«Un niño judio le pregunto a su padre:
– ¿Qué es el dinero?
– Mira -le dijo el padre
Cogió un vulgar cristal y lo colocó delante de una ventana. A través del cristal, el niño podía ver la calle, los transeuntes, los coches.
– Y ahora -dijo el padre-, mira bien, pongo dinero al otro lado del espejo -lo tapó por completo con el dinero- Ahora ya no ves la calle, solo te ves a ti mismo»
Jean-Claude Carriere nos ilustra en «El círculo de los mentirosos» con este relato. Envidio al padre judio, porque ha explicado muy bien eso del dinero. En realidad, el dinero es algo ficticio, pero no deja que veamos nada más que nuestro propio ser, nuestro egoismo. Dicen: «dinero llama a dinero» y así también es: cuanto más, más se piensa en él. Si no lo tienes, también piensas, pero más en lo que podrías comprar para satisfacer tus necesidades; pero si lo tienes, quieres más y más, y como decía la canción: «el que tiene un peso, quiere tener dos; el que tiene cinco, quiere tener diez; el que tiene veinte, busca los cuarenta y el de los cincuenta quiere tener cien. Todos queremos más …..» El dinero es nuestro egoismo, es nuestro ego sobresaliente y ampliado, ………… cuando lo tenemos.
Para innovar casi no se necesita «plata»; si buscas plata, no innovas. La innovación es posible desde la escasez, desde la necesidad, desde la falta de plata. Cuando tienes plata, no te preocupas por innovar, sino por hacer más plata.
Estoy de acuerdo que en una primera fase solo desde la escasez es posible la innovación ¿ pero la «innovación» no llamará a la «innovación»? ¿como mantienen las cuotas de mercado las multinacionales: Zara, Louis Vouiton…..?
Las empresas que han llegado a la magnitud de cuasi-monopolios ya no innovan, solo «hacen como que innovan», utilizando normalmente la moda o la publicidad para mantenerse en los niveles y aumentarlos. Pero es que además, normalmente esas empresas que primero fueron pequeñas, luego fueron creciendo y ahora son grandes, han aprendido que lo más importante que tienen es el «know-how» sobre como han llegado adonde han llegado, y entonces, pueden expandirse sin problemas internacionalmente, y hay todavía mucho mercado por cubrir; o pueden hacer de su forma de hacer un modelo, a través de franquicias y otras formas, y con ello, conseguir que otros inviertan su dinero en su propia expansión, al tiempo que realizan un rapidísimo crecimiento, debido precisamente a que utilizan dinero de otros para su propio impulso. Las franquicias significan ahora lo que significó la creación de la sociedad anónima a finales del siglo XIX: un magnífico sistema para expandir tu negocio utilizando menos capital del que ya tienes invertido.
Por otra parte, las grandes corporaciones normalmente tienen un gran poder sobre el mercado y sobre el cliente, y o bien este está «convencido» de antemano, como puede pasar en el caso de Zara, y tiene que hacerlo muy mal Zara para que tienda a des-convencerse de su bondad; o bien juegan con las marcas, normalmente fundamentadas en las supuestamente clases altas o clases a las que se le ve en revistas como Hola o televisiones de todo tipo, eso lleva a inducir en otras personas la compra de sus productos, que puede ser el caso de Louis Vouiton u otras marcas. La marca te confiere casi un monopolio del mercado, y todo lo que vendas con esa marca, se vende.