«No necesito saberlo todo. Tan sólo necesito saber dónde encontrar lo que me haga falta, cuando lo necesite». (Albert Einstein).
«El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender» (Montaigne)
¡Qué importantes son ambas ideas! No se trata de acumular ideas ni de llenar botellas, se trata de saber cómo llegar a saber lo que se necesita en cada momento, y también de hacer brotar el fuego de la motivación por el aprendizaje. Y esto es válido no sólo para la labor de los profesores, y tendría que ser eje de un proceso de renovación de los espacios de aprendizaje, sino que también lo es para cualquier tipo de profesional y su formación continua. Por desgracia, y lo conozco un poco, la formación continua se fragua sobre más información, más técnicas, más datos, más teorías, más conocimientos, ….. digo yo: demasiados, y sin embargo, la formación continua no se elabora a partir de las experiencias de los participantes, que son muy importantes para renovar sus competencias, tal vez lo más importante para hacerlo. Si seguimos pensando en términos de cantidad en vez de calidad no vamos a ningún sitio. No es cuestión de cantidad el aprendizaje, sino de calidad; no es cuestión de cantidades o contenidos básicamente, sino de formas, de estilos, de maneras de hacer las cosas, de métodos.
¿Joven o Vieja?
Me temo que eso de la enseñanza gratuita, también para la formación continua, se lo ha tomado todo el mundo en serio, y por esa transformación tan sútil y equivocada que hacemos de «precio-valor», todos acaban deteriorando el aprendizaje incorporando cosas y cosas, y cosas y cosas, y más acumulación de ¿capital?, pero no se aprende que las cosas cambian a partir de ellas mismas, y las personas igual, y no se puede despreciar su saber tácito, su saber que puede ser expreso, y sustituirlo por lo que dicen los supuestos maestros sobre más y más competencias técnicas. ¿Cómo podemos deteriorar tanto el proceso de aprendizaje como para pensar que se trata de transmitir conocimientos y punto? ¿Estamos locos o somos ignorantes?. Sería mejor que estuviéramos locos.
He leido ayer una entrevista con uno de nuestros rectores más afamados y se mostraba «complacido» de lo buenos que son nuestros alumnos cuando se van de Erasmus. Son tan buenos como los nativos. Lo cual no es de extrañar. Desde luego, y normalmente, los erasmus que llegan a nuestro país son mucho mejores estudiantes que la media de los de aquí, lo cual es normal, porque son «elegidos», por tanto, no se puede sacar de ahí la «autocomplacencia» de que enseñamos bien a nuestros estudiantes, porque los que se van de Erasmus también son elegidos entre los nuestros.