«Innovación y Gestión del Conocimiento» tiene un prólogo, lo titulé, siguiendo «Camino a Innovación», quizás hubiera podido llamarse de forma más sofisticada, pero me pareción un buen título. El título, ya saben, se pone al final, cuando ya todo está casi o todo terminado. Como siempre, empecé a escribir, casi sin ninguna idea, pero poco a poco la escritura «me fue organizando». Así pienso que son muchas cosas, pensamos demasiado muchas veces lo que tenemos o no tenemos que hacer, hasta lo diseñamos con esmero, y luego cuando nos vamos a poner en marcha, resulta que algo nos distrae y lo que era decisivo, central, se convierte en secundario y algunas veces, hasta se olvida el sentido y las ideas ya concebidas. Yo creo que pienso bien escribiendo. No me importa equivocarme. Prefiero hacer el camino, tirarme a la tarea, a la piscina. La escritura y la tarea son dos magníficas terapias contra la depresión y la protesta y el conflicto; escribir aplaca las cosas, les da una dimensión posible, sientes tus limitaciones, sientes que puedes, pero no puedes, y que nunca es todo lo que te hubiera gustado hacer, pero es lo que has hecho, y ahora no lo vas a borrar. Escribir es evidentemente terapéutico. También lo es «embeberse» en una tarea. Cuando tienes trabajo y te gusta, te olvidas de casi todo, no lees las «nefastas» y corrientes noticias, no te dejas invadir por las desgracias, sólo quieres sacar adelante las cosas; no importa nada, hasta no importa el cansancio. El cansancio no existe si haces algo que te motiva, que te enrolla, que te engancha, algo que sientes que puede servir para algo, para tí, claro y tal vez para los otros. Si alguna vez me atrevo a escribir el primer cuento o la primera novela -que es una asignatura pendiente-, no lo pensaré dos veces, empezaré a escribir, es probable que tenga que modificar las cosas, pero seguro que escribiendo encontraré el sentido y argumento de lo que quiero contar, y sino, que sea la historia la que me lleve. Las historias te acaban envolviendo y conducen tus manos y tus pies hasta ¿Perdition?, como decía la película, o hasta Innovation. Ahí es un punto donde innovación y creatividad se pueden dar la mano; que conste que pienso que no siempre están en las mismas líneas de desarrollo, pero para mí escribir es como hablar o como vivir, es un acto, es una acción, una acción donde lo paso bien y me renace. Ahí sigue el argumento del prólogo, donde enlazo mitos, internet y astronomía, buena mezcla.

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La indignación y la energía se han fundido en mí en estos primeros días de enero. Me siento indignado. Tengo la impresión de que nos cuesta o no queremos o tal vez no sabemos hablar claro. Y si lo haces, parece que se corre un tupido velo en torno a ti, que de pronto eres una vez más políticamente incorrecto. No me importa tirarme a la piscina, mi mostrar mi indignación. Un maestro me dijo alguna vez que la indignación es un buen principio para empezar a cambiar. Empleo e inflación son temas sociales y culturales, fruto de relaciones sociales básicamente indignantes: empleo insuficiente y de poca calidad; inflación siempre. ¡Qué empleo! ¡Qué inflación!.

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