Los alumnos, y a veces, los profesores, llegan tarde a la hora de clase y se pierden diez o quince minutos o a veces más en empezar las materias, por lo que una clase de una hora y media se transforma en una de hora y cuarto y hasta de sólo una hora. Sin duda, si el profesor da ejemplo, los rezagados son menos, y los tiempos se reducen, pero en cualquier caso, siempre se produce que los “serios”, los que llegan a la hora, “esperan” al menos diez o quince minutos a los “tardones” .
En cualquier caso, la reacción normal de los profesores es o permitirlo, que es lo más común, o sancionarlos pasando una lista al principio, o enfadarse con “los que están”, que no tienen ninguna culpa, sino que sufren las consecuencias y los enfados del profesor por ser serios y estar, o reprimirlo, cerrando el aula a la entrada. En definitiva, o tolerancia que no resuelve el problema, o imposición que acaba produciendo regresión –por ley de los hermanos- a los que son responsables. No son buenas soluciones.
He experimentado una solución que ha dado muy buen resultado y además, ha conducido a los presentes a valorar altamente dicha alternativa. Consiste en lo que he denominado “píldoras”. Se traen autores relacionados directa o indirectamente con la materia, pero en todo caso, autores-maestros de la filosofía, del arte, de la ciencia, de la literatura, de la poesía, de la música, y se lee algo de ellos, cinco minutos para leer y otros tantos para pensar. Se empieza a la hora en punto rabioso y aumenta la puntualidad en un 60% aproximadamente, según nuestras estadísticas.
De esta forma, el que está en el aula a su hora “se lleva” algo diferente, algo muy interesante, algo que complementa lo que aprende, que lo enriquece, y el que no está “no se lo lleva” . Y si se buscan fuentes diferentes a las citadas en la “píldora”, es porque el método les gusta, y así lo declaran. Hasta ahora hemos experimentado este método en la clase de Sistema Económico Mundial, pero es probable que en poco tiempo se haga en otras muchas de los miembros del grupo o de otros profesores, dado que le hemos dado publicidad en nuestro blog y hemos explicado en que consiste y cómo se puede aplicar.
Es una buena idea. Distinta, pensada.
Soy de la opinión de que aquellos que llegan tarde a una clase/reunión son irrespetuosos, no sólo con sus compañeros o con el profesor, sino también con ellos mismos porque no son capaces de aprovechar aquello que se les brinda.
Esta idea de las pildoras, puede ser buena, pero siempre que tenga relación con el objeto principal de la clase. De otra forma, ¿ realmente motiva al alumno tardón?
Un saludo.
M.Guerrero.
Ese suele ser el sentido, que sea como un prólogo o prefacio a la clase, pero una vez establecida como normal, pueden caber muchas variaciones. Gracias por tu comentario, y espero muchos más. Un abrazo, Roberto Carballo
Utilizo las píldoras por una razón fundamental: actualizar los maestros y por supuesto, prologar las clases, darles el sentido profundo de aprender que necesita todo espacio de aprendizaje. No son mis maestros, sino también mis maestros. Están muy elegidos, no me vale cualquiera, y sobre todo, aquellos que han trabajado por todos y para todos, y no se han quedado en «ganar» dinero o poder, sino que en cierto modo, fueron de una u otra forma, perseguidos o ninguneados por las mayorías dominantes. Cabe aquí Sócrates y no Platón, Confucio y no Maquiavelo, García Márquez y no Miguel Angel Asturias, Neruda y no otros más avalados por la historia, y asi.