En un artículo en nuestro blog de innovación educativa, abordo el tema de los inhibidores que están rondando nuestro grupo, es decir, las grandes dificultades que a veces tenemos, precisamente por ser innovadores. No es una queja, es una realidad que hay que superar, y convivir con ella, y no dedicarle demasiado tiempo ni energía, pero conviene dejarla clara, consciente, evidente, y que pueda ser conocida por todos.

Porque muchas veces los que nos dedicamos a la innovación, precisamente por ir dos o tres o cuatro pasos por delante, somos muy incomprendidos, y luego nos dicen: claro, es que vas tan rápido. Y no es eso, es que los otros van demasiado lentos. No somos nosotros los rápidos, nosotros podríamos ir mucho más rápidos, pero como ya sabemos que vamos a tener muchas dificultades por ello, ralentizamos la marcha, casi paramos y aún así tenemos problemas, problemazas y problemitas, todos juntos.

Los inhibidores están en el poder, en la potestas, en la jerarquía; los inhibidores están en los que no quieren currar; los inhibidores están en los envidiosos; los inhibidores están en los que no quieren oir; los inhibidores están en los que están cómodos como están, y no quieren que nada cambie; los inhibidores están en una sociedad como la nuestra en casi todos los sitios. Según te mueves un poquito ….. «ya no sales en la foto», porque alguien te saca de ella. Pero los inhibidores no son nada, más que rasgos vacíos, más que gestos sin contenido ni práctico ni social; son «tigres de papel», y a su vez son la plataforma desde la que se levanta el edificio de la innovación (véase mi artículo en Madri+d: «De los inhibidores a los sublimadores: un camino de innovación»).

Qué le vamos a hacer, las cosas son como son, y quejarse de ellas no sirve para nada, mejor aprovecharlas para convertirlas en sublimadores, en potenciadores de la innovación, porque el rio va a seguir su flujo, y los que resistan, podrán hacerlo más o menos tiempo, pero al final, sus defensas se verán desbordadas por la corriente. Y seguirán pensando que han tenido mala suerte o que no les han comprendido, o que las cosas van siempre a peor, pero no es así, las cosas a veces van a mejor y otras a peor, y cuando podemos liderarlas nosotros, casi siempre van adonde queremos que vayan, por lo que tenemos que trabajar para ser líderes y no personajes dependientes de las corrientes fluviales de la vida.

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