Es mi tierra y es realmente diferente. Claro, eso parece que sólo lo veo yo. Es probable hasta que esté equivocado. Pero según se llega, por avión o por coche -por tren, mejor no-, se nota algo. A veces, son mensajes implícitos, formas, imágenes, paisajes, personas, ….. todo es muy distinto a la meseta castellana.

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Somos independientes: muchos de nosotros, nos llamamos egoistas, individualistas, pero no es cierto. Somos independientes, nos gusta estar aislados, solos, sin tocar a los demás, sin que nuestras paredes colinden con las paredes de la casa del otro, sino más bien a una prudente distancia. Nuestra población se dispersa por más de cien mil núcleos de población con toponímicos diferentes. Pero no somos individualistas, sino más bien solidarios, participativos, y trabajadores, constantes y respetuosos de los que lo son. Todo eso yo lo noto.

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También somos alegres, e irónicos, tenemos esa suerte de «bueno» o «depende» que sabe evitar la manifestación del conflicto y lo retiene en un espacio imaginario, donde no es posible la lucha. Nos gusta quejarnos, anticipar la queja, ser tal vez hasta algo pesimistas, pero sabemos alegrarnos y felicitar al que ha sido capaz de llegar, y para qué vamos a ser optimistas, es algo con poco sentido para un gallego. La realidad es básicamente pesimista: pocas veces hay felicidad, tantas veces hay sufrimiento y tristeza. Es la realidad, ¿no me digan que no?. Lo dice hasta «el samba», y si lo dicen los brasileños, seguro que es así.

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Somos gente a quién nos atrae la cultura. Igualmene nos atrae, y mucho, una buena mesa y un buen vino, una mesa casi siempre excepcional, por los productos naturales que nos gusta cultivar. Somos un pueblo de cultura agrícola, de cultura de esfuerzo, de cultura poco discriminatoria, hombre o mujer, mujer u hombre, se mueven en escalas parecidas, depende de su esfuerzo. Y eso nos lo da la cultura agrícola, una cultura de más de dos mil años. La complejidad de la agricultura, que está en nosotros, hace que seamos complejos y veamos la complejidad de la vida. Y en la complejidad, que no en la simplicidad, las cosas no son de si o de no, sino que hay muchos matices, como tienen todas las civilizaciones, y cuando no sabemos cual es el matiz, preferimos decir «depende». Los que optan por el si o por el no, creen que somos cobardes o que no «sabemos si subimos o bajamos la escalera», pero no es eso. No nos entienden, tal vez tampoco entiendan de la complejidad.

Somos autónomos, independientes y solidarios. Disfrutamos con la libertad y hasta de la soledad, pero también disfrutamos de las fiestas y de la compañía y de la familia. Pero sabemos respetar los espacios de los otros; no invadirlos, porque nosotros tampoco nos gusta que nos invadan. En realidad, hemos sido invadidos tantas veces, que sabemos lo que es eso. No hemos hecho guerras, pero nos han metido en guerras.

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Hemos creado un idioma, derivado del latín, un lenguaje vulgar como se dice, que antecede al castellano, y que sin duda es más sutíl y complejo que el castellano, pero eso los castellanos no lo saben, aunque sí lo sabía Alfonso X llamado el sabio, que lo utilizaba en su corte y en sus cantigas; y que es el germen del portugués, y eso los portugueses no lo saben o no quieren saberlo, y los brasileños, menos. Nuestro idioma se entona suavemente, como es el paisaje de montañas viejas, de montañas del arcaico, llenas de árboles, aún en sus cimas. Idioma suave y de tonalidad y énfasis suave, como es el paisaje, como somos nosotros. Personas sensibles, serias, industriosas, sentimentales, de corazón y de cabeza, tal vez a la luz de otras miradas, hasta femeninas, porque en nuestra sociedad lo femenino es importantísimo, y por eso, en el XIX podemos contar hasta tres de las cuatro grandes mujeres de la península, ah, y ninguna guerrera: Rosalia (la gran poetisa), Concepción Arenal (la gran educadora) y Emilia Pardo Bazán (la gran reformadora). No es fácil reunir ese helenco en un siglo donde la mujer seguía en casa, no en Galicia. Yo recuerdo que lo que más me chocó cuando llegué a los dieciocho años a Madrid es que no había mujeres conduciendo coches ni camiones, ni tampoco las había en el campo castellano, ni …….. Eso era normal en mi tierra: y ya se sabe si se participa en la producción de bienes, se obtiene el reconocimiento social y de los otros. Esas cosas ya ocurrían en mi tierra hace casi cincuenta años. Es un mundo donde la mujer es importante, y la mujer también es mujer y especialmente dulce, se dice: «melosa», al menos eso dicen los castellanos, y les conquista, porque son diferentes a sus mujeres.

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Somos personas que sabemos hacer humor con nosotros mismos, un humor que llamaríamos en términos internacionales, como humor inglés, pero es también nuestro. Es un humor que nace de nosotros, de nuestros defectos, de nuestras tonterías ….. Sabemos reirnos de nosotros mismos y no tenemos vergüenza al hacerlo. Hay ahora un anuncio de «Gadis», empresa de distribución gallega, que nos retrata bien en ese sentido, y en otros.

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Ah, y somos aventureros, nos gusta la aventura. Es cierto que muchas veces hemos emigrado por necesidad, porque la emigración siempre tiene ese componente en el fondo, que la explica. Pero tenemos algo más, un toque de aventura, de emprendedor, de búsqueda, de conocer cosas diferentes, y ……. nos quedamos allí donde encontramos medios de vida. Nos quedamos para siempre, o casi. No volvemos más que a morir o porque no ha sido posible continuar. Eso no quita que tengamos un gran apego a la tierra, al país, algo difícil de explicar, «saudade» dicen los portugueses y nosotros, «morriña» es un término más exacto. Pero volvemos, vemos a los conocidos, y regresamos al lugar donde vivimos. Nuestros hijos lo notan, y al final, tienen mucho de gallegos y de su cultura. Les «llega» porque es algo bueno, algo complejo, algo que vale la pena compartir. Y somos aventureros. Estamos por todo el mundo. No hay lugar en la tierra donde no haya asentados gallegos, que siguen siendo gallegos, pero trabajan bien y en ese sitio, y probablemente mueran allí. Hay hasta muchos países iberoamericanos donde llaman «gallegos» a todos los españoles que viven en ese país, como en Cuba o en Argentina, que yo sepa, pero seguro que hay más, entre otras cosas, porque nosotros somos parte de Cuba o parte de Argentina, una parte importante, muy importante, la hemos construido con nuestras manos, y seguimos viviendo en ellas, y tenemos ya un role claro en esas sociedades. Pero no son las únicas, solo son las que yo conozco mejor en que se dan esas circunstancias.

Somos humildes. Nunca nos pillarán en falta de la máxima de Melanie Klein: «la depresión es la antesala del conocimiento». Si fuera por eso, el conocimiento sería gallego, tenemos esa actitud, por eso nos gusta aprender, y mirar, e investigar y conocer. No aspiramos a dominar el mundo, ni somos guerreros en ninguna de sus formas conflictivas. Pocos enfrentamientos ha habido en nuestro territorio. Cuando alguien nos invadía ….. nos retirábamos a los castros, y nos mixturábamos con ellos; tratamos bien a los extranjeros en general. No sé donde oí una leyenda de cómo consiguieron los antiguos habitantes de mi tierra mantener a los romanos sin pasar el «rio del olvido», el Límia, sin necesidad de guerrear, utilizando la magia de las leyendas y de las palabras. Se corrió el bulo de que era realmente el rio del olvido, y el que lo pasaba, olvidaba los nombres y a todos los seres queridos. Los romanos, segun cuenta la leyenda, pasaron años, hasta que se atrevieron a pasar el rio y ya invadir y luego crear la provincia que dió el nombre a Galicia y que abarcaba también el norte de Portugal.

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Y somos mágicos, todo respira magia, hasta lo que no lo es. Los bosques son mágicos, la noche es especialmente mágica. El otro día fuimos a una campa, plantada de pinos, a buscar setas. Fuimos dos familias, las dos de mis hijas, con sus niños, y yo. Éramos 9 personas. Nos pusimos a buscar y eran todavía las seis de la tarde. Estábamos en un alto. En menos de media hora encontramos algo, pero no mucho -no había llovido casi y fuimos muy tarde, ya habían ido otros antes-, pero poco a poco después de dispersarnos, nos volvimos a agrupar, hubo algo que se veía en el bosque y que alguien identificó -yo no podría decirlo porque no ví nada- como vacas …. Las «vacas» nos hicieron agruparnos y volver hacia los coches ….. se notaba una cierta tensión. Yo seguí sin ver las vacas, pero debían estar allí. O, ¿serían otras vacas? Lo cierto es que el bosque nos fue envolviendo hasta que las «vacas» nos echaron. Hay algo mágico en todo eso. Yo recordé una vez que nos perdimos en Monfragüe y se lo conté a uno de mis yernos. El mundo rural es mágico. Lo son también las ciudades cuando se hace las «fogueiras» de San Juan, y en carnaval y en tantas ocasiones. Yo lo he sentido desde pequeño.

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Y somos fiesteros, aunque nuestras fiestas son más bien para nosotros, no les damos mucha publicidad, ni falta que hace. Pero Galicia explota en fiestas en verano y en comilonas en invierno.

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Y sómos cálidos y acogedores

Y también morriñosos, pero no dramáticos, como son los españoles, o nostálgicos como los portugueses.

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Somos de la cultura del cocido y del estofado. Y nos gustan las cosas como son. Si son así en la naturaleza, pues un poco de tiempo a la lumbre, con un poco de agua o como mucho un toque de aceite, después de cocido y ¡qué maravilla!. El pescado, el marisco, las patatas, la carne, los grelos o las nabizas, …….

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Y ……

Todo eso constituye una forma de ser muy diferente, una cultura diferente, una lengua diferente, y cuando llegas lo notas, es diferente. Los hombres sabemos llorar, y sabemos reir, y sabemos amar, y en las distancias cortas somos buenos ….. Las mujeres saben ser mujeres y a la vez modernas, son fuertes y al tiempo melosas, emprendedoras, atrevidas, con un toque de aventureras, motivadoras, y en las distancias cortas también son buenas ……

Tenemos de los mejores, sino los mejores vinos blancos de Europa, con ese toque especial que los hace imprescindibles ante un buen pescado o marisco: Ribeiro, Albariño y Rosal por una banda, y godello por otra, son bien diferentes de los del resto de la península. Ah, y nos gusta que no tengan etiqueta, si puede ser, aunque contravenga la norma europea. Un vino casero, sin etiqueta es mucho más valorado. Y qué aguardentes, especialmente el de «herbas» y el «licor-café», para terminar una comida larga y abundante.

Hemos inventado cosas que nos ponen como líderes en materia de investigación, por poner dos ejemplos, de los muchos que se podrían traer: Uni-emprende (Universidad de Santiago de Compostela) no sólo en sí misma ya es admirable, sino también por haberse convertido en amparo y líder de la financiación de los proyectos de investigación de las universidades de toda España y ya empiezan a ser también extranjeras -¿a que no lo sabían?, pues es cierto-. Otro ejemplo es Pharma-Mar (Zeltia), liderada por ese gran científico que es José María Fernández-Sousa, y que está asombrando al mundo científico con sus investigaciones sobre la bioquímica del mar. Probablemente le lleva más de diez o quince años a las grandes bio-farmacéuticas mundiales. No son más que dos ejemplos de nuestro buen hacer en el campo de la investigación: emprendedorismo y liderazgo en ciencia aplicada punta.

Somos atlánticos, miramos al Oeste, nuestro «león» apasionado mira para el mar y para el poniente, por donde va el sol. En Europa casi no hay países atlánticos: los vikingos, los celtas y los portugueses, y nosotros. Eso nos da el toque de aventureros, pero también de pescadores. Somos una potencia en eso de pescar y también de comer «peixe». En eso de la pesca estamos en todo el mundo: Pescanova ha sido el gran adelantado.

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Este no es un estudio de los gallegos, sólo son impresiones y alguna información, seguro que incompleta. Habrá quien piense que es otra cosa, supongo que hasta muchos gallegos, o habrá quien piense que es eso y otras cosas. Yo siento y pienso asi, porque para mí sentir y pensar es un mismo acto. No podría pensar sin pasión, ni apasionarme sin pensar: corazón y cerebro se refuerzan mutuamente. También eso, tal vez porque creo tenerlo, pienso que es algo muy gallego.

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27 comentarios en «Galicia»

  1. No sé como interpretar el silencio en torno a esta entrada. Supongamos que es un silencio respetuoso y reflexivo, que no tiene que añadir nada más. Entonces yo me quedaría más tranquilo. Pero supongamos que es también silencioso, pero que no quiere herir mis sentimientos con la crítica de lo que yo he dicho, que por supuesto, es muy discutible. Es, sencilla y llanamente, lo que yo veo desde mi atalaya de la meseta castellana, y que de vez en cuando bajo para visitar a mis paisanos. Cuando la he releido, pues esperaba más reacciones, me he dicho: más que hablar de gallegos, estoy hablando de lo que me gustaría ser …. o lo que ya soy y me gusta saber que soy ….. o el ideal del yo, que dicen los psicoanalistas. En todo caso, siempre uno acaba proyectándose sobre sus «objetos de deseo». Espero que esto rompa algo el silencio. Me gustaría oir otras vivencias, aunque no fueran de gallegos. ¿Cómo nos ven? ¿Cómo nos vemos? ¿Cómo creemos que somos? ¿Cómo nos imaginamos que somos? Ya sé que es imposible generalizar sobre casi nada o nada, pero un poco de subjetividad no viene mal de vez en cuando. Roberto Carballo, gallego en Madrid.

  2. «Es mi tierra y es realmente diferente. Claro, eso parece que sólo lo veo yo. Es probable hasta que esté equivocado. Pero según se llega, por avión o por coche -por tren, mejor no-, se nota algo. A veces, son mensajes implícitos, formas, imágenes, paisajes, personas, ….. todo es muy distinto a la meseta castellana.»

    Estas mismas palabras las podría firmar yo refiriéndome a mi tierra, Asturias, pienso que en esa visión de nuestra tierra gallegos y asturianos volvemos a ser primos-hermanos como en muchas tantas cosas.

    Conozco a gente de todas las comunidades de España y nunca me he encontrado con alguien que sienta a su tierra de esa manera que la sentimos los gallegos y asturianos cuando estamos lejos de ella, que se define con esa palabra que solo adquiere significado en nuestras respectivas lenguas, morriña en gallego y señaldá en asturianu.

    Quizás en todas las comunidades vean a su tierra así y podrían firmar estas palabras pero en nuestro caso creo que el paisaje marca un contraste muy fuerte que se ve a simple vista, al pasar en un instante de la seca y plana meseta a unos países verdes, montañosos, llenos de ríos con mucha vida… una autentica frontera natural.

    saludos.

  3. Estoy de acuerdo con prácticamente todo lo que deciis ambos, y me resulta imposible no añadir un comentario.

    Soy gallego de nacimiento, aunque vivo en Madrid, y la verdad es que raro es el día en el que no se instala en mí una cierta morriña que me hace echar la vista atrás y sumergirme en recuerdos de mi tierra. Será, como deciis, que nuestras patrias tienen algo especial, algo que en efecto se percibe nada más atravesar los montes de León y que se advierte con sólo hinchar nuestros pulmones, o beber el agua de allí, o mirar el paisaje, o escuchar a la gente hablar, u oler el característico aroma de las aldeas… Se trata de un sentimiento que nos ancla a nuestro origen y que nos insta a volver aunque no tengamos familiares y tan sólo nos queden escasos amigos allá.
    Yo he vivido en Murcia, justo después de haber vivido en Galicia, y quizás fue en esa región del sureste donde me dí cuenta de lo valioso de los gallegos y de lo genuino de su carácter.
    Hay un dicho (que he comprobado empíricamente) que afirma que en el sur, puedes hacer amigos en una noche cualquiera regada con alcohol y correrte una juerga con casi cualquiera, que sin embargo, si te ve al día siguiente hará como quien no te conoce. Por el contrario, en Galicia te costará hacer amigos y seguramente los primeros días estaras solo, pero una vez hagas amigos, esos te acompañarán toda la vida. Como he dicho, esto es algo que he comprobado; la nobleza del carácter gallego no se repite fácilmente en otros lugares del mundo.

    Introduciendo una nota de humor a modo de conclusión del comentario, hace unos días ví un anuncio que trata exactamente este tema y en el que se ven reflejados muchos aspectos de los que hemos mencionado. Es un anuncio de una conocida firma de supermercados y lo podeis ver en la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=BBcDHwvW1E8

    Saludos

  4. Ser gallego es contagioso, si es así!, de hecho mis amigos de la Arganzuela lo hablan, les gusta y lo utilizan aun sin yo estar delante!.
    Galicia ten algo especial, aunque… Galicia son muchas, todas bien distintas, linguisticamente y culturalmente. Por q será que apenas me siento identificado con un lucense u orensano¿?, pq será q de una parroquia a otra hay una diferencia acentual en la lengua enorme?. Sin embargo hay algo q une a los gallegos por encima de todo. Si, os grelos, as navallas, os cachelos, o pan de cea e o lumbrigante son puntos de unión entre todos los gallegos, así como el riveiro de taberna o en su defecto el más negro de los barrantes de barril. Toda esta rica gastronomía amenizada por un buen acordeon y una desafinada gaita, pueden dar lugar a una fouliada de carallo. En Lalín, en Bos Aires, Rivadeo o Cambados.
    Mañana al salir del trabajo vuelvo para allí. Feliz san martiño

  5. Ya veo que voy a tener que escribir más sobre Galicia y la morriña, y otras cosas, y la verdad es que tengo muchas cosas que decir, muchas. Y no quiero asustaros, sólo que cada vez que voy se me ocurren tantas cosas, tantas cosas para hacerlas mejor, tantas cosas para imitar, tantas cosas para pensar, tantas cosas para sufrir ….. es un mundo muy mágico, muy mágico, como para no estar lleno de sugerencias.

  6. De súpeto que morriña.Fai xa máis de un mes que non vou por casa.Como «boa galega» un día fixen as maletas e, con 18 anos, marchei estudiar fora. Ata ese momento non era consciente das cousas boas que temos ou somos, somentes miraba o que me parecían defectos, e tal vez por iso necesitaba tanto viaxar e coñecer novos lugares. Mais pronto me din conta de que esas cousas tiñan a súa parte positiva e de que eu son «unha galega típica», sempre con morriña, algo pesimista, encántame rirme primeiro de min mesma, nin eu mesma sei se subo ou se baixo, contesto con preguntas, encántame a palabra «depende», necesito moito os meus momentos para estar soa, e adoro chorar a gusto e escoitar chover. Así que como tódolos galegos que emigramos levo a Galicia en min, coa que me reconciliei unha vez lonxe de ela, e conmigo mesma tamén.

  7. la distancia es una gran terapia, nos ayuda a reconciliarnos con lo cercano, vivirlo de otra forma, y revivirlo también en otros formatos, ahora más entrañables y para siempre. Es lo mismo que nos pasa con los padres …. cuando somos jóvenes en cierto modo nos molestan nuestro crecimiento, nos ponen límites, están demasiado cerca, nosotros nos alejamos, a veces discutimos, otras criticamos, pero cuando ponemos distancia, cuando encontramos otra distancia, de pronto descubrimos lo maravillosos que han sido y que son, y mejoramos nosotros y mejora nuestra relación con ellos. A fin de cuentas, Galicia es también un poco padre y un mucho madre. Por cierto, no lo he dicho, pero suscribe plenamente todo lo que ha´béis escrito hasta aquí. Sólo siento no poder expresarlo en gallego, porque mi gallego es oral, y nunca ha tenido la oportunidad de expresarse por escrito. Alguna vez dedicaré tiempo para hacerlo. Un abrazo a todos, Roberto Carballo

  8. A verdade é que a impresión relatada cautivoume desde o principio ata o fin. A gran preguna é…Seguimos a ser así os galegos? Por suposto eu son galega e síntoo tamén. Véxome reflexada en varias das características dadas, pero hoxe en día miro a sociedade que nos rodea,..a de consumo. A estupidez de moita da xente nova(non toda, por suposto, pero sí da que fai máis ruído),chegando a falar de adultos de trinta e tantos (a miña idade) que se comportan como verdadeiros críos; que o teñen todo, que non se queren enfrentar ao mundo, que van de guais pero non son capaces de dar un paso solos. O problema é que hoxe en día, polo menos nalgúns sitios de Galicia esta xente dá outra imaxe do que somos (ou éramos). Ramente estamos cambiando? Ou só será algo pasaxeiro que se levará a crise consigo?

  9. Acabo de entrar aquí por casualidad, y he empezado a leer. Soy gallega, vivo en Coruña pero nací en un pueblecito de la comarca del ribeiro, llamado Regadas.
    Cuando empecé a leer, me identifiqué por completo con lo que escribiste, pero es que poco a poco se me fue poniendo la piel de gallina, porque no había frase en la que no me reconociese… en lo de vivir fuera, pero sentir morriña (soy hija de emigrantes… volvimos, pero aunque no volviésemos, mi galicia seguiría siendo lo más mágico del mundo), en lo de que las mujeres somos más emprendedoras, fuertes, llevamos el peso de una familia entera, pero no por eso dejamos de ser femeninas y «melosas». Galicia siempre fue un gran matriarcado. Sabemos reírnos de nosotros mismos, pero a mí personalmente, no me gusta que se rían de nosotros. Los demás pueblos de españa, no saben reírse de sí mismos… sólo del vecino. Nuestras casas son especiales, nuestras comidas, y sobre todo, después de las comidas. Las juntanzas de después de cenar en casa de algún familiar o amigo, y la magia. Esa magia de la que hablas, la del bosque, existe. Y existe para todos alguna vez en la vida. Todos la sentimos alguna vez… o más de una. ¡Me encanta el anuncio de vivamos como galegos! Nos describe muy bien. Y sobre lo del pacifismo… lo somos, y tenemos un gran defecto también, somos demasiado conformistas, percisamente por las pocas ganas de guerra que tenemos.
    En fin, que estoy repitiendo tus palabras, y no es el caso. El caso es que me encantó tu entrada, y me ha dejado un tan buen sabor de boca, que me dan ganas de volver a leerla… y lo haré seguramente. Muchas gracias por compartir tus pensamientos. No sabes cuánto te lo agradezco. Saludos. Carmen.

  10. Buenas;

    Yo soy madrileño de ascendencia gallega por parte de mi padre, que es de A Coruña. Que decir que me siento más identificado con Galicia que con Madrid.

    En referencia a esta reflexión, me ha gustado mucho y creo que en gran parte describe bastante bien al gallego.

    Como tierra, la gallega es la más hermosa de todas, deben de ser los genes, ya que el entorno en el que vivo me crea un malestar que solo cuando visito la tierra gallega desaparecen por completo.

    La gente gallega con la que he tenido el placer de tratar, siempre ha sido amable, alegre y cercana, incluso salvando el pequeño obstaculo del idioma gallego (el cual me gustaria saber hablarlo y conocerlo profundamente). Por ello mismo, por la forma tan cercana que tienen los gallegos de relacionarse, me gusta tanto esta maravillosa tierra, ya que aqui en la capital la gente tiende al individualismo, cosa que conlleva al egoismo y no se piensa en el bien comun sino en el bien propio.

    Lo unico que me queda por decir, que siempre que puedo hago una escapadita por Galicia y cuando tengo volver a la capital, vuelvo con la relajacion y la calma espiritual que su tierra y su gente despierta en mi corazon.

    ¡¡¡¡Por favor Galicia no cambies nunca!!!!

  11. Tienes mucha razon, le pasa igual a mis hijos, y eso que nacieron en Barcelona y Madrid y vivieron en Madrid casi toda la vida …. su querencia de Galicia se fundamenta sobre todo en la amabilidad de sus gentes, que nos ha hecho no tener una guerra propia ….. en miles de años …. Es otra dimension. Te recomiendo igualmente que recales en Brasil …. porque tiene lo nuestro y algo mas, lo que da la gran mezcla de razas y culturas que constituyen. …. Gracias por tu comentario.

  12. Qué bien expresaste tus sentimientos por Galicia, que creo son los de muchos también. Soy Argentina pero mi papá es de El Ferrol y me ha transmitido todo este amor x la tierra.
    Para mi es de mucha enseñanza todo lo que escribiste. Cariños desde Argentina.

  13. Cada dia que pasa pienso con mas rotundidad que Galicia es lo mas diferente del resto de España que existe. Siempre lo ha sido, pero no siempre se ha valorado asi ni por los españoles ni por los gallegos. Y una tierra es diferente, porque son diferentes sus gentes. Y se nota en todo, en todas las esferas de la vida, y cualquier viajero que comprenda la lengua -española o gallega- lo sabe casi inmediatamente de aterrizar. Es una diferencia tan profunda que ni siquiera nosotros tenemos necesidad de mostrarla, porque es asi: evidente. Y necesitamos menos ser independientes, porque ya lo somos, en el ambito de nuestra cultura. Eso mismo ocurre cuando el gallego se encuentra a otro gallego en la emigracion y acaban formando un grupo. Se nota que somos diferentes, muy diferentes, en sensibilidad, en morriñas, en saber responder la amistad cuando es realmente necesario, en dejar que el otro sea libre …. y en tantas cosas mas. Por supuesto, todos los gallegos no son iguales, pero hay un cierto lenguaje de gestos y de sentimientos que los acerca y los distingue. Sabemos ademas de algo que no esta muy presente en casi ningunas gentes: sabemos de humildad, y ya saben lo que decia Melanie Klein de la importancia de la posicion depresiva de cara al conocimiento. Por eso, como pueblo de sentimientos agricolas, que llego pronto a la agricultura, somos humildes, porque sabemos de las dificultades, pero somos sabios, porque sabemos, al menos sabemos que no sabemos mas que un poco, o tal vez como decia Socrates, nada.

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