Es sorprendente la continua tergiversación que hace el poder en la presentación de datos que no son favorables. Tergiversación es una palabra suave, más bien, fraude. El poder presenta la información como quiere, y aún diciendo cosas que son ciertas, el resultado es una gran mentira. Los periodistas suelen estar poco informados o nada, y recogen las notas de prensa de los ministerios correspondientes y las reproducen como pueden. Es más cómodo repetir que analizar o rehacer. Para poder analizar un dato es preciso tener al menos una comparativa, pero casi nunca existen fuentes documentales adecuadas para hacerlo o si es así, es preciso hacer «mucho trabajo» y es mejor reproducir -¿por vaguería, por falta de profesionalidad?- lo que dice el poder, y eso lo sabe el poder, por eso les da mascados y ordenados los datos en las notas de prensa a los periodistas asistentes.

Casi siempre es así, pero mucho más cuando se trata de las estadísticas relacionadas con el empleo y el paro. Cuando el dato es malo, malísimo -aunque en este caso, solo es un anticipo de lo que será en poco tiempo-, se dan muchas estadísticas que confunden a cualquier lector o al periodista-intermediario. Cuando el dato es bueno, cosa que ahora en este caso no ocurrirá con facilidad durante dos o tres años, se focaliza el dato, se hace explosión de «pechos fuera» y va a presentar las cifras el ministro. Cuando es malo, mandan a un «mandao» que sólo mirando como mira ya se sabe que no está más que ocultando cosas: baja los ojos, dificilmente mira a la cara, y de tanto mirar sus papeles y remirarlos, parece que ha perdido el sentido de su propia vida y que está intentando encontrarlo en esos papeles que lleva consigo. ¡Menudo compromiso en que lo han metido!.
11.gif
Muchos parados más para un trimestre. Como la economía se está desacelerando progresivamente, es probable que este año aumentemos la cifra de parados en casi un millón de personas. Ya hay estimaciones de un sólo sector, el de la construcción, que hablan de más de medio millón. Sin embargo, nuestra cultura de «nuevo rico» impide ver que las cosas son como son y que hay que ponerles remedio, trabajando, siendo más serios, innovando, organizándose mejor, y viendo mercado, sí, porque todavía somos un país que «no ve mercado», aunque algo se ha avanzado. Eso, en términos más asequibles, quiere decir que «no somos precisamente unos linces a la hora de vender», porque para vender es preciso a) ser buenos profesionales, haciendo bien lo que hacemos; b) currar mucho y bien organizados; c) tener un poquito de humildad. Como el de Cámara Café hablamos mucho, pero vendemos poco; bebemos mucho, pero vendemos poco; nos creemos mucho, pero vendemos poco. Y todo está relacionado. Claro que no sé ni porqué lo digo, pues seguro que ni siquiera es necesario rectificarme.

Entradas relacionadas

Un comentario en «246.000 más»

  1. Ahora 246.000 tendrán que aprender o re-aprender a «venderse». Se harán muchos cursos del INEM y de instituciones similares para que hagan bien el cv, sepan hacer una entrevista de trabajo y todo eso, y puede ocurrir que vuelvan a encontrar trabajo, y entonces, volverán a su estado básico cultural: no saber venderse. Y por qué hablo yo de esto? Pues muy sencillo, porque saber comunicar es también saber venderse, saber relacionarse también es así, y muchas otras funciones esenciales de tipo social depende no sólo de una técnica, sino de una actitud hacia los demás, que por desgracia tenemos demasiado dormida en nuestro interior. Nos parece lamentable que nadie nos tenga que enseñar algo que no nos gusta, «porque yo nunca me vendo» y que tengamos que aplicarlo: «le conté un rollo tremendo, muy creíble», y engañar en lugar de disfrutar del hecho de aprender algo nuevo, algo que es imprescindible: a nadie lo vienen normalmente a buscarlo, ha de ir a encontrar las cosas. Cuando se cae algo de la mesa, una tijera por ejemplo, no se vuelve a incorporar y a ponerse en la mesa. Si no te agachas y la coges, no sube. Ahora bien, puedes decirle a un hijo o a otro que te la coja, y eso es lo que tantas veces hacemos cuando re-buscamos trabajo, que sean otros los que nos ayuden, porque nosotros, en el fondo en el fondo, «no queremos vendernos». Resistencias culturales. Claro que la resistencia se rompe cuando el grado de necesidad aumenta, como todo. Y mal que bien tendremos que hacerlo. Hay mucha dignidad en saber buscar trabajo; hay más dignidad y previsión en planificar su búsqueda y prepararse para ello; y hay más todavía en conseguirlo por méritos propios a partir de ese aprendizaje necesario para «vendernos». ¿No les gusta la palabra? Pues hasta la utiliza Marx o sea que no sé de qué se pueden quejar: «vender nuestra fuerza de trabajo», esa es la cuestión.

Responder a roberto carballo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *