Nadie duda que el «ser social» tiene defensas, aunque limitadas, para enfrentarse o al menos ir contrarrestando esta tendencia básica hacia el placer en la que nos movemos en los últimos tiempos.

Porque, en realidad, este supuesto placer de nuestras sociedades desarrolladas, no es tal en términos de economía mundial, ya que cada vez menos tienen más y los que tienen poco, tienen menos que hace veinte años y hasta muchos de los que tenían algo lo han perdido. Si hubiera una medida de «placer» mundial, es probable que comprobáramos como ha disminuido en términos globales, si bien es cierto que está peor distribuido y los que vivimos en la sociedad de consumo tenemos la impresión, al menos la mayoría, que estamos en el mejor de los mundos posibles.

Pero esta última afirmación es tan incierta como aquella otra de que estamos muy satisfechos con ese placer consumista que ha de renovarse diariamente para reducir la ansiedad de nuestros deseos incontenidos e innecesarios la mayoría de las veces.

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El consumo no conduce realmente al placer, sino que es la creación, la innovación, el esfuerzo, el trabajo, lo que realmente produce placer y sobre todo, inquietud no satisfecha, deseo de mejorar, sensación placentera de aprender y de enseñar, valoración de lo que se tiene y de lo que no se tiene, de lo necesario y de lo innecesario, etc.

Es el mundo de la innovación, como decimos ahora, el mundo del progreso, lo que nos produce placer a largo plazo y nos hace felices, aunque solo sea durante un minuto pleno, seguido de otros muchos de frustración, de esfuerzo no recompensado, de limitaciones que a veces no comprendemos, de esfuerzos que posteriormente se demuestran inútiles, porque nos hemos equivocado de camino….. Pero el placer se consigue haciendo el camino al andar, como decía el poeta.

El placer y la vida tienen que ver con lo empedrado del camino, con los descansos a la sombra de una encina o de un pino, con la charla con otro caminante, con compartir su comida y hasta su jergón y sobre todo su experiencia y sus historias, con el sentimiento de respirar y dejar que los demás lo hagan, …. con todo esto y con mucho más.

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Pero muy poco tiene que ver con el consumo y con nuestra vida actual, llena de prisas, de atascos, de discusión y de lucha, de aislamiento, de falta de comunicación y de interacción, de droga necesaria para sobrevivir, de incomprensión y soledad, de fobias y de manías diversas, ….. No, ese no es un camino, ese es un lecho más que un camino y no precisamente un lecho de rosas.

Dicen que el mejor camino para llegar a un punto no tiene porque ser la línea recta. Es más casi nunca lo es. Ni tampoco es cierto que el camino más directo al placer produce placer. El camino de la vida está lleno de incidentes que lo hacen rico por heterogéneo y variado y que amplían el campo de nuestra experiencia y de nuestra teoría. No podemos vivir aislados del mundo y pensar que somos el centro del universo. Ya hace mucho que murió Ptolomeo

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Un comentario en «Placer y realidad»

  1. Roberto… cuan ciertas las explicaciones de este post!

    Sin lugar a dudas… «El consumo no conduce realmente al placer» Aunque es una frase sencilla de entender… parece que ceguemos nuestras vistas para no creérnosla y pretender pensar que lo contrario es cierto.

    Viendo las ‘dos fotos’ no hace falta más argumentación para entender «lo vano» e «insatisfactorio» de la sociedad egoísta y consumista en que vivimos.

    Saludos :=)

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