La noticia dice que somos el trigésimo primero en esto de Desarrollo Tecnológico. Que lo dice el Informe Global sobre Tecnología, encargado por el Foro Económico Mundial, y que están por encima nuestra hasta Malta y Portugal. Bien, no hay nada nuevo en la noticia, sólo la noticia en sí y la forma de redactarla. Por encima están los de siempre, con alguna variación mínima. Los díez primeros son: Dinamarca, Suecia, Suiza, EEUU., Finlandia, Singapur, Países Bajos, Islandia, Corea y Noruega. La noticia no indica mucho más …… pero se hace uno la idea de los que ocupan los puestos 11 al 20 y además, qué más da. Sólo extraña que Japón no ande entre los diez primeros, pero no empieza a extrañarme dados los últimos quince años de los japos.
¿Por qué estamos en la cola? Uy, muchas son las razones, muchas. Vamos a postular algunas:
La cultura, la cultura de nuevo rico, de hidalgo y de abundancia. Es una cultura que no favorece la innovación, la tecnología, lo nuevo …. como mucho favorece comprar «artefactos y cachibaches» variados. ¿Quién y qué beneficios tiene innovar y desarrollar tecnologías? Pocos, y además, el formato suele ser de subvenciones, o sea que malo también. Lo que se subvenciona y no nace por necesidad, casi siempre es profundamente ineficiente y desmotivador en sus resultados.
Segunda razón, la cultura también, pero ahora el individualismo, un individualismo duro, de enfrentamiento, de competencia a muerte, con gran dosis de envidia encubierta o no tan encubierta. El individualismo no favorece la innovación ni tampoco la tecnológica.
Tercero, el poder, el poder como discrecionalidad, como arbitrariedad, el poder ejerciente en formato jerarquizado. El poder quiere dirigir la tecnología, y la tecnología y su mundo se «resisten» a las ideas del poder, a las grandiosas ideas (¿seguro que son buenas?) del poder, o a su opuesto: su abandono: ¿tengo que repetir la tan odiosa frase de Unamuno?. No lo haré por pudor, pero ahí queda.
Cuarto, otra forma de poder, la religión, que últimamente nos está dando más de un disgusto con sus posiciones cada día más fosilizadas y dogmáticas. Parece que hacer tecnologías es un pecado mortal, entra dentro de lo que es y ha sido la católica, apostólica, romana, que ahora tiene un buen competidor en los innombrables. ¿Cuantas pegas para hacer ciencia o tecnología o algo que pueda cambiar las estructuras «celestiales» del poder? Por eso me cae simpático Fred Hoyle y no los seguidores del Big Bang, aún suponiendo que no tuviera razón, vale la pena al menos ir en contra de algo no probado, pero aceptado, porque lo aceptan quienes tienen que hacerlo (por una vez, la ciencia no va «contra los dogmas», o ¿ya ha ocurrido otras veces?).
Quinto, y ya en un plano cultural de a pié: NO TENEMOS NI IDEA DE TRABAJAR EN GRUPO, no tenemos ni idea de colaborar, no tenemos ni idea de cooperar, de trabajar con otros, NO TENEMOS NI IDEA, y además, te miran mal si propones algo en esa línea, sí, he dicho bien, te miran mal y «te dan de lado». Pero ¡qué dices! no, tenemos cosas más importantes que hacer que aprender ahora a colaborar y trabajar en grupo con los demás. Erre que erre seguimos con nuestros chiringuitos bien piramidales, cada vez más queriendo llegar al cielo, y donde los de abajo no son más que acompañantes, que como dicen los empresarios han de ser fieles (fidelizados) y trabajar «alineados» (¿alienados?, qué más da) de acuerdo con las posiciones de los de arriba. La infidelidad y la falta de alineación se paga con el despido, en este mundo precario que ya vivimos gracias a la globalización. Fieles y alineados: iglesia y ejército copiados y reproducidos por las organizaciones empresariales: empresarios, y los otros dos poderes terrenales, todos juntos y alineados. Por eso tienen tanta fuerza. Pues bien, que lo sepan: NO TIENEN NI IDEA DE LO QUE ES COLABORAR, NO TIENEN NI IDEA DE LO QUE ES TRABAJAR CON OTROS, NO TIENEN NI IDEA DE LO QUE ES COOPERAR, y así nos va. Y no voy a seguir, con cinco razones ya es mucho, mucho más de lo que ellos quieren darte para que las cosas cambien,, y en vez de ser los últimos, acercarnos un poquito hacia arriba. Tampoco pido mucho.
Creo tener una explicación a nuestra dificultad para el trabajo en grupo. Se debe a que desarrollamos desde nuestra tierna infancia otro tipo de estrategia, la del “amiguismo”. Es una estrategia espontánea. En los largos recreos de los colegios establecemos vínculos perenes con otros niños o niñas, “el amigo íntimo”, que ayuda a enfrentarnos con los “otros”, en principio hostiles y enemigos (o como poco, despreciables). Posteriormente el grupo tiende a incrementarse en número, pero sigue siendo exclusivo y cerrado, tanto, que no se concibe que se pueda hacer algo con una persona que no sea del grupo. Los profesores no suelen intervenir en este proceso porque no lo consideran negativo.
La llegada al medio de trabajo parece que debería romper con nuestras uniones previas. Sin embargo el sistema persiste. Una vez llegado al nuevo medio de trabajo es importante afianzarte fuertemente a un grupo, preferentemente el dominante. Es mucho más importante ir a tomar café con un grupo influyente (si es una persona influyente, mejor) que dedicarte a trabajar. Los que no comprenden bien el país en el que viven e invierten las prioridades, se arriesgan a sufrir el abandono, desprecio, y si tienen mala suerte incluso acoso laboral por uno o varios de los grupos dominantes.
¿Qué hacen los países en los que se trabaja mejor en grupo? Yo estuve varios años en Inglaterra con dos niños pequeños y tuve la oportunidad de ver como manejan el sistema los anglosajones. En primer lugar, los recreos de los colegios no son tan largos; esto se debe a diferencias en el carácter de los niños, los niños ingleses son más quietos, están acostumbrados a ser guiados por el profesorado incluso en el recreo. A pesar de eso muchas veces los niños crean espontáneamente relaciones de amistad exclusiva. Por ejemplo, mi hija hizo dos amigas íntimas en su curso (11 años). Al contrario que el profesorado español, el profesorado ingles consideraba de forma muy negativa ese tipo de amistades. En primer lugar, hablaron con cada niña por separado, explicándoles que ese comportamiento impedía el trato apropiado con los otros niños, después hablaron con los padres de cada una de ellas, explicando lo mismo. Por último, en el siguiente curso, las separaron en tres grupos distintos.
En resumen, que para mejorar nuestro trabajo en grupo, o incluso para poder trabajar o que nos dejen trabajar, sería necesario empezar por ver como negativo el sistema del “amiguismo”. La verdad es que no sé como podría hacerse eso.
¿Por qué no se innova? Otra razón, además de las apuntadas, remite a la carencia de estímulos sociales. Los niños no quieren ser científicos. Sólo, por influencia de los padres, aspiran a actividades de fama, prestigio y ganancias rápidas: deporte, famoseo vario… e incluso política.
El científico o la persona que desea la innovación para mejorar el entorno no aparece entre lo más demandado. Acaso lo más terrible reside en que, desde una perspectiva de coste/beneficio, tampoco resulta atractivo: estudiar mucho para ganar poco, pueden pensar muchos padres. Gran esfuerzo para tan poca recompensa, pensarán otros.
Resulta tragicómico que no ganar un gran torneo deportivo pueda ser un drama mientras que nadie se pregunta porqué no ganamos un premio nobel.
Un saludo,
David Alonso