El mundo de la investigación tiene muchas fronteras comunes con los espacios del mundo político y del mundo institucional. De hecho, la investigación se suele hacer en instituciones universitarias o de otro tipo que también incorporan sus dinámicas a aquellos que viven dentro de ellas. Existen algunas dinámicas institucionales –cuyo estudio más en profundidad se ha realizado sobre empresas- que producen patologías e ineficiencias en los procesos y que se concretan en bajas productividades/rentabilidades. No puedo hablar en general, sino en lo que está ocurriendo en buena parte en nuestro país. No cabe duda que se ha hecho un esfuerzo financiero importante en el campo investigador: se han conseguido recursos internos y, sobre todo, europeos, que han permitido trabajar y retribuir investigaciones que antes se hacían en condiciones inadecuadas o no se hacían.
Pero también es cierto que la productividad de la financiación hasta ahora es muy baja. Esto se debe a la aparición de muchas patologías institucionales que son como la mala hierba y se acaban comiendo las energías de aquello hacia donde queremos arribar. Las cosas van peor cuando las “enfermedades” propias de la institución se apropian de un área determinada. Y aunque existen algunas medicinas, lo cierto es que no son suficientes y se imparten de forma aislada, por lo que los resultados tampoco son muy buenos.
Veamos algunas de estas “tendencias naturales” de las que participamos en mayor o menor medida en la investigación y también en las empresas. Están resumidas en el cuadro adjunto y presentan algunas cosas que ya sabemos por estudios que reducen la eficacia organizativa.
En primer lugar, la tendencia a la jerarquización, que se expresa bajo diversas formas: dominación, subordinación, pasividad, dependencia, … y que reduce los espacios de los colaboradores a unos meros acompañantes. Todo se tiende a articular en torno a un personaje o líder que lo canaliza todo. Es indudable que aunque en el corto plazo esa forma de trabajar puede parecer eficiente, a medio plazo es desmotivadora y evidentemente ineficiente. Parece que el palo y la jerarquía «resuelven» los problemas, pero el estado emocional del grupo y hasta del mismo líder acaba reduciendo los efectos globales positivos de tal forma de comportamiento.
DINÁMICA INSTITUCIONAL
JERARQUIZACIÓN
INDIVIDUALISMO / FRAGMENTACIÓN
IDEALISMO / CRÍTICA
ACCIÓN (CORRE/CORRE)
AGRESIVIDAD (ATAQUE/FUGA)
Esta tendencia institucional acaba llevando a que muchas veces sólo se puedan hacer cosas cuando el líder está en ellas: se pierde tiempo en esperas innecesarias, porque el líder está ocupado, existen pocas delegaciones, en el fondo, las cosas funcionan en un mundo de desconfianza: en el mundo de investigación suele ser la traslación entre el docente y el discente (el que tiene la ciencia y el que no la tiene). La realidad es muy distante de tal consideración, y la jerarquización que está implícita en una carrera universitaria, jerarquía sancionada por la oficial, sabemos que reduce la participación, la participación de la masa de inteligencia que existe en un grupo investigador.
En cualquier caso, un comportamiento jerárquico reduce la eficacia organizacional y un comportamiento que tiende a la participación “conduce al compromiso”: “el grado en que las personas se comprometen con una acción está en función del grado en que participaron en su determinación ”.
En segundo término y muy relacionado con la jerarquía, al menos en su forma de liderazgo, está la tendencia al individualismo y a su consecuencia, la fragmentación. Hoy se trabaja con otros, no sólo por estar en un mundo globalizado, sino porque sabiendo trabajar con otros se es mucho más eficaz. Y este matiz es muy importante, no se nace, ni normalmente la sociedad que fomenta el individualismo nos prepara, para trabajar con otros, para aprovechar las sinergias grupales, la sofisticación de un grupo de trabajo.
Es preciso aprender a hacerlo y aún así las actitudes básicas tendrán nuevamente el individualismo, intentando aprovechar las oportunidades grupales para montar nuevas pirámides de poder que fragmentan al mismo grupo que hemos creado. Saber trabajar en grupo y haber desarrollado una actitud de trabajo en equipo es algo que sólo muchas experiencias y vivencias positivas convierte en una forma habitual de trabajo. Nuestra “naturaleza” tiende a la individualidad y a la fragmentación consiguiente (evidentemente no se trata de ningún fenómeno natural, sino cultural).
Otro aspecto que reduce la eficacia es el idealismo paralelo con crítica que conlleva. Cuando idealizamos un objeto, acabamos tendiendo a denigrar otro. Esta es una gran barrera para el avance. Es preciso moverse en el mundo real, en un mundo contrastado y verificable. Esto parece más difícil de conseguir en las ciencias humanas, donde la opinión, la ideología siguen jugando un papel tan importante.
El mundo de la empresa es un mundo de acción y su patología institucional es el “corre-corre”, es decir, evitar hacer un proceso completo de sus actuaciones, “evitarse” el análisis y la planificación, y sencillamente, tomar decisiones que luego se ejecutan, haciendo pequeños controles sobre cómo han ido las cosas. Este problema también se planteaba a veces en el mundo de la investigación, aunque era más propio el de la obsesividad que tiende a cercar el ciclo en un acumular y acumular informaciones que, en la medida en que aumentan, y no se logran síntesis o hipótesis que les den sentido, tienden a volver a acumular más información y más opiniones, sin que el ciclo se complete.
Yo pienso que todo estudio ha de tener su experiencia aparejada: que la investigación debe acercarse a la experiencia y hacerse sobre la experiencia, pero esto no quiere decir que sólo sea otro problema descripción de la experiencia, porque la ciencia es algo más que eso, es teorización, es interpretación, es generalización, que es preciso desarrollar y luego verificar y contrastar. Sin embargo, hoy en día en la ciencia, lo que podíamos llamar patología de la acción se manifiesta en la “necesidad de hacer investigaciones”, la necesidad de llenar currículo, que lleva a publicar antes de conocer, a un corre-corre desenfrenado que sólo sirve para llenar estanterías y curricula, pero no hace avanzar el conocimiento.
Por último, hablemos del supuesto de “ataque-fuga”. El mundo empresarial es un mundo agresivo: hasta las Escuelas de Negocios han forjado “su teoría” sobre una imitación del ejército, hasta en los términos y muchas veces en los enfoques. La agresividad del mundo de hoy tiene su canalización en la empresa.
Esto también está llegando a la investigación. Existe un sentimiento de que somos atacados y estamos a la defensiva, a veces; y otras que podemos dominar determinadas parcelas. Evidentemente, todas las energías que gastamos en defendernos o en atacar, reducen nuestras capacidades para investigar. En cualquier situación, si la tensión es baja no se consigue mucho, pero si la tensión es muy alta, tampoco se consigue mucho. Existen climas adecuados para hacer las cosas.
En definitiva, estas tendencias y otras que no queremos presentar por falta de tiempo y por su complejidad, operan sobre los espacios institucionales, en mayor o menos media, y su resultado es una reducción de la potencialidad y de la eficacia de las acciones emprendidas. Es conveniente, en primer lugar, conocerlas y después planificar acciones que corrijan su incidencia o desarrollen actitudes que cambien la manera de operar. A eso nos vamos a dedicar en el punto siguiente.
Quiero aclarar que no es fácil desechar estas formas de comportamiento dominantes. Que es preciso trabajar generando espacios de innovación y de interrelación y de conocimiento, y aún así los intereses vinculados a las formas dominantes, asi como la misma perversidad de esas patologías, dificultan enormemente el cambio en los comportamientos básicos. Siempre sería más fácil volver a empezar. Pero no se puede volver a empezar, tenemos lo que tenemos y poco a poco y sobre todo, con las referencias de otras culturas y de algunas formas ejemplares de trabajar, se puede ir avanzando en este camino. Pero sobre todo, siendo conscientes de que estas patologías son endémicas, y por tanto, será preciso volver y volver sobre ellas para re-encauzar sus caminos.