Asisto estupefacto a la escalada de «violencia» social de nuestros dirigentes. Seguro que están locos, ni siquiera me lo pregunto, lo afirmo, y en todo caso, no es posible que tengan el cerebro razonablemente operativo, porque si pienso que si, es que su perversidad no tiene límites. Y el espectaculo mediático del «día de la hispanidad» (sic) es para hacer una película de los Marx con toques fuertemente irónicos a lo Woodie Allen. Pero no quiero entrar en ese juego, porque sinceramente sólo es deleznable y punto. Quiero comentar sólo dos noticias que me alucinan las dos y que tienen el sentido de «banderas» de nuestros dos grandes (sic) partidos políticos.
Por una parte, la ley de memoria histórica que no quiere ver la historia ni la memoria y que levanta en nosotros el ya antiguo conflicto, y otra, esa Iglesia, supongo que a instancia de la derechona española, que va a canonizar a cerca de 500 personas que murieron en la guerra en el bando mal llamado nacional, que es promocionado por radios como Inter-economía o similares, y adonde parece que se desplazarán del orden de 25.000 españoles a la Roma de mis amores.
¿Por qué levantar a los muertos de sus tumbas? ¿No es suficiente lo que hemos sufrido, sobre todo, los que nos hemos quedado vivos después de tanta destrucción? ¿Por qué queremos borrar que «hemos sido o hemos tenido que ser» franquistas, y que hubo un personaje, indudablemente controvertido como todo dictador, que dirigió los «destinos» (sic) del país durante cuarenta años? ¿No es de cristianos, y espero que también de católicos, y espero que también de coránicos, olvidar, sí, olvidar? ¿Por qué no dejar que nuestros muertos descansen en paz y que nosotros vivamos mirando hacia adelante en vez de «empozoñarnos» y casi disfrutar sacándolos de nuestras tumbas interiores? ¿Estamos tan locos para no comprender que esto ya es historia, y que mientras tanto, tenemos unos problemas gravísimos en nuestra realidad que parece que nadie quiere afrontar, ni los del gobierno, ni los de la oposición? Problemas de vivienda, problemas de inflación, problemas de pobreza, problemas de marginalidad, problemas de sistema educativo, problemas de convivencia, problemas de identidad, problemas de injusticia, problemas de mala y cada día peor distribución de renta y riqueza ………. temas algunos de ellos urgentísimos, porque como no los abordemos de una vez, otra vez seremos el «culo del mundo» y habrá nuevamente que proclamar «que inventen ellos». Están locos, sí, están locos, y también la prensa ….. pero sobre todo, lo que he llamado en otra entrada el volcán Madrid, ese volcán que rige el atolón España.
Un compañero de departamento me contaba el otro día que cuando llegó a Madrid, de muy joven, de 10 ó 12 años, no le entendían y él tampoco podía entender lo que aquí pasaba. Mientras hablaba me acordaba de mi hijo pequeño, de cuatro años, en la guardería, un día que llegó a casa y le pregunté que había hecho, y me dijo he jugado al futbol, hicimos un partido entre Madrid y Suecia. Con el que jugaba era sueco, y eso él lo tenía claro, y denominaba correctamente al otro identificándolo con su país, pero él era Madrid, no España, sino Madrid. Siempre pensé que el volcán Madrid organiza su dominación centralista y su incomprensión de los habitantes del atolón sobre la base de una simple y equivocada ecuación: Madrid = España.
Aunque Zapatero proceda de León y Rajoy de Galicia, lo cierto es que ya se han hecho de Madrid, ya han atrapado el sentido de Madrid, ese volcán que imprime inquietud y como decía hoy un político periférico, creo que muy acertadamente, «zozobra», les impulsa a huir, sí, a huir, en una huida hacia adelante. El político periférico hablaba de que todo esto le producía zozobra interior, que es lo que tenemos todos viendo el espectáculo que están montando: zozobra, inquietud, como si el mar que nos rodea hubiera lanzado todos los tridentes de Neptuno en nuestra persecución y no pudiéramos hacer nada. Por favor, piensen, por favor, no nos enloquezcan.
Les pongo unas fotos de paz, quietud y alegría. Es para que si es necesario tomemos un poco de soma, que mucha falta nos hace para superar estas inquietudes.