Dirigir no es fácil, nadie pretende que lo sea. Es algo muy complejo, y es preciso estar preparado para las eventualidades y para «encontrarse» con los marrones. Dirigir siguiendo principios de innovación es más difícil todavía y hay que atender a determinados parámetros, tenerlos más presentes, que a los que son clásicos. No es lo mismo trabajar dinamizando, motivando, moviendo, transformando, innovando …. que hacerlo para consolidar situaciones o más bien a la defensiva. Hoy os presento una transparencia que hice ya hace años, tal vez diez o doce, pero que sigue teniendo muchos de los parámetros básicos de lo que es dirigir, tal y como yo lo entiendo, y de sus énfasis.

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Lo primero es lo primero, una prima de atención especial para el cliente, es decir para el sentido de la realidad de una empresa u organización, porque ahí es donde encontramos la razón de ser de que hagamos algo, porque sino, para qué. Innovar no es posible sin cliente, y eso en términos más directos es que innovar no es posible si no nos empapamos del sentido social último que tienen nuestras acciones. Si Ud. piensa que innovar es para ganar dinero, está lejos de lo que estamos hablando. El dinero, se dice, no da la felicidad; pues cambiemos el dicho y digamos, el dinero no da la innovación …. y añadiría yo, ni la satisfacción la mayoría de las veces. Pero no insistiré, no sea que me acaben poniendo una etiqueta de «utópico» o «filósofo», que no es que me importara, pero se equivocarían, también soy otras cosas.

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Lo segundo es lo segundo, es decir, saber, es decir, analizar, es decir, comprender, es decir, saber administrar el conocimiento, y toda la experiencia que tenemos acumulada. Y la mejor forma de hacerlo es centrándonos en la calidad, y dentro de la calidad, en los métodos para conseguirla, por eso hablo de procesos. La calidad nos sublima, la calidad nos llena de satisfacción, de orgullo de hacer las cosas bien, la calidad es como un gran soma que nos acerca a la felicidad, que ya sabemos que «tem fin», mientras la tristeza no lo tiene.

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Lo tercero es la consciencia de hacia donde queremos ir. Sin un proyecto consciente, la vida es una sucesión de cosas que no tienen sentido, y nos lleva allí donde quiere. Tenemos que saber lo que queremos, hacia donde vamos, con qué recursos y modos, con qué métodos, y por qué lo queremos hacer así y no de otra forma. Tenemos que fraguar un proyecto. La mayoría de las empresas tienen impulso, y un empresario dinamizador, pero no tienen un proyecto consciente. El impulso puede acabarse, el sentido estratégico de un proyecto, no se acaba, y hasta puede perdurar en otras generaciones. De hecho, las empresas que han logrado hacer proyectos conscientes no tienen problemas de generaciones o los tienen menores. Y por favor, no confundan un proyecto con una planificación, aunque se necesite también un plan estratégico, evidentemente, pero no es lo mismo.

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Lo cuarto es tener un sistema de valores, una organización desde el adentro, y que se proyecta y contrasta con el afuera, una forma de vivir, de hacer, de combinar, de cooperar, de trabajar, …. Un sistema quiere decir, algo coherente, un todo interdependiente, en un proceso continuo de transformaciones y con ciertas reglas de reproducción y autoregulación; un sistema no es una suma, no es una suma de árboles, es un bosque, que es algo diferente.

Lo quinto sería la inter-comunicación, tener sentido de cooperación y de apoyo mutuo, y eso no es posible si la dirección es jerarquica y/o autoritaria, o es dificilísimo. Ese sentido de que los demás existen, de que sin ellos somos poco o casi nada, y con ellos podemos ser mucho; ese sentido de que aún el mejor paño en el arca a veces no se vende, porque es preciso «venderlo», sentirse apasionado por él ….. darle la oportunidad de buscar sus oportunidades. No es suficiente con ser bueno, hay que hacer como la mujer del César, que se note, que se aprecie, que se vea. El marketing es básico, y el sentido comercial también. Sin ellos, el otro casi no existe, y no me refiero al marketing vulgar que muchas veces practicamos, sino a un marketing que sabe que el otro «siempre nos salva».

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Y por último, una buena dirección para ser innovadora tiene que practicar grupos, redes, comunicación, pero tiene que saber de eso. No es suficiente con pensar que tiene que trabajar en grupo. Nuestra cultura es individualista y no nos enseñan ni practicamos el trabajo grupal; si no dedicamos tiempo a conocer los entresijos de los grupos, no podremos hacer probablemente más que muy insuficientemente las cinco orientaciones anteriores. Aprenda grupos, es algo estratégico, de fondo, es algo que le servirá para todo, para dinamizar grupos, para desarrollar su persona, para hacerlo más persona y más eficiente, y también para vivir. Si, lo que más le sorprenderá, es lo que le sirve para convivir.

Y ya creo que me he enrollado mucho por hoy, ¿no creen? Para ser día 13, aunque no martes ni viernes, ya estuvo bien. Gracias por la atención.

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2 comentarios en «Dirigir»

  1. Estmado Roberto, es la primera vez que me acerco a este Blog, y me gusta lo que veo.

    Quisiera hacer especial hincapié en la orientación al cliente (entendido en sentido amplio). Es decir, toda aquella persona o grupo que espera recibir algo de nuestra organización. Creo que este elemento, como bien apuntas, introduce realismo a nuestros planteamientos. Creo que es la clave, no hay innovación sin un compromiso serio con la realidad, es necesario «pisar tierra» y el contacto con el cliente, sin apriorismos, no ayuda a no perder la perspectiva. Ese debe ser el comienzo de todo.

  2. Primero, agradecerte tus palabras sobre el trabajo que vengo realizando. En el fondo no tiene mucho mérito, porque lo paso muy bien. Y después, remachar esa idea de sentido de realidad que es tan conveniente, porque ya decía aquél famoso dirigente comunista, Antonio Gramsci, que «la verdad -y, por tanto, la realidad- es siempre revolucionaria», y seguro que nos sorprenderá. Ver la realidad es el principio del cambio, porque siempre hay cosas que si las conocemos, nos inducen a movernos, a darles una vuelta de tuerca y ponerlas más enderezadas o más como nos gustaría. Por eso el cliente es tan importante, la idea, la realidad del cliente, porque aunque él no es toda la realidad, si es la realidad más evidente, y la que mejor nos puede guiar. Aunque hay un límite y es que los clientes somos también egoistas y lo queremos todo por …. nada y eso, como decía el famoso torero, el Guerra: «lo que no pué sé no pué sé y ademá é imposible». Pero hasta que lleguemos a ese límite, queda mucho tramo en nuestra cultura. Podemos insistir tú y yo que necesitamos pensar más en términos de cliente, en términos de realidad. Gracias nuevamente y vuelve a repetir con tus comentarios.

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