Alguien habla de innovación e inmediatamente hace una traslación y ya no habla de innovación, sino de tecnología y de innovación tecnológica. Parece que disfrutamos con los cachibaches tecnos. Esa identificación es totalmente falsa, porque que es la innovación tecnológica sino el producto de personas y de grupos que han llevado a diseñar y desarrollar esos artilugios. Por tanto, es la persona, es el grupo, es la pareja, la que está detrás de todo eso, es decir, sin ser humano no hay innovación tecnológica. Por tanto, dejémos de chorradas. Innovación tecnológica no es nada en si misma. Y lo olvidamos. Y nos entusiasmamos con los artefactos.
Otra cosa que se olvida en este tema es de donde nace la energía para desarrollar innovación. Nos parece tan evidente, que nadie lo apunta. Todo está en relación a una necesidad, a una realidad de necesidad. La necesidad impulsa la renovación y la innovación. No hay Ronaldinho o Rivaldo sin fabelas, sin necesidad. En la abundancia, la innovación es ….. nada, bastante tenemos con gastarnos o con contar lo que tenemos.
Otra cosa que olvidamos. Se llega a ser innovador, pero no se es innovador para siempre. En cuanto somos reconocidos como tales, la mayoría de las personas o empresas empiezan a dejar de serlo, porque no saben digerir el éxito. Estoy seguro de que las empresas que han llegado arriba han sido alguna vez innovadoras, pero …… en cuanto han empezado a escalar han perdido la agilidad y sobre todo, la composición para seguir siéndolo.
Otra cosa que se olvida o no se sabe. Se innova mejor viendo lo diferente que mirando lo parecido. La libertad y la apertura a otros sitios crea condiciones para innovar. Por eso no es una tontería atribuir a los fenómenos innovadores una cierta cualidad de relación con ubicaciones al lado del mar o en sitios abiertos, donde se puedan percibir otras culturas, aunque sea que ellas vengan a nosotros. En ese sentido, los malagueños, por poner un ejemplo, están en ventaja con los turolenses. La innovación sale de la complejidad de lo diverso, y no de la homogeneidad. La homogeneidad sirve para otras cosas, para guerras y cosas así, pero no para generar innovación, aunque alguna de mucho intentarlo, puede salir.
Otra cosa que no se suele contemplar: innovar es como vivir, no tiene nada de anormal, es lo normal, es saber dialogar con el rio que sigue fluyendo. Cuando somos capaces de adelantarnos a su flujo y preverlo, estamos cerca de la innovación. Pero no es nada anormal; lo anormal es no innovar, igual que lo anormal es no vivir. Por tanto, filosofemos e innovemos, como diría Epicuro si viviera.
Otra cosa que nunca se tiene en cuenta. Innovar no se hace desde arriba, y basta de quejas de si los de arriba no dejan, si no se atreven, si no quieren …… Dejémonos de monsergas. Se innova desde el medio para abajo. Los de arriba ya no se les puede ocurrir nada, bastante tienen con mantener su potestas, su posición de dominio, y conservarlo; pero no se mueven en el ámbito de la «autoritas», de la autoridad reconocida por el otro (esto idea se la debo a Cesar Díaz-Carrera, gracias amigo). La innovación se puede boicotear desde arriba, pero no se puede montar desde arriba, y hay alguna excepción, pero pocas. Porque los de arriba siempre están en peligro, y el mayor peligro es que alguien les salga demasiado listo. Y esto ocurre hasta en las mejores familias.
Una última cosa que se olvida y es que no quiero decir más. La innovación no mejora cuando pagamos más, cuando tenemos más dinero, cuando hay recursos financieros suficientes o más que suficientes. No, lo siento no es por alcanzar un porcentaje del PIB por lo que haremos realmente innovación, sino porque nos gusta, porque culturalmente nos parece maravilloso ser sorprendidos y sorprender a los demás; porque amamos a los demás, y queremos lo mejor para ellos, porque nos «duelen» la pobreza, las necesidades y las penurias de muchos. Ya sé que no me van a entender, los que tendrían que entenderme, pero tampoco intento convencerlos. Lo cierto es que no es una cuestión de dinero, sino de orientación personal, de lo que ahora se llama valores, aunque yo tiendo a no darle tanta presencia como otros, de trabajar para los otros, de sentir que «el otro es el que nos salva», pero nosotros tenemos que salvarlo, que hacer algo por ellos. La innovación tiene que ver con el sentimiento de amor, de amor a los demás, como diría Juan Rof Carballo.
Y nada más por hoy …… pensar, reflexionar, comentar y aprender. Aquí estamos.