El cambio empieza por uno mismo. No se puede proponer cambiar si las metodologías siguen las mismas formas que lo que se critica. Si he llegado a la conclusión de que la jerarquía reduce la potencialidad de los grupos empresariales porque no escucha, sino que afirma, no aprende con los demás, sino que decide, etc.; el planteamiento de mi trabajo no puede ser el de proponer cursos de formación, donde el papel dirigente y jerárquico – la voz cantante, que se dice- del profesor anula a los participantes, y se produce la típica fragmentación docente-discente (literalmente, el que tiene ciencia-el que no tiene ciencia).

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De este modo, no vale ni la metodología docente del discurso «ex-cátedra», ni la fórmula -más barata y al alcance de cualquier indocumentado- del llamado método del caso, sino que es imprescindible que la metodología «siga a la realidad» , siga a la experiencia y derive de la misma experiencia toda su riqueza y su arte. A este trabajo he dedicado muchos esfuerzos en los últimos años, aplicando lo que he aprendido en la universidad y en la empresa y en todos los espacios de intercomunicación que he ido desarrollado, y por supuesto, mis planteamientos de intervención en las empresas se fundamentan en esta forma metodológica que he denominado «aprendizaje en/de la experiencia en grupo».

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