playa, donde si era más fácil tirarse y por supuesto, sin riesgo para mis rodillas. Mi padre había sido uno de los fundadores de un equipo de futbol del Portazgo, había sido interior derecho y jugaba muy bien, le daba bien a la pelota, y la colocaba donde quería. Pero siempre me recuerdo con una pelota en mis pies, en mis manos o donde fuera, y si no había pelota, se jugaba con una lata. Mi padre en la playa, me las tiraba para que «me luciera». En aquella época, Ramallets era mi portero, hacia «plongeones», no sé si se escribirá así, pero supongo que era una palabra inglesa españolizada, como corner o offside u otras. Lo cierto es que hacia lo que luego se llamó «palomitas», y eso es lo que yo imitaba. Me duró poco la época de portero. Mis rodillas estaban siempre magulladas o hasta heridas por las caídas.

Pienso que hacia los ocho o nueve años ya jugaba de delantero centro, siempre he sido delantero centro, aunque muchas veces como no era suficientemente bueno, me ponían de extremo. Pero eso fue más tarde, cuando me fui haciendo mayor. En esa época, jugaba adelantado e imitaba a el Franco de la Orquesta Canaro del Deportivo de los años cincuenta.

Por supuesto, no hacíamos ni por aproximación estas «virguerías» del video.

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