Lluvia, ¿por qué escapamos de lo que necesitamos?

«Un hombre -cuenta la tradición china- caminaba lentamente bajo la lluvia.
Un transeunte apresurado le preguntó:
-¿por qué no caminas más aprisa?
– También llueve delante -contestó el hombre»

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Nadie cuenta con el placer de caminar bajo la lluvia, casi parecido a cantar bajo la lluvia, o cantar antes de la lluvia. Parece que todos temen la lluvia. El transito en Madrid se ralentiza hasta niveles sorprendentes, dentro del ya sorprendente y bajísimo nivel normal. La gente compra paraguas, porque ha olvidado el suyo en casa o en una cafetería, para taparse. Cuando los veo, me digo: «nunca han visto realmente lluvia, no están acostumbrados». Si hubieran vivido en La Coruña seguro que no temerían tanto a la lluvia, pero tampoco olvidarían tan fácilmente el paraguas en casa o en el café, ni tampoco irían como tortugas atascando más todavía el transito. Y eso me lleva al contexto, a la cultura, al entorno en el que vivimos y nos acostumbramos. Todo lo que no hemos experimentado, lo tememos, o no estamos preparados para ello. La experiencia, finalmente, es todo. Es lo que necesitamos. Pues si la tenemos y la podemos contar, aprendemos; y si no la tenemos o no sabemos relatarla, no aprendemos. Se aprende contando experiencias, contando sobre la vida, escribiendo sobre ella, plasmando lo que ha pasado en un papel, o en un ordenador o en una tablilla egipcia. Porque no es suficiente con la experiencia, es preciso que está sea precisa y explícita-expresa, y que sepamos relatarla.

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Mi abuelo era un buen narrador. Mi padre era aún mejor. Siempre recuerdo que cuando nos contaba alguna película que había visto, si luego he vuelto a ver esa película, me ha parecido mucho peor que lo que contaba mi padre. Daba gusto oirlo. Era un gran narrador. Cada vez recuerdo más las sesiones vespertinas en la cocina, con mi madre haciendo la cena, y los dos escuchándolo. Un hombre excepcional, mi padre. Seguro que no apresuraba el paso más de lo necesario cuando llovía. ¿Para qué lo iba a hacer, delante también llovía? Es curioso que escapemos de lo que tanto necesitamos y que es el origen de nuestra vida.


Cantando bajo la lluvia

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Un comentario en «Lluvia, ¿por qué escapamos de lo que necesitamos?»

  1. Guau, me he puesto a cantar y no para de llover. Este mayo viene lluvioso. Hoy ha sido un día oscuro, casi invernal, si no fuera por las temperaturas. Esto me ha ayudado a montar mi nueva estantería, aunque todavía no está completada la obra, pero estoy quedando satisfecho. Luego salí a la facultad y me mojé, aunque por si acaso me llevé un paraguas que, como ya estoy acostumbrado a los madriles, dejé en el coche, y cuando lo necesité no lo tenía. De todas formas, experimenté algo que muchas veces añoro: sentir la lluvia en un paraguas, aunque aquí no hay viento, y el viento siempre me da energía. El viento o la brisa me llena de energía, de vida, de ganas. Cosas mías. Pero no sólo mías.

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