El otro día pensaba mientras conducía en lo bien que me lo pasaba en la Escuela de Don Rafael, llamada Academia Vidal, y lo que aprendí. Eramos chicos de edades entre los siete y los catorce años. Era un aula de amplia, un aula donde podíamos supongo estar unos 50 niños, o tal vez más. Había una pizarra, grande, y había muchos mapas, uno de España y uno de cada continente. Eran físicos y políticos, unos mapas que a mi me parecían grandes, y creo que lo eran, nos rodeaban. Había una mesa del profesor, delante de la pizarra. Don Rafael era un maestro maravilloso, era muy serio, siempre estaba a su trabajo, pero nos enseñó todo lo que sabía. Recuerdo que llevaba gafas «truman» y creo que no estaba casado. Por la mañana teníamos escuela, hasta la hora de comer. Por la tarde, había lo que se llamaban «pasantías», y también mezcladas con escuela para niños que ya trabajaban, más mayores, de unos doce a dieciseis años. Las pasantías eran para repasar lo que aprendíamos en la enseñanza oficial o para explicárnoslo. Yo fuí por la mañana hasta que hice el ingreso en la Escuela de Comercio, a los diez años. Y después iba por la tarde, a partir de las cinco. De 5 a 8 más o menos.

Siendo un enano de menos de diez años …. aprendí mucho y muy rápidamente. Era muy fácil hacerlo. Nadie te obligaba mucho, porque eran muchos niños, pero él ponía una pizarra llena de tareas, que teníamos que intentar hacer. Había de todo, desde análisis morfológicos y sintácticos, hasta operaciones de todo tipo, también con decimales, proporciones y quebrados, ejercicios de diversa índole, y muchos problemas, de regla de tres, simple y compuesta, de interés, y hasta algunas veces nos introducía en las ecuaciones de primer grado a partir de problemas que ponía como tarea. Yo antes de cumplir los nueve años ya hacía toda la pizarra. Eso más o menos quería decir que sabía lo que tenía que haber sabido a los doce años, más o menos. Y eso siempre me ha hecho pensar en que los niños ahora están demasiado encerrados en sus «añadas», en sus «quintas» como se decía antes, y no aprenden de los demás, y de los más mayores, que son unos maestros estupendos, y de la imitación, que es otro plano estupendo de aprendizaje, sino que además, sólo aprenden lo que les piden que aprendan, con lo que es difícil que un niño se salga de la vía que le han marcado. El ambiente era extraordinario, aunque algunas veces había peleas, fuera, normal, siempre hay alguno más agresivo, sobre todo, aquellos que estaban más rezagados en los estudios, que quizás mostraban la agresividad como compensación. Lo cierto es que eran más fuertes normalmente, y los estudiosos eramos más «mangantes». Si fuera ahora que somos unos «cursis», diríamos que había mucho acoso escolar, pero la realidad es que aprendíamos de todos, porque estábamos muy cerca, nos conocíamos y también aprendíamos a defendernos, que no está mal. Yo no ví nunca a un niño sometido a otro o a un grupo. Jugábamos cuando había recreo y jugábamos en la misma calle, había una glorieta delante del colegio, y salíamos como locos a jugar al futbol, sobre todo. También había un tiendo de «pipero» donde iban algunos que tenían unas «perras chicas» o un real, de aquellos del agujero.

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El otro día me acordaba de cómo jugábamos dentro del aula. En cada pupitre podían sentarse tres niños y no teníamos un sitio fijo, sino que elegía quién llegaba antes. A mi me gustaba estar por el centro de la clase. Ahí es donde jugábamos por equipos de dos o tres, contra otros equipos, y en algo organizado por nosotros mismos, jugábamos a saber donde estaba un rio, donde una ciudad, donde un cabo o una península, y valía en cualquiera de los seis mapas físico-políticos que nos rodeaban. ¡Qué forma maravillosa de aprender geografía y aficionarse a los mapas!. A veces hasta teníamos campeonatos entre varios grupos. Había que ser muy hábil para encontrar los sitios en aquellos mapas que tenían mucha información. Había algunas preguntas que aún hoy las hago a amigos y muchas veces no saben que responder: ¿dónde está la península de Kamtchaka? o ¿qué rios desemboca en el ártico por Siberia? o ¿qué rio recorre toda una nación? …. en fin, valía todo, mientras estuviese en el mapa. Teníamos menos de diez años, y creo que no estaba mal.

Las tareas una vez terminadas se entregaban a Don Rafael para corregirlas. No ponía notas, sólo indicaba lo que estaba bien y lo que estaba mal, y recuerdo que apuntaba en una libreta cosas, supongo que observaciones sobre nosotros, sobre lo que aprendíamos, creo.

Era un hombre muy estricto, de valores sólidos, ahora puedo pensar que quizás no había podido ser republicano en la II, pero porque era todavía muy joven. Su padre tenía sabía francés y daba también clases por la tarde, y tenía una pinta estupenda, de esas que podía mostrar cualquier intelectual, por lo que tengo que suponer que algo de republicano tendría. Lo cierto es que nunca canté «el cara al sol», ni ninguna barrabasada de esas en la clase, ni tampoco ví nunca algo religioso en la academia Vidal. Eso me hace pensar que, dado que muchos compañeros con los que luego estudié en Madrid o en Barcelona, se quejaban de haber tenido que cantar «banderas al viento» y todo eso …. y a mi me parecía raro. No lo recuerdo, y estoy por asegurar que nunca ocurrió. Además, estaba mi padre, republicano seguro, socialista, seguro, y que supongo que encontró el colegio ideal para su hijo Roberto, un gran colegio, un colegio pequeño, pero grandísimo, un colegio que llevo en el alma y en mi mente. Realmente, puede decirse que tuve una gran suerte en esos años y aprendí mucho, muchísimo. Gracias, mi gran maestro Don Rafael.

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2 comentarios en «Memorias (3)»

  1. Que nostalgia me ha dado leer estas memorias que encontrè de casualidad, y es que yo tambièn asistì a la escuela de Don Rafael, ahora tengo 68 años y vivo en Lima, Perù y esto me ha hecho recordar…, claro no puede ser otro que el Don Rafael que yo conocì con su aire aristrocràtico, sus lentes sin marco y tambièn recuerdo a su padre…lo que me viene a la memoria es que en las clases nos repartìa unas tablitas con un papel impreso y pegado que tenìamos que copiar…al leer lo de las peleas, que curioso, no recuerdo el nombre de ningun compañero excepto de uno que se llamaba Estraviz y cojeaba un poco pero varias veces lo vi peleàndose y siempre salìa ganando porque era el mas fuerte, pero era no era lo que se dice un fanfarròn, supongo que le buscaban camorra…en fin, me ha encantado leer tus memorias

  2. ¡Que curioso y maravilloso es esto de internet! ¡Cuanto me alegra que nos hallamos encontrados! Bueno, en realidad, me has encontrado tú a mí, pero es lo mismo. Me hizo recordar algo que fue muy traumático para mí, y fue que un compañero, que por esos tiempos tendría ocho o nueve años, se marchó «para las Américas», no sabría decir adonde, y era muy muy amigo mio. Por más que intento recordar, no me acuerdo de su nombre, aunque sí de su cara y de su «esquema». Recuerdo que lo pasé muy mal, porque eramos muy amigos, o al menos «muy compañeros». Vivía justo al lado de la Escuela Academia Vidal, en la calle, creo que se llamaba de Nelle. Yo también estuve a punto de irme a la Argentina de Perón por esas épocas. Al final, se habló en mi casa, pero yo creo que mis padres no se decidieron.

    Tienes cinco años más que yo, o sea que puede ser que nos encontrásemos en el mismo aula de la Escuela de Don Rafael. Como la memoria es muy selectiva, no recuerdo lo de las tablillas …. tampoco recuerdo a Estraviz, aunque me suena, supongo que sería algo mayor que yo … Gracias por tu comentario.

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