Cualquiera puede pensar que no vale la pena preguntar, sobre todo, de temas importantes y a personas «sin experiencia» (sic). Pocas personas preguntan a sus clientes o analizan lo que quieren. Sin embargo, los resultados cuando esto se hace, bajo el formato técnico-metodológico adecuado, suelen ser sorprendentes. Los «que no saben» o «no están cualificados», saben muy bien lo que dicen y como lo dicen. Este es un ejemplo. Le pregunté el curso pasado a dos grupos de alumnos de sociología, tercer curso, unos 20-21 años, en que pensaban que «los profesores habían de formarse o cambiar». El resultado, de forma sintética, y sin aditamentos interpretativos, está reflejado en el artículo que sigue. Y sinceramente es sorprendente -¿o no lo es?- que tengan tanta clarividencia sobre los problemas esenciales. Disfruten aquellos que piensan como yo que es conveniente preguntar, porque sabemos mucho más de lo que aparentamos. Si traigo esto aquí, es porque entiendo que preguntar y analizar es parte de un proceso regenerador e innovador que puede crear las condiciones de un cambio paradigmático en nuestros comportamientos básicos.

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