Galicia es innovador potencialmente, y no tan potencialmente, y se adapta mucho mejor a los tiempos que corren que otras comunidades. Galicia está en el horizonte. Es el mundo del Oeste, y también del Norte, una gran combinación. (Mirar al Oeste es saber hacia donde va la vida; mirar al norte es dar sistema y organización a lo que hacemos, trabajar, esforzarse, sistematizar, ser científico). Dos grandes empresas gallegas lideran mercados internacionales: Inditex-Zara y Pharma-Mar (Zeltia), y en campos tan distintos como el tradicional de la industria del vestido y la confección y el supermoderno de la bio-tecnología. Hacer que lo tradicional se transforme hasta cambiar todo el panorama de un sector, siendo ejemplo de tantas y tantas empresas es algo que a todos nos asombra. Y encontrar en la investigación del mar, un filón de incalculables respuestas a los problemas de salud, es no sólo la obra de visionarios, sino de anticipadores de la innovación y de futuro.
Galicia es uno de los espacios geográficos más potencialmente innovadores de la geografía española. No todo el espacio es de igual intensidad innovadora, pero hay unos rasgos comunes: una agricultura temprana, de los albores en Europa, junto con la de los etruscos. Agricultura que pronto dio trabajo y cubrió las necesidades alimentarias de una densidad demográfica importante. La agricultura es una actividad muy compleja, quizás la actividad productiva más compleja de las conocidas –por algo se identifica con una cultura, por su complejidad-. Obliga a desarrollar muchas competencias y capacidades, y a ser científicos. Hay que saber relacionar el sol, la luna, las estaciones, los ritmos biológicos, con la tierra, con la climatología, con las lluvias y los vientos, hasta con lo mágico. El resultado de un buen análisis, de un análisis e interpretación complejas da lugar a buenos o malos resultados: es preciso estar acostumbrado a las incertidumbres, saber conservar la paciencia, no dejarse llevar por la desesperación, ser constante, ….. un sinfín de habilidades personales y sociales, directivas y productivas. Pero no es sólo la agricultura lo que caracteriza el paradigma gallego.
También como otros pueblos son emigrantes, cuando sobran se van y buscan su vida y se establecen en otros sitios. Si no tienen acogida y tierra, buscan nuevos horizontes. Es un pueblo que no hace la guerra, trabaja, busca trabajo y lo encuentra, y se situa donde lo acogen. Sigue siendo de su tierra, pero también es de donde está. No forma círculos cerrados, sino más bien abiertos: los gallegos no se fían tanto de los gallegos como de los de afuera. Es un pueblo abierto y acogedor y sigue demostrándolo cuando emigra.
Son personalidades independientes, que buscan estar relativamente aislados, en su casita –si puede ser sin lindar con la vecina-, sin molestar ni ser molestados. Y en ese sentido, saben de la soledad del emprendedor, del buscador.
Es también un pueblo pacífico, que evita la guerra. La retranca es su mejor formato para eludirla.
Y es igualmente un pueblo comunicativo, y que se relaciona bien a través de una mesa y del buen vivir.