Animarlo mediante la crítica, la crítica extrema, la crítica marginal …. la crítica sólida. Hay momentos en que uno piensa que es imposible «animar el cotarro», darle un tono más vivo, más filosófico, por decirlo en términos vulgares.

Parece que para «despertar las conciencias» es preciso gritar, casi insultar. Con ello, los modos se pierden, y uno pierde también la confrontación: descalificación técnica. Es tan fácil descalificar a alguien porque se excede; pero casi imposible descalificar a alguien porque no llega o no dice o no contesta. Todos querrán oir su voz, y estarán pendientes de sus palabras. En tanto, el que se excede es como si ya le hubiéramos quitado todo el crédito. En nuestra sociedad, es mejor no llegar, hacerse el modesto, ….. que pasarse. Pasarse no está bien visto. Quedarse callado es socialmente rentable. Curioso, curioso.

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Es evidente que así siempre mandan los mismos, que son los que representan a esa mayoría que no quiere que nada cambie, o que cuando cambie, les avisen con tiempo, para ponerse la bata y salir de la cama.

Continuamente nos autocensuramos. No es que haya censura, es que la censura está en nuestro interior. ¡Qué van a pensar …..! Esa es la formulación de la censura. ¿Será políticamente correcto?, habría que decir socialmente correcto. Y así no aportamos. Ni animamos el cotarro, ni aportamos nada que ya no conozcamos. Sólo podemos ser aburridos. La censura está en nosotros, y también afuera, porque sabemos que «llamar demasiado la atención» «no está bien visto», que «te salgas del encuadre» hace que «no salgas en la foto», que …… Así se forja la conciencia dominante, y hay cosas horripilantes, hasta estéticamente, que uno tiene que aguantar, porque tienen «patente de corso» y otras más que necesarias, que tiene que callar porque «no es aceptable».

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Y entonces, ¿se puede ser innovador en un país así? Pues sinceramente, no. O sí, pero serás un marginado, un automarginado, porque «no será que no te lo hemos dicho». Este no es un país para innovar, sino para «comer un buen cocido» y dormir la siesta.

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3 comentarios en «Animar el cotarro»

  1. Y si es difícil innovar, mucho más si ser innovador es ir por delante o muy por delante de los demás, porque muchas veces, miras a tu alrededor y casi estás solo. El otro día me dijeron que aportaba demasiado, como queriendo decir que como escribía mucho, no se me podía seguir y era comprensible que no se comentase lo que había escrito. Es cierto, pero cuando estás en una etapa como la mía, con ganas de hacer cosas, con tiempo que ya parece limitado, con miedos …. como todos a perder la cabeza y caer en un mal Alzheimer o similar, cuando los años se cuentan por los que quedan, no por los ya vividos, y el pensamiento fluye, y las oportunidades son evidentes, y los conocimientos también, ocurre que tienes que seguir aportando, tienes que seguir diciendo, tienes que seguir haciendo, tienes que seguir viviendo intensamente. No te puedes parar, porque ya tu mente sigue a tu acción, y la acción a la mente y no tiene sentido parar, más que cuando tienes programado parar, es decir, dentro de unas semanas, donde el mar de la navidad nos inundará y el frio y los días cortos, durante dos o tres semanas, nos harán caer en un pequeño letargo invernal. Una vez recuperados, después de la segunda semana de enero, volverán las cosas a cobrar un nuevo ímpetu, más renovado si cabe, porque cada momento se hace más pesado que falten tantas cosas por hacer y quede tan poco tiempo ….. Y mientras hay vida, hay esperanza, que le gustaba repetir a mi madre.

  2. Es cierto que ser innovador tiene un coste muy alto. Es dificil que las personas sigan un pensamiento de estas características. Se tiene miedo al cambio, hay que hacer mucho esfuerzo y hay ocasiones que se está cansado y se tiene miedo. Descalificar a alguien cuando se excede es fácil, pero porque en el fondo el que descalifica le gustaría ser como el que se excede y no se siente capaz, le envidia. Pero también incomoda mucho ir contra corriente, te invaden los problemas y se siente uno muy solo y eso es muy costoso y muy duro en este mundo en el que vivimos. Vivir en sociedasd tiene muchos costes, la autocensura, el aburrimiento, no querer cambiar «más vale lo conocido que lo nuevo por conocer», etc… así es la vida, y como tu dices si hay vida hay esperanza y siempre se puede mejorar.

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