Si, grandes inversiones y grandes beneficios. El BBVA obtiene el 55% de sus beneficios brutos en sus negocios en Latinoamérica; el Santander, un 37% y Telefónica un 33%; Endesa un 30% y Repsol un 45%. Las empresas del IBEX35 la cuarta parte de sus beneficios.

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La inversión española en Latinoamérica ha sido espectacular, como nunca se había producido en ningún otro sitio, y es rentable, ya lo creo que lo es. Se han invertido más de 120.000 millones de euros en los últimos catorce años. ¿Se lo imaginan en pesetas? 20 billones de los de aquí. Mucho money. Y la experiencia de gestión podríamos decir que ha sido desigual, siendo moderados en la calificación.

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Se ha aportado, sobre todo, modernización organizativa y tecnológica, know-how, experiencia, Y la inversión ha ido mejorando según los mismos inversores cobraban experiencia. Al principio, fue más inadecuada, pero poco a poco se ha ido mejorando tanto en las formas como en los contenidos. Las empresas españolas tenían poca experiencia internacional o como empresas multinacionales y tuvieron que aprender en la misma práctica en el espacio latinoamericano. Esto supuso más de un error significativo, más propio de la inexperiencia o la calidad de la gestión que de otro tipo de consciencia. Los primeros diez años se aprendió mucho y en los últimos diez años, esa misma experiencia ha servido para proyectarse en otros mercados. Paralelamente, los mercados inicialmente ansiosos por mejorar las prestaciones de servicios, no repararon en la calidad de las prestaciones y valoraron sobre todo, la tecnología aplicada. Ahora se han ido haciendo más exigentes y estas empresas tienen por delante el reto de un aumento de la calidad, pero sobre todo, el de la orientación estratégica al cliente, que todavía está relativamente descuidada en términos generales. Y esto es así, porque esas mismas empresas en nuestro país no son tampoco especialmente destacadas por su orientación al cliente, debido en gran medida a las posiciones básicas de monopolio u oligopolio respecto al mercado. Y también al hecho de que la demanda en España no es muy exigente todavía en términos de compromiso y responsabilidad social corporativa o está acostumbrada a mercados cautivos, donde sólo consigue algunos de las ventajas que son propias de una economía de mercado.

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