“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar”
Antonio Machado

Tengo que terminar en este caso un libro, lo último es el prólogo, y el prólogo es como la portada, el highlight de un libro, su mejor propaganda, tiene que ser original, pero es difícil, puede también ser algo simple, sin pretensiones, pero un libro de 600 páginas no se escribe todos los días, dos años de esfuerzo y síntesis, producto de tantos años de investigación y de pensamiento, de errores a asumir y de aprendizajes múltiples, no se pueden desperdiciar con un prólogo cualquiera.

Se te van ocurriendo ideas, aquellas que están más vinculadas a ti, a lo que eres, a tus hobbies, pero ¡que difícil es articularlas si no te pones a escribir inmediatamente!, pero como te vas a poner a escribir si no sabes lo que saldrá. Un dilema. Y entonces, recopilas dos, tres temas que te atraen y los pones en un papel, en este caso, innovación, internet, astronomía, …. y me pongo a pensar en el hexágono del invierno y en Orión, en la constelación.

Siempre la busco en el invierno de nuestro hemisferio norte, en cualquier cielo en que me encuentre, miro hacia el sur y si no hay mucha contaminación o nubes, la encuentro fácilmente, me es familiar, se la he contado a otros, “se la he presentado”, a veces al salir de las clases a las nueve y pico de la noche, he hecho mirar hacia el sur a mis alumnos, y les he mostrado ese hexágono (sic) irregular, donde “se inserta” Orión, y sus “siete” estrellas guía, con nombres preciosos como Betelgeuse o Rigel, o sus nebulosas, “allá” en las profundidades. Un espectáculo o al menos lo es para mí.

Y según pienso, me doy cuenta de que conozco poco el mito de Orión, del gran cazador, e inmediatamente viene a mi cabeza, internet, no sé si es una disculpa para no hacer mi prólogo, o un buen argumento para prepararme para hacerlo, lo cierto es que pongo dos palabras “mágicas” en google (orion mitos) y espero, nada, menos de un segundo (el buscador dice que 0,05 segundos) y la pantalla de llena de las primeras 10 selecciones de webs de las 7.200 que aparecen para este tema que fusiona a orión y mitos. La primera me atrae, dice: “El firmamento griego”, me gusta y cliqueo, solo una vez, y me encuentro con una página que parece a primera vista muy atractiva, Me indica inmediatamente que la página se compone de Portada, Indice, Introducción, Inicios de la astronomía, Divisiones de la bóveda celeste, el Firmamento Griego, y así hasta llegar a Enlaces y Buscadores.
Hago un repaso rápido y me doy cuenta –como ya sabía por otras muchas experiencias- que pinchando en cada enlace me voy a “otros universos” virtuales que me aportan más y más información. Es probable que para explorar exhaustivamente la página, tenga que dedicarle horas y horas, y que aparecen una y mil sugerencias, cosas que nunca había contado con ellas, ni sabía nada de ellas, o solo superficialmente, y que ahora se muestran como nuevas inquietudes ante mi. Y sólo con un clic puedo acceder a ellas, o al menos a una aproximación (y no olvidemos que es la primera referencia de 7.200 encontradas).

Pero quiero avanzar en mi prólogo y necesito información. Lo primero que hago es poner mi impresora a funcionar para poder analizar lo impreso con cierto detenimiento sobre lo que busco (no olviden que me preocupaba saber sobre el mito de Orión). Cuando lo empiezo a leer me doy cuenta de lo apasionante que sería dedicarse a los mitos, y a la astronomía y a las civilizaciones, y …… Cuando repaso los papeles, también veo que aparece un cuadro singular que relaciona astros y mitos, me voy a orión y cliqueo, y me encuentro con una página explicando con letra pequeña y muy bien clasificado el mito Orión, ahora sé (sic) que era un cazador gigante, que tenía la facultad de andar por encima del mar y poseía gran fuerza y era extremadamente bello y muchas cosas más ….. Artemis, por celos, provocó su muerte por una picadura de escorpión, por lo que cuando sale Escorpio en el firmamento, se oculta Orión ….. muy sabiamente situados para evitar más males al bueno de Orión.

Enrollado con Orión, he obtenido una buena representación estelar de la constelación en el conjunto del hexágono del invierno. Esta misma que ahora puedo añadir a mi prólogo.

¡Qué maravilla! ¿verdad?. Casi me he olvidado del prólogo, dada la riqueza y belleza de Orión y su hexágono del invierno. Pero se equivocan, no me he olvidado de nada. Sigo. Pues bien, ese hexágono se ha convertido en el trasfondo de mi modelo de innovación, como se ve en el capítulo primero de este libro. Aunque hay una modificación necesaria: en realidad estamos mirando hacia el sur, por lo que el Oeste está a la derecha y el Este a la izquierda. Por tanto, Aldebarán sería el Proyecto y Procyon el Cliente; Castor-Pollux la Calidad y Capella la Tecnología; Rigel sería el Estilo de Dirección y Sirius la Comunicación, y Betelgeuse sería el Conocimiento, en el centro y representando al cazador Orión.

Es curioso, si reflexionamos un poco, porque Sirius es la estrella más brillante para nosotros, entre otras cosas por estar más cercana, y también la Comunicación es la gran antesala de la innovación; Betelgeuse es la cuarta más brillante y el Conocimiento es el “último” descubrimiento de la innovación y quizás el que tiene más horizonte y futuro. Y ¿qué hace Aldebarán? Aldebaran es “el seguidor” –traducción del árabe- y no persigue como hizo Orión, sino que sigue a las madres humanas de los dioses, a las Pléyades, sigue la ruta de la belleza, la belleza representada en las mujeres-madres y humanas. Aldebarán que es el Proyecto no sólo ha de seguir la línea adecuada, de reproducción de la especie en las mejores condiciones, sino que ha de ser estético, ha de reflejar el sentido de la belleza, del arte, o al menos, buscarlo. Diseñamos un proyecto para que sea coherente, también para que sea bonito, que resulte interesante a los ojos de los demás, que nos permita caminar hacia un mundo desconocido, pero que nos gustaría que fuera como queremos. Un proyecto nos lleva hacia la aventura del oeste, en el camino de humanas mezcladas con dioses (Europa es un ejemplo, raptada y fusionada con Zeus).

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Al final, me he salido con la mía, mis intuiciones de relacionar internet con mi astronomía de aficionado y con la innovación se han hecho realidad en esta primera parte del prólogo.

Por un lado, internet es innovación y es alucinante –es la mejor y más oportuna expresión de que dispongo-. Si alguien conoce lo que todos estamos contribuyendo a hacer en ese espacio, no puede dejar de asombrarse y de sentir que aunque humanos somos algo dioses. Y lo es más porque internet sigue siendo un espacio libre, un espacio que se mantiene innovador en tanto en cuanto el software libre –que lo creó- sigue transformándolo todos los días. No sólo es un espacio virtual de intercomunicación, de enlace, de conocimiento, de relación, …… es también una forma de vida, una forma alternativa de hacer las cosas -y muy productiva y científica, por cierto-.
Los hackers y amigos siguen haciendo internet, como un lugar de comunicación y de apertura a otros mundos, a través del conocimiento y del fortalecimiento de los vínculos entre lo diferente y heterogéneo, para una vez conocido, poder ser querido y valorado en lo que tiene de diversidad y de riqueza de la especie humana.

Internet es hoy la vanguardia de la innovación, no sólo por el gran repositorio de conocimientos y de transparencia y disponibilidad de los mismos, sino, y sobre todo, porque expresa y se moviliza en torno a fórmulas y estilos y maneras diferentes, alternativas, a lo que es el mundo del poder ya consolidado. Es un refugio del conocimiento, como lo eran de los famosos libros “a quemar” de Ray Bradbury, los hombres-libro.

El conocimiento y el futuro son tan “frágiles” como lo es internet, tan virtuales como también lo es, y tan intangibles y potentes, como es internet. Hacer innovación también es hacer internet. Por eso he querido “representarles” en vivo mi proceso de aproximación al conocimiento para confeccionar este prólogo, he querido hacerles evidente lo que ya es evidente, que disponemos de unas oportunidades y unas capacidades potenciales mucho mayores de lo que podíamos soñar cuando éramos pequeños. Que yo siempre he querido saber sobre los mitos, pero sólo he dispuesto hasta los 25 años de tres libros que hablaban sobre los mitos y que cuando iba a una librería y preguntaba, me repetían casi siempre las mismas fuentes, y desesperaba, y me acababa olvidando de lo que quería conocer, y que ahora sólo necesito 0,05 segundos para acceder a una información, al menos aproximada y hasta superficial, pero otras profunda, sobre lo que siempre ha sido una de mis asignaturas pendientes.

Y también he querido en este prólogo hablar de astronomía, no sólo por ser una de las primeras ciencias, sino porque es una de las grandes desconocidas en el conocimiento reproducido en las aulas. A mí nadie me ha hablado más allá del sol y la luna en las aulas de enseñanza media –y poco, poquísimo-, y supongo que ahora, preocupados como están de enseñar donde está el Jarama, en lugar de saber que es un afluente del Tajo, que es el rio más caudaloso de la península ibérica, o del Tigris-Eufrates o el Amarillo o el Nilo, asiento de civilizaciones, pues seguro que siguen sin enseñarles algo sobre astronomía.

Porque pienso que cuando avanza la astronomía se reduce el espectro de lo mágico y “sabemos más” de “lo infinito”, de un mundo continuo por descubrir, de un horizonte al que no llegaremos, ni nos aproximaremos, y que representa el mejor referente para un ser humano, que se precie de tal, y que sepa que sólo “deprimido” –en el sentido kleiniano de la palabra- puede acceder al conocimiento. Muchas veces he pensado que la gente no se preocupa más que del sol y la luna, y nada de la noche estrellada –que también es día estrellado, pero no visible-, por temor, y por prepotencia, y más bien, por evitar, la impotencia que nos produce ser tan mínimos en un universo casi infinito.

Miedo, miedo, miedo a la realidad, miedo a la libertad, miedo al conocimiento. Y la innovación es una forma de evitar el miedo, de saber lo que somos y lo que no somos, lo que podemos hacer y lo que no podremos hacer, lo que nos gustaría y lo que es posible, lo oportuno y lo deseable. Es un mundo donde el horizonte es lejano, muy lejano, pero que vivirlo es bello, muy bello, es intenso, es un reto, es una manera de vivir pensando en los demás.

Porque pienso también, si me permiten, que la solidaridad siempre es más fácil en la dificultad, en la pena, en el duelo, en el peligro. Y realmente, si nos sentimos fuertes y únicos, centro de todo el universo –aunque sólo sea evitando mirarlo y conocerlo-, profundizaremos en nuestro egoísmo e individualismo, mientras que si sentimos la realidad de la vida, nuestra auténtica pequeñez, nuestra virtualidad e intangilibilidad, y dejamos de sentirnos “elegidos”, quizás entonces, como muchos ya han hecho, empecemos a pensar que los otros son muy importantes, que tenemos que saber conjuntarnos, hacer las cosas con otros, comunicarnos, respetarnos, en definitiva, vivir más intercomunicados y mejor.

Por tanto, internet (virtualidad) y astronomía (horizonte) para ser más nosotros mismos, es un buen cocktail que si mezclamos oportunamente con dosis escalonadas y crecientes de innovación nos puede permitir poco a poco, y paso a paso, vivir y aprender a vivir, que no es poco, y seguir haciendo “el camino al andar”.

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