Un proyecto innovador ha de saber priorizar las variables, definir que es antes y que es después y qué es más importante y que no lo es. Una orientación es esta transparencia. Contiene tres fórmulas básicas para darle sentido estratégico al proyecto.
Primera, la calidad tiene que primar sobre el beneficio: hay que llegar al beneficio o a la eficiencia, haciendo las cosas bien. Si no enfatizamos en la calidad, las cosas se vienen abajo y además, no motivan. Un proyecto que busca beneficio es sólo eso, un espacio lleno de posibles cantidades, pero sin calidades. Ah, y no es fácil motivar por el beneficio, pero si es relativamente fácil motivar a partir de la calidad, porque a todos nos gusta hacer las cosas bien, y cuando no podemos, nos desmotivamos, sencillamente.
Segundo punto, hay que saber centrarse en la intercomunicación y en los formatos de transparencia. La departamentalización casi siempre acaba mal. Si priman los organigramas sobre los proyectos, mala cosa. Si priman los puestos y el potestas sobre el autoritas, malo. Si prima el «divide y vencerás» sobre la cooperación, malo. No es que sea imposible tener un proyecto innovador basado en la especialización aguda y dividida: han pasado las épocas de los heroismos y de los héroes. Mejor intercomunicados, en red, cooperando, sin duda.
Tercer punto: un proyecto innovador tiene un efecto pernicioso si se construye desde arriba. La participación ha de estar por encima de la jerarquía. La jerarquía sirve en determinados momentos, pero no en todos, y menos en el análisis, el diagnóstico y la configuración del proyecto. Son tareas que se emprenden mejor grupalmente que individualmente. La mayoría de los grandes errores organizacionales y de instituciones se deben al aislamiento del jefe y a su prepotencia. Sirve de poco fortificarse en el castillo. Las cosas serán, si pueden ser, y quién sabe mejor que muchos si pueden ser. Si por casualidad, que no es muy común, el proyecto del jefe coincide con el proyecto necesario, será aceptado, pero no será objeto de grandes celebraciones, porque en el fondo tendría que haber sido un proyecto de todos.
Tres priorizaciones para un proyecto innovador. Ya sé que a algunos les puede parecer utópico, pero no lo es, y contiene no sólo visión, sino y sobre todo, sentido de lo real. Si los potestas supieran algo de lo real, no harían muchas cosas que intentan.
Los proyectos que buscan beneficio sobre todas las cosas pueden calificarse de rentables, y por tanto, moverse en la satisfacción a corto plazo, pero no tienen que ser innovadores más que en la medida en que circunstancialmente coincidan ambos términos.
Hacer un trabajo distribuyéndolo en partes aisladas es poco interesante para conseguir buenos resultados y calidades, pero si es importante para mantener el control del proyecto por parte del que manda.
Desarrollar un trabajo de forma excesivamente jerarquizada impide o reduce la motivación de los participantes, y por tanto, no conseguirá nunca los niveles de creatividad, de inspiración y de satisfacción que obtendría con otras estrategias más adecuadas.